Capítulo 20. Lo que sucede en su ausencia.

355 34 10
                                    

El barco avanzaba lento sobre el tranquilo mar nocturno. Las olas que chocaban contra él lograban mecerlo suavemente, lo que podía considerarse un arrullo para los tripulantes que ya descansaban en sus camarotes. Al menos en su mayoría.

En la cubierta, observando el reflejo distorsionado de las estrellas en el agua, Shion tarareaba una melodía mientras trenzaba sus largos cabellos; los rayos blanquecinos de la luna hacían resaltar su hermoso tono azul.

A su derecha y separado por un par de metros, Kouen la veía recargado sobre la madera del barco, dándole la espalda al mar, los brazos cruzados sobre su pecho y una sonrisa por lo que escuchaba. Koumei se había retirado a dormir casi una hora atrás, por lo que solo ellos se acompañaban en la quietud de la noche. Shion no calló hasta que terminó de peinarse.

-Te ves feliz -dijo Kouen cuando el silencio se hizo presente.

-¿No debería estarlo? -preguntó ella mirándolo.

-Deberías estar saltando de alegría.

-Tal vez debería saltar al mar y jugar en el agua para demostrar cuán feliz estoy -le sonrió con inocencia y él rió.

-¿No temes a los monstruos marinos que esperan a sus presas en la oscuridad?

-¿Por qué debería? Estás aquí conmigo y ahora tienes dos contenedores con los que puedes defenderme, unas cuantas criaturas marinas no supondrán gran desafío para ti luego de conquistar un par de calabozos -Shion demostraba que confiaba plenamente en lo que decía, y sus palabras estaban cargadas de admiración y cariño por el pelirrojo, lo que lo hizo sonrojar.

-No puedo rebatir contra eso -casi parecía apenado cuando miró hacia un lado y la luz lunar resaltó el carmín de sus mejillas; a Shion le resultó adorable por cómo combinaba con su cabello. Dió unos pasos solo para acortar la distancia pero sin quedar muy cerca. Estaba siendo demasiado precavida desde que empezó a cuestionarse si su forma de verlo había cambiado, lo sabía, pero le era raro el darse cuenta de repente que su percepción de él no era la misma de antes; por suerte él no había notado nada extraño en su comportamiento.

No había pasado mucho tiempo desde que eso comenzó, quizás tres meses, si el capitán del barco había tomado bien el tiempo y sus cálculos iban bien.

Luego de una breve reunión con el emperador para dar los resultados de la primer exploración con mayor detalle, se pactó el esperar un mes antes de salir hacia otro calabozo. En ese tiempo Shion pudo terminar de recuperarse y tuvo la oportunidad de entrenar con Kouen de vez en cuando. Él estaba más atento con ella, le demostraba su preocupación sin ningún problema y le ofrecía cuánta ayuda podía; Shion no estaba segura del porqué de esa actitud y para evitar ideas extrañas se convenció de que se sentía culpable de lo que había sucedido en el calabozo de Astaroth; no era tan difícil de creer porque había llegado a disculparse por esa razón. Además, durante el viaje de ida hacia esa exploración había estado repitiéndole que no quería que se alejara de él, la tendría cerca tanto a ella como a Koumei para evitar accidentes, y así fue.

En el trayecto, combinaron sus habilidades y se mantuvieron unidos, lo que hizo todo más fácil; agregando, claro, el hecho de que ya tenían una experiencia previa y sabían lo que podían esperar, aunque los calabozos no eran iguales.

Así pues, Kouen logró obtener a Agares como su segundo Djinn.

Shion desvío su vista hacia la hombrera con forma de cabeza de León que Kouen llevaba en el lado derecho, esa que ahora contenía a Agares. Volvió a sonreír llena de orgullo.

Él lo notó y extendió su mano para acercarla y apresarla entre sus brazos. Shion se sintió nerviosa ante la acción pero no se resistió; se dejó envolver por su calor y hundió el rostro en su pecho por si el calor en sus mejillas la delataba.

Te Esperaré... [#SA19]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora