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- Saben que no tienen que estar aquí, ¿verdad? - Dice el de rasgos indígenas: moreno, cabello corto, fornido, con mirada sangrienta. Su uniforme les dio un buen camuflaje.

- ¡Alto! - Digo. - Solo queremos hablar con su superior... - mientras que el grupo guerrillero se hacha en risas.

- ¿Qué les hace pensar que saldrán vivos de esta? - Dice otro de ellos, acercándose al árbol hueco. Se agacha, solo para incendiar el tronco.

La luz del fuego nos deja desconcertados por un instante.

- No venimos a pelear... - dice John sosteniendo aún más fuerte su fusil.

- Tenemos algo en común... - interviene Cuatro.

- ¿Qué es?- Dice el hombre de aspecto indígena sarcásticamente. - Supongo que vienen a secuestrar más senadores... - el grupo terrorista se ríe.

Los rebeldes se miran unos con otros desconcertados.

- Por favor... - Dice Aura.

- ¡Lárguense! - Le reprocha el hombre que incendió el árbol.

Su intolerancia me empieza a enfadar.

- ¡Escuchen! - Comienzo, - ustedes no saben desde donde venimos y para que venimos. Las tensiones que se están presentando...

- ¿Creen que no sabemos quiénes son? - Dice el hombre de aspecto indígena en tono calmado haciéndolo un poco aterrador. - Sabemos perfectamente que ustedes hacen parte de "Génesis". La rebelión.

- No nos importa que quieren de este lugar. Sea lo que sea, no lo conseguirán... - habla un hombre de aspecto delgado.

Con estas personas no se puede discutir. Bajo el arma, y me acerco aún más al jefe. El hombre de aspecto indígena. Este retrocede un poco, pero mantiene el arma apuntada a mi pecho a un metro de distancia.

- Si en realidad quieren lograr un cambio por este país es necesario que comiencen a pensar en la colectividad y dejen la individualidad. El Gobierno y el Estado nos ha mantenido sumisos ante ellos. Ante nuestra libertad... - por un momento, el jefe comienza a dudarlo, pero poco a poco baja las armas y este ordena que su grupo ceda.

- ¡Rodéenlos y desármenlos! - Dice el jefe. - Si en realidad buscan colectividad, deberán confiar.

El grupo terrorista nos rodean y comienzan a quitarnos los fusiles. Fernando se levanta y se examina brevemente, se acerca a mí ayudándome a subir la montaña de nuevo.

Los terroristas apagan la fogata y comienzan a seguirnos el paso llevados con el jefe a la cabeza.

****

Cuando por fin llegamos al campamento: instalaciones de madera, carpas sostenidas apenas con mallas sujetadas a los árboles y el fuego en mitad del enorme lugar. Fernando me hace sentar en una roca. Los otros guerrilleros miran asombrados, esperando algún movimiento en falso para atacar.

Entonces, los soldados terroristas le abren paso a Timoleón Jiménez, uno de los dirigentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.

- Dicen que insistes en hablar conmigo, ¿no es así? - Asiento. - Bien, hablemos, - mientras acaricia un cuchillo en su muñeca - ¿qué quieres?

- Señor Timoleón, nosotros, somos parte de la rebelión. Llegamos acá con el fin de formar una alianza... - tanto guerrilleros como rebeldes guardan silencio. Sé que la atención está puesta en mí, - nuestro único objetivo, es derrocar el sistema capital para dar inicio a un nuevo sistema...

El líder de las FARC ríe un buen rato, era obvio esperar una respuesta así de él.

- Joven, nosotros no haremos parte de ese meticuloso plan...

- Creo que ya lo hicieron. Vera, nosotros solo vinimos a solicitar una alianza para terminar lo que el Gobierno y el Estado iniciaron - dice Aura.

- Creo que para ninguno de nosotros es fácil que nos vean como enemigos - Interviene Cuatro.

- Somos seres humanos. Queremos libertad. No dejaremos que pasen por encima de nosotros. De alguna manera quiero que esta lucha concluya. Nosotros. Ustedes. La sociedad. Colombia no puede permitir más una era de sumisión capital. En más ignorancia. Tratamos de la manera pacífica, pero nos dimos cuenta como la mayoría de nuestros derechos son pisoteados. - Ahora más que nada, el silencio de los demás me resguarda. - Me cansé de ver eso en el rostro de los niños. ¡De sus hijos! La discriminación. Solo quedan ansias de pelear por lo que es nuestro. ¿No les parece injusto que otro país sea quién saque provecho de nosotros? - Fernando, Cuatro y John hacen un gesto de aprobación - podemos crear la diferencia. Hacer que Colombia crezca. Este es un nuevo episodio de guerra y violencia... - no pienso seguir rogando una ayuda que quizás no se no sea otorgada. Fernando se equivocó si pensó que estas personas nos podrían ayudar. - Realmente pensé que íbamos a llegar a algo...

Fernando toma la palabra:

- El gobierno tiene apoyo detrás de estas fronteras. Y quieren traer ese apoyo para acabar con la rebelión. Nosotros solo nos tenemos a nosotros mismos. Somos treinta y dos departamentos dispuestos a luchar. Pero si actuamos indiferentes a nuestra nación, ¿Qué precio estamos pagando?, - Mientras termina de hablar, veo las miradas como se clavan en nosotros.

- No tiene caso seguir aquí... - digo dando la espalda.

Después de un largo momento de silencio.

- Está bien. Lucharemos.... - dice Timoleón. Me volteo para mirarlo al rostro - Es evidente que ustedes buscan el bien común. La igualdad. El futuro del país. Y para eso estoy dispuesto a luchar. - Dice él con un gesto de satisfacción.

****

Fernando, después de haber presentado y adelantado al líder de las FARC de los hechos sucedidos en el país parece tener esperanza. Ambos bandos parecen unificarse más.

Alfas, Bravos, Cazas y las FARC, preparan todo para el regreso a Bogotá.

Al amanecer, los Halcones nos recogen y junto con los helicópteros de los guerrilleros partimos todos saliendo del enorme mar trópico hacia la ciudad.

****

Por el camino de regreso, no ha habido más que silencio. Las pequeñas casas a las fueras de Bogotá son las primera en aparecer. Avanzando un poco más. La ciudad parece aún más destruida desde que la vi por última vez.

Llegando a la plaza de Bolivar. El centro de Bogotá. Los helicópteros comienzan a descender, pero uno de los vehículos aéreos explota, haciendo que el helicóptero en el que voy descienda al suelo en un impacto de fuego, sangre y metal.

****

Al despertar, lo primero que veo es una figura muy familiar, sumisa en sí misma, delante de un escritorio, amordazada con las manos atadas atrás y los pies de igual forma. ¡Es Ángela! ¡Está de rodillas!

- ¡Ángela! - Grito.

Ella me mira, y al voltear su rostro golpeado un lamento gigante me impulsa llegar a ella. Trato de levantarme, pero también estoy inmóvil. Insisto, pero las cadenas no ceden. Me relajo un breve momento para contemplarla una vez más con lágrimas en los ojos, como si mi vida estuviera pasando frente a ellos. Es entonces en que la silla que está detrás del escritorio se voltea. El hombre se levanta, se acerca y le dispara a Ángela en la cabeza.

Se acerca a mí:

- Traidor... - dispara.



FIN DEL PRIMER LIBRO.

TIERRA DE NADIEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora