La habitación estaba vacía, fría, silenciosa. Las ventanas cerradas, y las cortinas a medio correr dejaban entrar un poco de la blanca luz lunar. Esto le fue suficiente para encontrar su cama y, dejándose caer sobre ella, se permitió un momento de debilidad. El último. Después de esa noche tenía que volver a ser el de siempre. El Kouen fuerte, decidido y duro que el Imperio necesitaba. Aquel que se había forjado de soledad y sufrimiento, de momentos buenos y momentos malos. Al que habían obligado a convertirse en heredero del Imperio.
Recordaba cuando esto no era así. Esos años en lo que todo era más fácil. Cuando podía sonreír, llorar, sentir alegría y dolor, cuando era libre.
Libertad.
Esa palabra le recordaba a una persona. Alguien quien se había marchado, que no volvería.
Se giró sobre la cama hasta quedar boca arriba. Entonces cerró los ojos, dispuesto a perderse en el remolino de sentimientos que había guardado por mucho tiempo, en los recuerdos que habían tratado de arrancarle tan cruelmente, que tuvo que fingir que no le importaban más para poder protegerlos. Sería la última vez, pero estaba dispuesto a disfrutarlo para que valiera la pena...
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El día era soleado, caluroso. Había terminado sus deberes como príncipe antes y ahora tenía tiempo libre. Hace algunas semanas que no acudía al lago, y pensó que sería buena idea ir. Iba de vez en cuando, le gustaba. Recorrió el sendero que atravesaba el bosque para llegar mientras oía el canto de las aves y disfrutaba de los rayos del sol que se colaban entre los árboles. Al llegar, el joven príncipe se quitó los zapatos acercándose al lago, antes de poder entrar al agua, un ruido proveniente de detrás de una gran roca llamó su atención, provocando que desenvainará su pequeña espada y se acercara a paso silencioso.
Saltó dirigiendo su espada hacia lo que fuese que provocara el ruido, y en ese momento, una niña gritó. Sí, una niña. Lo que tenía delante de él era una niña, un par de años menor que él. Sólo pudo observarla unos segundos.
-¿E-eres un ladrón? -la pequeña habló en voz baja después de que Kouen no se movió. La vio atentamente. Era más baja que él, por supuesto, tenía el cabello largo, casi hasta la cintura y en dos coletas ligeras, era lacio y de un color azul oscuro. Su piel era de un bronceado claro. Sus ojos eran de un tono azul más claro que su cabello. Llevaba un vestido blanco sin mangas y que le llegaba a las rodillas, un poco manchado de lodo y mojado, también estaba descalza. Sus pequeñas manos se juntaban delante de su vientre un poco nerviosa.
-¡Claro que no! ¿Acaso tengo apariencia de ladrón? -mientras hablaba, Kouen guardó su espada sin apartar la vista de ella. La niña lo revisó de arriba abajo con la mirada.
-Pues... no. Más bien pareces de la familia real.
-Soy el Príncipe Ren Kouen -al decirlo el joven príncipe hizo una pequeña reverencia hacia la chica en una señal de caballerosidad.
-Ren Kouen... ¡eres el sobrino del Emperador Hakutoku!
-Así es, ¿puedo saber quien eres tú? -Kouen cruzó los brazos sobre su pecho intentando parecer serio, lo que provocó una gran sonrisa en el rostro de ella.
-Mi nombre es Kouki Shion, un gusto conocerlo su alteza -hizo a su vez una reverencia mostrando respeto al príncipe -¿Y que hace un príncipe del Imperio Kou a la mitad del bosque?
-Bueno... me gusta venir aquí muy seguido. Es como mi lugar propio.
-Pues yo estoy aquí todos los días casi todo el día y no te había visto -Shion extendiendo su mano hacia la rama de un árbol que pasaba sobre sus cabezas y tomó una toalla para secarse un poco.
-Hace tiempo no venía, no había podido -se detuvo a ver lo que hacia -Espera, ¿dijiste todo el día? ¿Puedes estar aquí todo el día?
-Sí. Mi mamá trabaja todo el día, y mi hermano estudia.
-Pues... ¿qué hacen? ¿Y tu padre?
Shion se acercó a la orilla del lago y se sentó. Hizo una señal a Kouen para que se sentara junto a ella y él así lo hizo.
-Se supone que no debo decirlo porque es peligroso que alguien lo sepa, pero no creó que tu vayas a hacerme algo. Somos magos.
-¿Magos? Te ves muy chica para ser maga.
-Bueno yo aún no lo soy, sólo tengo 8 años, pero mi madre si. De hecho trabaja para el Emperador. Mi hermano esta preparándose para ser mago, es 4 años mayor que yo. Yo también estudio, pero no igual que él. Y... mi padre murió hace años.
-Oh... lo siento.
-No pasa nada. ¿Por qué no habías podido venir?
-Porque debo cumplir deberes como príncipe, estudiar, aprender, entrenarme, y no me dejan salir tanto del palacio. Tengo 11 y hay muchas cosas que debo aprender.
-Mmm ya veo, debe ser aburrido estar encerrado.
-Un poco, por eso paso mucho tiempo con mi hermano.
-¿Y cuántos hermanos tienes? Había escuchado que son muchos.
-No lo sé. No los conozco a todos.
Esta respuesta dejó a Shion confundida, pero decidió que por el momento lo mejor era dejarlo así.
Hablaron por un par de horas más sobre diversos temas, hasta que el sol comenzó a ocultarse, entonces Kouen lanzó una mirada al cielo y resopló.
-¿Tienes que irte, cierto? -Shion lo miraba con una media sonrisa en el rostro.
-Si, aunque me gustaría quedarme más tiempo.
-Será mejor que vayas a casa, o van a preocuparse por ti -la peliazul se levantó del lugar en el que había permanecido sentada mientras estiraba sus piernas que se habían entumecido por la inmovilidad. -Yo también debo irme, a mi hermano no le gusta que llegue tarde.
-Bien... -Kouen la imitó con desgano y sacudió sus ropas de la tierra que se había quedado pegada, caminó hasta donde estaban sus zapatos y se los calzó, volteó hacia Shion que secaba sus pies en el suelo sin preocuparse ya por las manchas de su vestido. -Entonces... adiós.
Shion le sonrió poniéndose las pequeñas zapatillas que tenía junto a ella.
-Adiós Kouen.
El Príncipe dibujó una pequeña sonrisa en sus labios y se giró hacia el bosque para volver. Caminó hasta el primer árbol que indicaba el sendero que lo había llevado hasta ahí, pero antes de seguir se giró de nuevo hacia la pequeña que recogía sus cosas al pie de una gran roca.
-¿Volveré a verte?
-Estaré aquí todos los días a la misma hora, espero que regreses pronto.
Sin quitar la sonrisa de su rostro, Shion hizo una inclinación de cabeza y empezó a caminar entre los árboles desapareciendo rápidamente. Kouen no pudo evitar la gran sonrisa que sus labios formaron y se apresuró a regresar al palacio. Tenía que ser rápido en sus deberes si quería verla de nuevo.
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Te Esperaré... [#SA19]
FanficLa vida de un príncipe no es tan sencilla como se cree. Hay deberes, responsabilidades y metas, impuestas por los demás, que deben cumplirse. Kouen jamás le vio inconveniente a todo eso. Desde pequeño fue un buen príncipe, del cual se tenían altas...