Capítulo 6. Nacimiento.

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Kouen caminaba por los pasillos del palacio. Todo el lugar se encontraba vacío y en silencio, a excepción de los quejidos que cada cierto tiempo salían de la habitación del emperador, donde Gyokuen, la esposa de Hakutoku, estaba dando a luz a su cuarto hijo.

Aproximadamente media hora antes, cuando Kouen estaba en medio de sus estudios con sus primos Hakuren y Hakuei, habían mandado llamar al segundo príncipe, pues su madre había comenzado con los dolores de parto y necesitaban urgentemente a la partera.

Después de eso, sus clases se cancelaron y Hakuei corrió a donde su padre para esperar hasta que naciera el nuevo miembro de la familia Ren, y él terminó dando vueltas por los corredores cercanos a donde ellos se encontraban, pendiente también de lo que pasaba dentro.

Estaba tan distraído que fue hasta la cuarta vez que pasó por ese corredor que pudo notar una cabellera azul cerca de la puerta de la habitación, donde el emperador esperaba con nerviosismo.

-¿Shion? -preguntó con sorpresa después de permanecer un par de minutos mirándola sin que ella lo hubiera notado, ni tampoco su tío o sus primos que hablaban entre ellos.

Al verlo, la pequeña de ojos azules se aproximó con rapidez hacia él mientras sus labios dejaban ver una sonrisa sincera que paró de golpe la preocupación del joven príncipe.

-¡Kouen! -en un ágil movimiento rodeó al pelirrojo en un abrazo con tal fuerza que Kouen tuvo que mantener el equilibrio agarrándose a la pared más cercana. El sonido que provocó el abrazo de Shion y su voz llamaron la atención de los dos príncipes imperiales que sonrieron ante la escena. -Creí que no te vería, tus primos me dijeron que estabas en clases.

-Se cancelaron en cuanto la esposa del emperador empezó con la labor de parto -Kouen la separó un poco de sí mismo sin alejarla demasiado.

-Ya veo, ¿y qué hacías por aquí?

-Esperando noticias, ¿tú qué haces aquí? -la peliazul sonrió ante la pregunta.

-Mi mamá es la partera.

La sorpresa reflejada en el rostro del pelirrojo hizo que Shion soltará una risilla, Lo que lo hizo relajarse aún más. Pudo sentir como se clavaban en su espalda unas miradas insistentes, por lo que no quiso voltear y tomó de la muñeca de Shion comenzando caminar hacia las escaleras.

-Aprovechando que estás aquí, voy a mostrarte el palacio.

Emocionada, la ojiazul se dejó guiar por todo el palacio mientras Kouen le mostraba los lugares por los que pasaban dándole una breve explicación de los mismos. Recorrieron todo entre juegos y risas, siendo estás las únicas que se escuchaban en el silencio que permanecía en el palacio.

Después de mostrarle por último su habitación, y de aprovechar que nadie estaba en la cocina y tomar un par de frutas, Kouen caminó de regreso con ella al jardín principal, justo en frente de las habitaciones del emperador.

Shion danzaba sobre el césped rebosando de alegría. No se imaginaba que el palacio fuera tan grande y tan hermoso, lleno de cosas antiguas que contaban la historia del Imperio, y de otras más nuevas que relucían a la luz del sol que se filtraba por los pasillos.

Kouen la observaba sentado bajo la sombra de un árbol de cerezo con una sonrisa. Mientras seguía sus movimientos, dejó que sus pensamientos volarán. Ahí, con la luz del mediodía haciendo brillar su vestido blanco, con sus ojos como agua reflejando el hermoso jardín en donde se encontraban, y mientras dejaba salir su alegría en cada movimiento, no pudo evitar pensar en cómo había cambiado su vida desde que ella apareció, ahora se sentía… completo.

Aunque no podía entender bien a qué se debía esa sensación, tenía claro que era por ella. La manera en cómo podía hablar con ella, como lo hacía sonreír, como lo hacía disfrutar de lo que hacía, como lo hacía sentirse libre…

A pesar de su corta edad, y de que no era un hijo del emperador, por las responsabilidades que tenía como parte de la familia real, libertad no era algo que pudiera obtener tan fácilmente. Por eso procuraba disfrutar de todo lo que ella le ofrecía. Intentaba no pensar en que eso podía terminar, y en el dolor que eso le provocaría.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando unas pequeñas manos se acercaron a su rostro y se posaron en sus mejillas apretándolas. Por estar vagando en sus pensamientos, no se dio cuenta cuando Shion se aproximó a él con una sonrisa.

-¿En qué tanto piensas? Te perdiste.

Kouen movió la cabeza tomando sus manos. -Nada importante.

Shion soltó sus manos y pellizco de nuevo sus mejillas.

-Atrápame -lo soltó echando a correr por el jardín y provocando que el pelirrojo se levantará de prisa empezando a correr detrás de ella.

En el piso superior del palacio frente al jardín, donde el emperador y sus hijos estaban, podían escucharse las risas de los niños que jugaban en el jardín, lo que llamó la atención de Hakutoku.

-¿Y eso? -preguntó viendo a sus tres hijos. Hakuyuu y Hakuren intercambiaron una mirada sonriendo.

-Es Kouen.

-¿Kouen?

-Sí -respondió el mayor. -Debe estar con Shion.

-¿Con la hija de Kaori?

Hakuren asintió -Son amigos, Kouen nos contó que la conoció hace unos meses.

-Mmm… -el emperador se acercó al balcón con vista al jardín seguido de los dos príncipes. Ahí observó como Kouen perseguía a Shion alrededor de los cerezos y justo cuando estaba por alcanzarla ella lograba evadirlo ágilmente. No pudo evitar sonreír ante la escena. -Nunca le había visto tan divertido.

-¿Verdad? Nosotros pensamos lo mismo, es bueno verlo así.

El juego de los dos menores logró distraerlos por un buen rato más hasta que un último grito de Gyokuen, seguido del llanto de un bebé los hizo girar su cabeza hacia la puerta de la habitación, donde Hakuei mostraba una sonrisa radiante.

-¡Nació!

Los tres hombres caminaron de regreso y al llegar donde la pequeña princesa la puerta se abrió dejando ver a una mujer joven de cabello casi negro, ojos azules y piel blanca, en sus manos había un poco de sangre que estaba limpiando con una toalla. Dirigió su mirada hacia el emperador, y con una sonrisa anunció.

-Es un sano y hermoso varón.

La emoción y alegría por parte de los hermanos del recién nacido no se dejó esperar. El padre soltó un suspiro de alivio y le sonrió a la partera reflejando la felicidad que en ese momento estaba sintiendo.

-Gracias Kaori. ¿Ella cómo está?

-Terminó exhausta, por ahora está durmiendo, pero estará bien, ¿quiere pasar a verla?

Hakutoku asintió y entró después de Kaori cuidando de no hacer ruido. Podía escuchar el llanto del bebé en la habitación de al lado donde estaban limpiándolo. Al llegar junto a la cama donde su mujer estaba descansando tomo su mano con suavidad y apartó algunos mechones de cabello pegados a su frente por el sudor. Depositó un tierno beso sobre ésta y se giró a Kaori.

-De verdad te lo agradezco.

Ella sonrió negando en un movimiento de cabeza.

-No tiene que agradecer su majestad, sabe que para mí es un placer poder ayudar a su familia.

-Has hecho mucho por nosotros, y me gustaría poder pagártelo -cuando ella iba a protestar, él la detuvo. -Me gustaría preguntarte algo.

-Lo que usted quiera.

-Tu hija, estudia magia, ¿verdad?

-Solo conmigo o con su hermano, no es tan fácil que estudie en la misma escuela que él.

-Quiero hacerte una propuesta.

Te Esperaré... [#SA19]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora