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- La caída de Cali fue solo el principio... - susurra John. No me había fijado que Fernando, Cuatro y él estábamos en el mismo Halcón.

Cuatro asiente, sin despegar la vista de la ciudad consumida por las llamas.

- Todas esas personas..., los civiles..., los soldados..., los nuestros..., - Cuatro agacha la cabeza para evitar un lamento, pero después su gesto se hace firme, mirando a Fernando, - ¿qué sigue?

Fercho no puede evitar mirarme. Sé que no puede hacer esto solo, y si lo descubren, será el primero en morir por alta traición a "Génesis". Asiento, demostrándole mi respaldo.

Fernando vuelve a desviar la mirada hacía Cuatro.

- Tenemos que ir por unos aliados... - Dice él.

- ¿Por quién? – Dice John.

Fernando traga saliva antes de contestar.

- Las FARC... - susurra.

- ¡¿Qué?! – Interviene Cuatro.

- ¡No podemos hacer eso! – Dice John.

- ¡Escúchenme! – Dice Fernando, - estoy bajo órdenes del Capitán. Ella cree que con las fuerzas revolucionarías de nuestro lado, podremos igualar la pelea. Además, serían aliados poderosos que si cayeran en manos del gobierno, serían títeres...

John y Cuatro se miran, por un momento lo dudan, pero al final ceden.

- No puedo creer que nosotros hayamos causado tanto desorden..., - ignoro el hecho por un instante de que los líderes discuten. - Tenemos el don de la autodestrucción.

Los líderes ceden al silencio, saben que es lo más conveniente ahora. Si el plan de Fernando llega a tener éxito, podríamos atacar el palacio de justicia de Bogotá.

Miro a Fernando de reojo. Parece cansado. Todos lo estamos. Nuestra única esperanza está en el grupo terrorista de Colombia.

Mientras nos alejamos más de la ciudad, miro el resplandor de las llamas en la noche que destaca a la distancia, pensando en que Ángela debe estar desesperada. Sola. Vulnerable. Débil. El infierno es igual o peor sin ella, mientras esto continúe.

****

El helicóptero hace un fuerte movimiento. En el trayecto del camino me he quedado dormido. Miro por la ventanilla. La oscuridad del bosque indica que estamos aún más cerca de nuestro destino.

- ¿Cómo sigue esa pierna? – Pregunta Fernando.

Desconcertado lo miro.

- Bien. El dolor es arduo pero nada que no pueda manejar... - contesto.

- Está bien...

- Deberías descansar...

- No puedo..., - dice Fercho en tono pesado, - este plan es mi responsabilidad. Si quiero dirigirlos a la libertad, debo sacrificar cosas absurdas como estas. Además, en cualquier momento podremos llegar, y obviamente no nos recibirán con los brazos abiertos.

Entiendo la posición de Fernando, en su vida como soldado no le enseñaron otra cosa más que pelear por "libertad", honor y honestidad. Pero está exagerando un poco.

- Esto jamás debio suceder... - digo cambiando el tema brevemente.

- Lo sé. Quisiera parar toda está violencia absurda, pero no puedo... - en el resplandor de la luna alcanzo a ver su mirada, esa mirada que indica un grado de compromiso y liderazgo. – Debemos seguir luchando. – Asiento.

Miro de nuevo el bosque, pensando en si será un lugar agradable para escapar. Pero ningún lugar es seguro.

- Alfas, Bravos y Cazas... - dice el piloto en interferencia, - estamos entrando en territorio de las FARC... - interferencia – prepárense para descender.

- Te lo dije... - dice Fernando parándose de su asiento. Se cuelga el fusil con las correas del arma. Abre la compuerta del helicóptero y deja a fuera medio cuerpo al descubierto. La brisa de la noche choca con mi rostro. Sé que se acerca algo mucho peor.

Cuatro le hace un gesto a John, este asiente y por su comunicador ordena al resto de su unidad que estén listos.

- ¡Aquí estamos bien! – Dice Fercho a través del comunicador dirigiéndose a los pilotos. Estos comienzan a descender en una zona un poco libre de árboles justo para que los tres helicópteros le den paso a los rebeldes.

Los Halcones vuelven a emprender vuelo, alejándose del perímetro para vigilar la zona desde el aire y para solicitar fácilmente extracción del lugar.

Fernando, Cuatro y John se alejan un poco para evaluar a lo que queda de los equipos más destacables de "Génesis".

- ¡Acérquense todos! – Grita Cuatro.

- En vista de que hemos perdido a nuestros hermanos, solo les pido una sola cosa, conserven la esperanza, esta guerra no ha terminado, y tenemos mucho que dar... - Dice John

- Gracias Cuatro. Gracias John. – Dice Fernando. - Escúchenme, tal vez algunos tengan miedo, estén cansados o desesperados. Solo les pido una última cosa, resistan. Prometo llevarlos a casa, a todos ustedes, no pienso seguir perdiendo gente.

****

Cuatro lidera la marcha colina arriba. Él lleva una linterna. Fernando me ayuda a seguir el paso. Después de haber caminado casi por media hora, parecemos dar vueltas y más vueltas. Lo único que diferencia el lugar, es un enorme tronco hueco. El líder Bravo ilumina con su linterna el árbol en mal estado. En la parte superior hay una prenda de un soldado manchada de sangre.

Cuatro mira a Fernando. Él sabe lo que significa. Es una advertencia. Sin embargo, Fercho asiente, haciendo que el líder Bravo continúe como si nada.

Voy con Fernando en lo último de la fila, y sé que no estamos solos, siento la sensación que desde que descendimos de los Halcones, hemos estado siendo observados y seguidos por todo el camino del bosque por sombras.

Las sombras se acercan velozmente, atacan a Cuatro, y al resto del equipo, estos comienzan a abrir fuego sin dudarlo. En el intercambio de balas, un hombre de aspecto indígena se acerca a Fernando y a mí, este me hace a un lado y ambos comienzan a pelear cuerpo a cuerpo.

El terrorista ataca a Fernando en la cabeza con el mango de su fusil, haciendo que caiga al suelo, este suelta el suyo y cae a mis pies, lo levanto, y en un instante los rebeldes están apuntando a los terroristas, y estos, a nosotros.

TIERRA DE NADIEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora