I would burn cities to the ground just to keep you safe

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"I would do anything for you, anything to keep you from harm. I would burn cities to the ground. You are all that matters"


Cersei Lannister



Una de las cosas que más les gustaba hacer cuando estaban juntos era bajar a la tierra y pretender ser alguien más. Se quitaban el traje de dioses y por un rato jugaban a ser mortales, tenían aventuras de todo tipo, desde ser reyes escapando juntos a simples campesinos labrando la tierra, dando paseos a la medianoche en lugares que no podían pronunciar. Todo lo que alguna vez soñaron.

Les gustaba lo efímero, aparentar ser otros y saber que no eran los únicos con mala fortuna, saber que no eran los únicos con el tiempo en contra. Era algo triste de algún modo, pero engañaba a la mente por un rato, incluso si sus corazones aun sabían la verdad.

En esa ocasión, la grandeza de Grecia había quedado atrás hacia mucho tiempo y un nuevo imperio había nacido, uno con nuevos nombres para ellos y con nuevas formas de entretenimientos para los súbditos.

Era un lugar enorme, Louis tenía que reconocer que los mortales sabían cómo construir monumentos imponentes, que le recordaba a los teatros donde se presentaban las tragedias en Atenas. El público estaba ansioso, había mujeres, niños y hombres, todos devorando el pedazo de pan entre sus manos, chillando y esperando a que el espectáculo diera comienzo.

Su estómago se revolvía de solo pensar que toda esa masa se encontraba allí para ver hombres pelear hasta la muerte, tal vez él era el dios de la guerra pero aún era capaz de sentir compasión, su mente aún era capaz de distinguir entre el bien y el mal, y aquello era simplemente despiadado.

Pero al igual que él, la gente se encontraba allí para olvidar la miseria que embargaba las calles de la cuidad, donde ellos mismos peleaban entre sí y muchas veces el premio era un pedazo de pan duro y viejo.

Los combates de gladiadores era una fiesta para todo público sin duda, pero el mayor beneficio se lo llevaba el emperador. Ganaba votos y por un día la cuidad quedaba libre de peleas callejeras mientras él pretendía que se interesaba por su pueblo, cuando todo lo que hacía era ahogarse en vino y pagar por un par de cuerpos que le calentaran la cama.

Louis compadecía a las personas que debían tocar a ese hombre tan desagradable.

Simon era aborrecible, despreciable, indigno y vil, el dueño de la hybris¹ más grande que alguna vez tuvo la desgracia de contemplar. Su alma era negra y su corazón un músculo marchito, nunca había mostrado interés en otras personas que no fueran el mismo o de las que pudiera sacar algún beneficio. El dinero era su único amor, por eso hacía todo lo posible para continuar en su posición, pero Louis lo sabía, él iba a ser uno de los principales responsable de la caída del imperio romano, no faltaba mucho tiempo, la cuenta regresiva había comenzado hace rato.

Horas atrás, cuando el cielo empezaba a teñirse con las primeras luces de la mañana, unos guardias del emperador los atraparon a Harry y al él caminando de la mano y robándose caricias de la boca del otro. Amenazaron con ejecutarlos ahí mismo por haber roto el mandato de Simon donde quedaban prohibidos todos los actos de carácter indecente entre dos hombres o entre dos mujeres, pero por supuesto Louis los detuvo, sólo para que su boca los metiera en un problema más grande, nunca fue bueno en morderse la lengua.

Debí matarlos cuando tuve la oportunidad, pensó.

Su corazón mantenía un ritmo regular pero podía sentir la desesperación hirviendo en sus venas, esperando el momento para entrar en ebullición. No podía ver a Harry en las gradas pero estaba seguro de que allí estaba. Había algo en su pecho, como un hilo alrededor de su corazón, que se estiraba cada vez que estaba lejos de su amor, un hilo de oro, que se tensaba pero nunca se rompía.

86.400 segundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora