kiss me on the mouth and set me free

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"De él no he de olvidarme mientras yo esté entre los vivos y mis rodillas puedan moverse.
Incluso si en la casa de Hades uno se olvida de los muertos, aun allí me acordaré de mi amado compañero."

Ilíada: canto XXII; vv. 387-390





Harry ha estado presente en cada una de las batallas que el universo ha conocido, tal vez al principio no físicamente, pero sí su esencia: Eros.

Contrario de la creencia popular, en el Caos del principio no reinaba la desolación o la anarquía, Caos es el primer estado del cosmos. Una vasta inmensidad que dio origen a Gea, la de amplio pecho¹, y al lado de ambos estaba Eros, una fuerza que unía a titanes y gigantes, algo inexplicable, capaz de ablandar el corazón más sensato y mejor preparado.

La primera lucha de la cual su alma inmortal fue testigo, fue la de los titanes contra su padre, Urano. Sabe cada cosa que sucedió ese día, la manera en que Gea creo la hoz con la cual cercenaría a su esposo y como el despiadado Crono tomó la oportunidad en cuanto su madre se la otorgó.

A eso le sucedieron incontables luchas de poder, una detrás de otra. Hijos contra sus padres, hermanos contra hermanos, divinidades contra mortales, humanos contra humanos. Un todos contra todos, sangre derramándose culpa de seres sin conciencia.

Troya no es la excepción.

Mientras en el Olimpo los dioses discuten, él se queda callado y ruega a quien sea que la guerra termine pronto. Han pasado años desde la última vez que ha visto a Louis y no hay día en que su corazón traicionero no lo extrañe, al igual que cada fibra de su cuerpo.

Aún recuerda su despedida, la mañana en que Ares se involucró en el conflicto. Aún recuerda la forma en que ajusto las correas de su armadura brillante. Aún recuerda la suave presión de sus bocas juntas y la seguridad del beso, la mezcla de esperanza y temor, frío y caliente, el veneno más amargo y el néctar más dulce.

Amor y guerra.

"Vuelve a casa." le susurro "Vuelve a mi" cada letra pronunciada era un nuevo roce de sus labios.

Aún recuerda como Louis recargó su frente contra la suya antes de responderle "siempre" y aún recuerda como éste lo beso por última vez; quitándole el aliento, dejándole el corazón martilleando de manera furiosa, con las mejillas ruborizadas y la cabeza ligeramente mareada.

A través del espejo forzado por Hefesto ubicado en medio de la impoluta sala, puede ver a su amado pelear contra los troyanos. Su mirada azul brutal, la mandíbula apretada a más no poder, el ceño fruncido en concentración, y su implacable espada moviéndose como una extensión de su propio cuerpo.

"Tiene que parar." dice pero su voz es tan sólo un murmullo "Tiene que parar" repite más alto, algunas deidades, confundidas, giran la cabeza para mirarlo "¡Tiene que parar!" ruge.

"¿A qué te refieres?" pregunta Atenea.

Por supuesto, piensa, siempre la primera.

"La guerra." responde calmadamente pero con firmeza y determinación "La guerra debe que terminar. Es hora de que Troya caiga."

"No." la contra respuesta no se hace esperar. Atenea aprieta la mandíbula con fuerza, al igual que los puños que descansan al costado de su cuerpo "Aquiles no morirá."

"Tienes que dejar de protegerlo, Atenea, no intentes alargar su vida, él ya perdió lo único que lo mantenía entre los mortales." los ojos verdes de Harry adquirieron una tonalidad olivácea, casi parecía competir contra los grises de la diosa de la sabiduría por quien debía llevarse el premio a los ojos más calculadores "Él ya ha sido egoísta antes deja que lo sea una vez más y salva a los aqueos que aún quedan."

86.400 segundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora