Punto de Vista: Piscis.
Calle Wallaby 42, Los Santos. Aquí es, baje del taxi seguida por Géminis. Este lugar debe ser muy hermoso, sólo es naturaleza. La calle Wallaby 42, Los Santos no era más que una calle desierta con un bosque muy grande.
—De seguro hay que entrar al bosque Piscis.— dijo Géminis adentrándonos al bosque. Y en verdad que era inmenso, pero lo que hacía especial este bosque eran las voces que se oían o bueno las que yo podía oír. —¿Escuchas eso Géminis?—le pregunté. —¿Qué cosa?
El sonido se alejaba cada vez, debía seguirlo, debía saber de quién eran esas voces. Corría siguiendo las voces hasta que las encontré.—Esas son...—dije no podía terminar la frase por lo asombroso que era lo que veía. —... Ninfas.
Wao, era fascinante hasta que una de ellas nos vio y ahora nos acorralan. —Mi nombre es Eurídice, ¿quiénes son ustedes? —Yo soy Piscis y él es Géminis.— dije señalando a mi novio invisible. ¿Dónde está? —Géminis, yo soy Géminis.—dijo agitado de tanto correr.
—Sabía que un día llegarían, Atenea me dijo que llegarían cuando una tragedia pasara. Me dijo que los ayudará con cualquier cosa.—dijo, estaba un poco confundida. ¿Ellas ya sabían?
—Según la condición que acordamos sólo los podemos ayudar en una cosa. ¿En que los podemos ayudar?—preguntó. Mire a Géminis, pero con su mirada me dio a entender que tenía la palabra. ¿Qué era lo que queríamos? Está claro que es salvar al Olimpo, pero ¿qué es lo que quiero yo? Tal vez que Otis regrese.
Virgo trato curarlo, pero su herida era tan grave que su poder no funcionaba en él y el vellocino de oro. Lamentablemente no sabíamos como funcionaba. —¿Sé puede regresar a alguien de la muerte?— pregunté, Géminis y Eurídice me miraban atónitos creo que ninguno de los dos se esperaban a que preguntara eso, pero...
—¿Segura que ésa es tu pregunta?—dijo. Yo no sabía que responder, pero llegó mi salvación. —¡No! Lo que queremos saber es, ¿cómo llegamos al inframundo? —Solo tienen que ir al lugar con más pecados que pueda existir.
Punto de Vista: Cáncer.
—Entonces un lugar lleno de pecados. —dije. —Sí, pero en realidad no sé que podría ser.— dijo Piscis. —Cáncer, Piscis es obvio que Los Santos es la ciudad del pecado, pero que siempre está lleno en las noches.—dijo Escorpio esperando respuestas.
Este al ver que no recibía respuesta agacho la cabeza. —Hay que ir al Casino Metropolitano, avísenle a todos.—dijo tomando su chaqueta. Es cierto el casino es uno de los lugares que tienen más pecados, pero como vamos a entrar la gran parte del grupo no ha cumplido la mayoría de edad.
Y ahí estábamos Escorpio, Capricornio, Aries, Géminis y yo en el casino éramos los únicos que podían entrar, pero por dónde empezar. —Yo digo que cada uno vaya por su lado y si encuentran algo sólo hay que llamar por el móvil, ¿les parece?—dije a lo que todos asentimos.
Miraba como tomaban y apostaban dinero que tal vez no puedan pagar en un futuro, pero me di cuenta de algo. Las personas no son las mismas cuando salen de este lugar y nunca lo volverán a hacer. Yo no quería cambiar, quería salir de este lugar.
Corrí hacía la salida y me impactó lo que vi. —¿Qué le pasó a Aries, Géminis? —Nos dieron un liquido rosa y ha estado delirando quiere volver a entrar, pero lo estoy impidiendo.—dijo. Aries la pobre no se encontraba bien para nada, pero sé que se le pasará. —¿Y Escorpio y Capricornio?—pregunte. —Los dos siguen ahí dentro...
Punto de Vista: Escorpio.
Siete pasos más a la izquierda y seguramente es la puerta dorada. Estaba muy cerca de encontrar lo que buscaba, eran notorias las pistas que habían por el lugar, en las paredes habían jeroglíficos y Géminis me dijo que significaban antes de que desapareciera.
He seguido las instrucciones de estos tal como dice, pero sólo me manda a una puerta dorada. ¿Será está la entrada? Solo hay una manera de averiguarlo. —Espérame. — dijo una voz detrás mío. —No deberías estar en otro lugar Capricornio.— dije. No quería que entrara conmigo algo le puede suceder.
—Hazte a un lado niño—dijo está abriendo la puerta. No era más que una pared de ladrillos, no había paso. Solo hasta que está sacó uno de estos ladrillos haciendo que se iluminara todo a nuestro alrededor.
Camine hasta la luz resplandeciente y de pronto vi que estábamos en otro lugar, esperen es un río. —¿Qué es este lugar?—preguntó. —No tengo ni la más mínima idea. —Soy Caronte, ¿quienes son ustedes? —Somos Capricornio y Escorpio, parte de Los Elegidos. Venimos a hablar con Hades.
—El dios Hades está ocupado, deberían irse. —¿Qué debemos hacer para que nos dejes pasar? —Bueno necesitan óbolos para que los deje pasar o tienen que caerme bien. —¿Te gustan los chistes?—pregunte. —Si...— dijo. —Pues prepárate.
—Un vampiro llega a su casa con la boca llena de sangre, y su mamá le pregunta: ¿Dónde conseguiste eso tan rico? Y él responde: ¿Ves ese muro que está allá? —Si —Bueno, pues yo no lo vi.—dije riendo a lo que todos me miraron con cara de: pobrecito.
—¡Siguiente!— dijo señalando a Capricornio. —Dos ladrones se paran frente a la vitrina de una joyería y empiezan a contemplar un hermoso collar de diamantes. Un ladrón le pregunta al otro: ¿Cuánto crees que nos darían por esa joya? El otro ladrón responde: Pues, yo pienso de 5 a 8 años de cárcel.—dijo a lo que los dos reímos, pero Caronte.
—Saben que los dos me dan pena, súbanse y ya.—dijo dándonos paso al pequeño bote que había. Y ahí íbamos los dos al lugar donde se debe encontrar a Hades y los demás dioses, espero que estemos en lo correcto. —Llegamos.—dijo bajando del bote para caminar a un gran templo de oro y fuego.
—Amo Hades, tiene visitas...—dijo mirando la perturbadora escena donde los Dioses se encontraban todos en una jaula. —¡Carontes! ¡Ven aquí! Como dejas pasar al enemigo a nuestro territorio, te dejan comprar por cualquier mal chiste, sabes que vuelve al río.— grito Hades. —Como usted diga Amo Hades—dijo Carontes agachando su cabeza muchas veces. —¡No! Primero sácanos de aquí.
—Sí, sí, sí. Como usted diga amo.— dijo, está escena me causaba mucha gracia, pero lo más sorprendente de todo es que al fin encontramos a los dioses. Por fin esta pesadilla se acabara.
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Los Elegidos.
Diversos- Todavía no entiendo para qué necesitamos a mortales cubriendo nuestra espalda, ¿para que están nuestros hijos, hermano?- exclamó Poseidón estresado, no entendía a su hermano Zeus - Hermano, sigo pensando que le deberías dejar esto a los semidioses...