[Invocación]
Cuéntenme, Musas, de aquellos amantes de ojos claros, a quienes el destino mantiene separados.
Divinidades que habitan en olímpicas moradas, susúrrenme palabras sabias, mantengan mi memoria fresca, déjenme relatar como aquellos que aun se pertenecen le rehúyen al tiempo, sólo para verse.
El universo es un lugar tan hermoso como caótico, eso Harry lo sabe mejor que nadie. Es una paleta de blancos, grises y negros, pero también es está lleno de amarillos cegadores, rojos brillantes, rosas dulces y cualquier otra tonalidad que pueda ser imaginada. El mundo está lleno de gente buena, de gente mala, de gente que ama, de gente que odia, de gente que busca un cambio, de gente que ni sabe lo que quiere. Harry los conoce a todos, sabe lo que hay en sus corazones incluso antes de que ellos mismo puedan darse cuenta. Ser Eros, el dios del amor, tiene ciertas ventajas.
Pero también tiene sus contras.
Cuando sus ojos se posaron en Louis por primera vez, el aire se llenó de chispas. Estrellas parecían nacer de la intensidad de sus miradas, supernovas creían en su pecho arrebatándole el aire. Todos los dioses y diosas eran hermosos, pero la belleza de Ares, el dios de la guerra, su Louis, era simplemente abrumadora. Pómulos altos y afilados como una flecha de Artemisa, ojos tan azules como los dominios de Océano, su piel bronce parecía iluminada por el mismo Apolo que se encontraba sentado a tan sólo unos metros suyo, tenía una mancha de tierra en la mejilla y el pelo revuelto. Se excusó de llegar tarde alegando que se encontraba entrenando.
Harry nunca había visto nada tan deslumbrante. El dios tenía miedo de parpadear y que aquella maravillosa criatura se esfumara, probablemente ni siquiera estaba respirando.
No había divinidad que no hubiera notado la electricidad entre Eros y Ares. Ni siquiera las Moiras. Las tres señoras habían decidido el destino de aquellos inmortales desde sus nacimientos; eternamente enamorados, pero nunca juntos. Y nadie escapa del destino, ni siquiera los dioses.
Ellos pensaron que sería fácil verse una sola vez al año. ¡Oh, que ingenuos! Derrochaban sus únicas veinticuatro horas juntos en actos banales, cargados de pasión, sí, pero casi parecían momentos vacíos cuando empezaban a extrañarse el uno al otro.
Cuanto dolor traía a sus corazones verse en las reuniones o fiestas de los olímpicos pero no poder acercarse más de lo necesario. Cuanto pesar traía al alama de Harry tener que ver a su amado de la mano de otra divinidad en algunas ocasiones, bien sabía él que el corazón de Louis tenía su nombre grabado, pero, como deseaba ser él quien tuviera el privilegio de sostener su mano en público. A veces soportaba esos días alimentándose con las gotas de amor que destilaban los ojos de Louis cada vez que sus miradas se encontraban, a veces simplemente era demasiado y se disculpada con Zeus para luego irse rápidamente del Olimpo. A veces, era el propio Louis quien huía.
Por más que no viera sus rostros, Harry sentía los ojos de los demás dioses pegados a su espalda, sentía la pena que destilaban sus corazones, una pena que iba dirigida a él, sentía la lastima, una lástima que no quería. Sólo quería a Louis. Al menos podía tachar otro día más del calendario en la cuenta atrás para volver a verlo.
Había años que los que no podían verse.
La guerra se llevaba todo el tiempo de Ares, primero fue Troya, en los once años que duro la guerra entre los aqueos y los troyanos tan sólo pudieron verse dos veces, pensaron que los mortales habían aprendido la lección y que nunca volvería a ocurrir un conflicto semejante pero que equivocados estuvieron los dioses. Los humanos se volvían más violentos con el pasar del tiempo. A veces sus tiempos de paz eran largos pero se veían interrumpidos por las llamadas revoluciones, por las conquistas, las guerras civiles o las guerras mundiales. Siempre peleando entre ellos, cada vez más brutales, con armas cada vez más extrañas y dañinas.
A veces, a uno o a otro, se le hacía difícil continuar.
El único día que podían verse lo pasaban entre discusiones y palabras hirientes, se decían cosas de las que se arrepentirían todo un año entero hasta que tuvieran la oportunidad de disculparse, a pesar de que ambos sabían que no había necesidad. Era en días como esos donde aprovechaban, más que nunca, decirse cuanto se querían el uno al otro.
"Te he amado incluso antes de conocerte." le dijo Harry una vez mientras sostenía en sus manos las mejillas del dios de la guerra "Te he amado incluso antes de nacer, cuando era tan solo una sensación, una fuerza que impulsaba la unión entre gigantes o titanes. Te he amado incluso cuando no sabía de tu existencia. Sabía que mi corazón te pertenecía y te pertenecería hasta el fin de los tiempos: cuando el Sol se apague, cuando la tierra deje que girar, cuando los mares se sequen y no haya nada más que el vacío de Caos." Y mirando sus ojos, susurro en su boca "Mi amor, mi todo."
"Cada vez que voy a una guerra tu cara es lo único constante en mi mente. Yo peleo por ti. Peleo por más horas, por más días, por años a tu lado, a pesar de saber que no puedo morir, yo peleo para vivir más tiempo junto a ti, aunque este esté en nuestra contra." Le respondió Louis mientras colmaba de besos su frente, sus mejillas, su pecho "A veces, cuando mi corazón parece hundirse en las profundidades más oscuras del Hades, le pido al Crónida que me conceda saber noticias tuyas, a veces cuando mi mente parece no encontrar descanso, le pido a Morfeo que me deje caer en un largo sueño, sólo para poder verte en él. Eres lo primero en lo que pienso cuando Eos, la de rosáceos dedos, se asoma en el cielo y lo último cuando la noche reclama su lugar."
Entonces se fundían en un beso que hacia sacudir hasta los cimientos del templo mejor construido, unían sus cuerpos y sus almas una vez más mientras el universo aguardaba silencio y les concedía unos minutos de eternidad para estar juntos. Sus gemidos y jadeos llenaban cualquier vacío de la inmensidad del cosmos, sus pieles como seda eran el único abrigo que necesitaban, sus manos la única promesa que les brindaba calma, sus ojos su única bebida y sus labios el único alimento.
Algunas veces bajaban al mundo de los mortales y se mezclaban con ellos.
Se tomaban de las manos y caminaban juntos aunque algunos les daban miradas de repulsión, aunque con el pasar del tiempo las miradas cambiaron y se volvieron más gentiles, se tomaban algo llamado fotografías con un aparato extraño, hacían que algún extraño los retrate en las calles a cambio de unas monedas, se regalaban flores robadas de algún jardín, se perseguían el uno al otro y terminaban besándose en algún callejón o en donde fuera que los llevaba la situación.
Por un día. Veinticuatro horas. Se tenían el uno al otro. Nadie más. Sólo Ares y Eros. Sólo Louis y Harry. Por un día dejaban de esperar. Por un día dejaban de contar los días que faltaban para estar más cerca. Por un día eran reyes. Por un día le robaban al tiempo. Por un día no eran dioses. Por un día. Veinticuatro horas. Eran héroes.
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86.400 segundos
FanfictionEllos eran como el sol y la luna, siempre persiguiéndose pero sin alcanzarse. Excepto un día. Ese único día donde los dioses y el universo los dejaban estar juntos. ¿Y qué si tan sólo era un día? Valía la pena la espera mientras se tuvieran el uno a...