4.- Adrien Agreste

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-¡Marinette! ¡Despierta!-me gritó Tikki en el oído.

Abrí un ojo y vi volando algo rojo.

-¡Ah! ¡El bicho con el soñé anoche!-me sobresalté y escondí bajo las sábanas.

-Ah chica, ¿aún crees que esto fue un sueño?-dijo el kwami y me destapó suavemente.

-Eh... Bueno...-no quería aceptar que pensaba que no existía y que era producto de mi imaginación, pues estaba delante mí, pero era algo sobrenatural.

-¡Marinette!-me llamó una voz que debía de ser mi madre.-¿Estás despierta?

De escucharon pasos subiendo las escaleras. Tikki se escondió entre las sábanas y yo me quedé mirando.
Se abrió una especie de trampilla y un pelo azabache asomó.

-¿Te ayudo a vestirte, cielo?-me dijo mamá acercándose a mí.

Tikki me hizo un gesto entre las sábanas y me indicó que no contara nada.
Sin pensarlo dos veces, la cogí con la mano y la puse en la espalda.

-Trae, vamos a vestirte.- dijo acercándose a mi cama para rehacerla.

Cuando hubo terminado de hacer la cama, se acercó a mí. Tikki aún estaba en mi mano, por lo que la podría descubrir cuando...

-¡Oh no!-exclamó mamá.- ¡Me he dejado el horno encendido!

Me dio la ropa. Yo la cogí con una mano diferente a la que estaba Tikki.

-¿Podrás arreglártelas sola?-dijo mamá abriendo la puerta-trampilla de mi habitación.- Esa es la ropa que usas normalmente.

-Sí, por supuesto.-dije yo intentando no preocuparla para que se fuera.

Cerró la puerta. Tikki se soltó de mi mano y se sentó en mi hombro.

-¡Por los pelos, casi me descubre!-dijo ella en tono de preocupación.

-Y que lo digas, Tikki.-dije yo mientras me empezaba a cambiar el pijama.

Cuando me hube vestido, me acerqué a un espejo y me miré mientras Tikki ayudaba cepillándome el pelo. Me veía hermosa. Cogí un bolso rosado y me dijo siempre se escondía ahí.

Bajé a desayunar. Y desayuné. Como una fiera. Cierto que no había querido comer la noche anterior y tenía un hambre de lobo.
Terminé de desayunar y mamá y yo hicimos la mochila para mi primer día de clases. O al menos, el primero que recordaría.

-¡Adiós Marinette!-dijo mamá cuando Alya se pasó a recogerme.-Alya, cuida de ella y mantente a su lado todo el día.

-¡No se preocupe, señora Cheng!-dijo Alya haciendo un ademán con la mano.

Nos cogimos de la mano y fue todo el camino contándome cosas sobre el colegio, mis amigos etc.

Llegamos a la puerta. Alya dio un salto y se subió en el primer peldaño.

-¡Vamos Marinette!-me tendió la mano la de ojos de color miel.

Yo la cogí de la mano algo vergonzosa. De pronto, se escucharon voces que venían hacia mí.

-¡Marinette!-se acercó una rubia de ojos color cielo.

La chica se abalanzó sobre mí y me dio un abrazo. Alya miró con cara de sorpresa.

-¡Marinette, mi más mejor amiga!- exclamó la chica.

-Ho...hola.- saludé tímidamente y la tendí la mano.- Tú debes de ser Chloé.

-¡Sabía que no te olvidarías de mí, como éramos tan buenas amigas!...

-Em... No pretendo ser grosera.-dije y me la aparté de encima.- Pero tú y yo no nos llevabábamos bien antes.

-¿Qué?-dijo con una mirada fulminante sobre mi amiga mientras ésta se cruzaba de brazos.- ¡Sabrina!

Llegó una chica con el pelo anaranjado y gafas a toda prisa.

-Tú debes de ser Sabrina.- dije.

La chica sonrió, y Chloé le dio un tirón del bolso y se fueron.

-¡No tengo tiempo para esto!-se le escuchaba quejarse.

Alya y yo soltamos una risita y nos tapamos la boca con el dedo.

-Hola.-alguien me tocó en el hombro. Me di la vuelta bruscamente y miré.

-Hola Adrien.-saludó con la mano la morena.

-Hola Marinette.- dijo el rubio sonriente.- ¿Te acuerdas de mí?

-No, lo siento.-dije encogiéndome de hombros.

-¿Ni siquiera un poco?-insistió el de ojos verdes.

Negué rotundamente con la cabeza.

-No te preocupes.-dijo mientras me acariciaba el cabello y me cogía de la mano.-Pronto lo harás.

¿Cómo se atrevía a tratarme así? ¡Ni que fuera su novia! O, ¿tal vez lo era? No. Abolí esa idea por completo. Me aparté bruscamente de él y entramos en el colegio. Suspiré hondo. Sabía que el día iba ser largo.

MIRACULOUS ⼀ MA PETITE COCCINELLE (2016)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora