Capítulo 56

134 18 17
                                    


Tenía dos meses. Jake me había llamado más tarde esa noche para decirme que Nick —su jefe, mi jefe ahora también— había accedido a dejarme terminar el año académico. Faltaban dos meses para que terminaran mis clases, así que ese era el plazo que tenía para viajar, para despedirme de todos, para hacerme a la idea de que no los vería en mucho tiempo más. Dos meses eran mejor que nada, mejor a que hubiera rechazado mi petición y haber tenido que partir en ese mismo momento junto con Jake, pero no dejaba de sentir que era muy poco plazo. De hecho, ya no tenía dos meses, desde el día que había hablado con Jake hasta hoy ha pasado una semana, una semana que se me fue en un pestañeo...

He hecho tantas cosas que ya perdí la cuenta. No he tenido ni un momento para mí, entre las clases, la terapia y mis amigos, no he tenido ni un día libre, sentía como si todo el mundo estuviera tirando de mi de un lado para otro. Aunque no me molestaba, me gustaba saber que había gente que quería pasar tiempo conmigo antes de que me fuera, tener amigos a los que les diera tristeza que ya no fuera a verlos a diario. Tener amigos. Eso todavía me seguía asustando ¿Lograré hacer amigos allí también? Es gracioso cómo a principios de este año me hacía la misma pregunta antes del primer día de clases. Supongo que tendré que confiar en que las cosas saldrán bien como cuando era nueva aquí. No se repetirán, porque nada en la vida pasa de la misma manera dos veces —por suerte—, pero tengo fe de que saldrán bien, diferentes, pero bien.

Estar tan ocupada me había dejado sin tiempo para cosas que quería hacer antes de viajar. Había querido hablar con Adam durante toda esta semana, pero yo no soy la única que está a punto de terminar las clases, él está en el mismo proceso que yo. Los pocos días que lo vi, tenía una cara de cansancio que preferí no decir nada, supongo que no era el momento de agobiarnos con otras cosas, tenía que concentrarse para sacar buenas calificaciones y que mantuvieran su beca, no puede perderla ahora que está tan cerca de terminar. Yo también tenía que preocuparme de mis calificaciones, ya había comenzado a hacer los trámites para transferirme. Tenía que irme bien para que me aceptaran, el año siguiente será mis últimos dos semestres, no podía irme mal ahora y atrasarme otro año más. Por el bien de los dos, nuestra conversación tendría que esperar.

Pensé que, con la noticia de que me iría dos años —como mínimo, podrían ser más— a vivir al otro lado del mundo, Annie se relajaría, me equivoqué. Ya no va tirando indirectas cada dos por tres como siempre, pero si Adam está por casualidad en casa al mismo tiempo que yo, ella está todo el tiempo conmigo. Hasta si estoy estudiando en mi habitación, va a cada rato con la excusa de traerme cosas, me ha asustado un par de veces al entrar sin avisar, una vez le grité un insulto pensando que era Pablo ya que él tiene la mala costumbre de entrar sin golpear la puerta antes. Fue lo mejor de mi día, ni siquiera la pedí disculpas. No entiendo cuál es su problema ahora, mi mamá me dijo claramente que no le molestaría si entre Adam y yo llegara a pasar algo, no lo ve a él de mala manera tampoco, hasta quiere ayudarlo. Y como si fuera poco, yo me iré en un mes y tres semanas, debería estar contenta, haciendo fiesta, saltando en un pie. En cambio, sigue con su cara de regaño permanente hacia Adam. Supongo que los prejuicios no se olvidan de un día para otro, menos cuando alguna vez te causaron tanto mal, aunque esa debería ser una razón para que no los tuviera con nosotros: No le hagas a los demás lo que no te gustó que te hicieran a ti...

Estaba terminando de enviarle un ensayo por correo a uno de nuestros profesores cuando la puerta de mi habitación se abrió de golpe. Por más que quisiera insultar a Annie otra vez, esperé a ver quién era antes de decir cualquier cosa. Esta vez sí era mi hermano el que entró como si alguien viniera persiguiéndolo.

—¿Cuántas veces tendré que decirte que golpees antes de entrar? —dije sin quitar los ojos del computador.

—Lo siento —dijo algo agitado— No tengo tiempo de ser educado cuando traigo no tan buenas noticias.

Aprendiendo a vivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora