S01E35: Podemos ser héroes

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Afuera, el resplandor naranja del amanecer se cuela entre los hierros oxidados de máquinas antiguas que ya no funcionan, de entretenimientos como dinosaurios, enorme y extintos. Christian camina con el paso firme y la espalda recta. Probablemente nunca en su vida haya estado tan erguido. De la mano derecha la cuelga la pistola de paintball. Del brazo izquierdo, sostenida por una correa que la deja caer sobre la espalda, la ballesta de Walter. A su remera con la cara de Sheldon Cooper le falta un pedazo. Lo arrancó, a los tirones, para improvisar una venda sobre la mano ensangrentada de Zoe, que sigue inconsciente.
A su lado, Walter camina con el paso agotado y la mente perturbada por la cantidad de cosas sobres las que tendrá que dar explicaciones; pero también con la tranquilidad de haber rescatado a su hija. Como si fuera un bebé, la lleva cargada en brazos. Cada pocos pasos acerca el oído a su cara, solo para asegurarse que aún respira. La chica perdió mucha sangre, pero los reflejos de Christian para los primeros auxilios fueron de gran ayuda; y aunque siga desmayada, con unas cuantas horas de descanso, un par de puntos de sutura y una bolsa de suero por vía endovenosa estará bien. Nada que él mismo no pueda solucionar con el botiquín de equipamiento médico de emergencia que le proporciona la agencia. Nada de hospitales, nada de médicos curiosos que pregunten qué pasó. Nadie tiene por qué enterarse de nada. Con suerte, Zoe volverá pronto a la escuela, como si nada. Con más suerte aún, Milo permanecerá en las sombras y no volverá a acercarse a su hija, al menos por un tiempo. Y, con muchísima suerte, quizás cuando termine la escuela, Christian pueda ser reclutado por la agencia. Al fin y al cabo, el chico ha demostrado, en una sola noche, tener el estómago de un verdadero cazador.
Christian abre la puerta trasera del Toyota y Walter deposita a Zoe, aún dormida, en el asiento. Pero cuando Walter está a punto de moverse hacia la parte delantera del coche para tomar el volante, la mano Christian, pesada sobre su hombro, lo detiene:
"Yo manejo, Señor W. Vaya atrás, con Zoe. Ya vámonos a casa"

Hijos de la OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora