No todo es siempre fácil

19 2 0
                                    

Sabía que había hecho lo correcto. En el fondo de su corazón lo sabía. Sin embargo, las viejas costumbres son un hábito difícil de controlar y cada vez que se descuidaba se encontraba pensando en las actualizaciones de las aplicaciones, o en los nuevos chismes de la red que se estaba perdiendo. Todo ello, claro está, en medio de las asignaturas más importantes, con la consiguiente nueva bronca por parte de los maestros.

No sabía si alguien había notado que intentaba estar más centrada, ya que ninguna de sus compañeras de habitación había intentado hablar con ella siquiera. Rose siempre se encargaba de desviarle la mirada y cuchichear con Leonor Pettsky y Lydia Herbs, su nuevo grupito de amigas.

Pasó las páginas de su manual reglamentario de hechizos de clase 3 y suspiró sonoramente mientras observaba al trío de amigas riendo en la sala común. Con lo fácil que había sido al comienzo y ahora estaba sola y sin posibilidad de arreglar las cosas.

El golpe seco de un libro al caer a su lado la hizo despertar de su profunda depresión. Albus la miraba con picardía mientras tomaba asiento a su lado

-Te noto... Desganada - murmuró eligiendo las palabras y observando la escena que había llamado la atención de Anya

Ésta miró un segundo a Rose que la miraba de reojo y volvió la vista al libro

-Lo he estropeado todo - murmuró con un hilo de voz con su acento extranjero fuertemente marcado

-Desde luego 

-Eres todo un apoyo moral - respondió la morena tratando de contener las lágrimas

-Solo debes ir a pedirle perdón. Mi prima es una orgullosa cabezona pero no creo que sea capaz de odiarte para siempre

-Está bien... - respondió no del todo convencida

Cerró el enorme libro de hechizos y tras respirar un par de veces de forma pausada se levantó de la mesa y se aproximó al pequeño grupo. No sabía como comenzar por lo que esperó allí, de pie sin decir nada, hasta que las chicas notaron su presencia. Lydia se giró y puso una mueca de asco que era difícil de ocultar que las demás chicas respondieron con una gran risotada

-Esto... yo... - trató de comenzar 

-Ahora viene el momento en el que se cae de bruces - la cortó Leonor y las tres rieron de manera escandalosa

A estas alturas todo el salón sabía que algo pasaba y las miradas de alrededor de veinte personas se centraban en ella. Sus mejillas se tornaron del color de la fresa madura y ante la incapacidad de contener las lágrimas se dio la vuelta, recogió su libro al que se aferró con todas sus fuerzas y se alejó saliendo por el hueco detrás del retrato.

La sala se mantuvo en silencio por un par de segundos que Albus aprovechó para acercarse a su prima y mirarla con ira contenida

-Muy bonito, haces honor a tu linaje - le recriminó

Momentos después desapareció por las escaleras a las habitaciones y las chicas rieron por la escena, todas menos Rose.

  ♫♪♫♪♫♪♫♪♫♪♫♪♫♪♫♪♫♪♫♪♫♪♫♪♫♪♫♪♫♪♫♪♫♪♫♪♫♪♫♪♫♪ 

Anya había corrido por las escaleras de manera frenética intentando chocar lo menos posible pero aún así teniendo que disculparse varias veces. Salió por una de las puertas laterales y se acercó al borde del lago negro para reflexionar. ¿Como podía estar todo tan mal de repente? Las lágrimas recorrían sus mejillas y solo se preocupaba por limpiarlas para que no empaparan el libro de arriba a abajo.

-¿Anya? - escuchó una estruendosa voz a su espalda

Se sobresaltó por un momento y al ver a la persona que tenía al lado su miedo no disminuyó en absoluto. Era Hagrid. Se secó las lágrimas con las mangas de la túnica a toda velocidad, esperando que al recomponerse el semi-gigante desapareciera lo antes posible

-Ah... ahh... Hola Hadrid - saludó marcando el acento como cada vez que se encontraba nerviosa -. ¿Cómo estás?

-Yo me encuentro bien... Acabo de venir de regar las hortensias de sangre de la señora Sprout y me ha dejado algunos ingredientes para hacer un buen caldo - respondió más que alegre -. Sin embargo... Tú no pareces nada bien

Anya tenía la cara roja y aunque ahora estaba seca sus ojos se notaban aún brillantes, como quien está a punto de echarse a llorar de nuevo

-No... no... Yo... Estoy bie - y volvió a llorar. La ansiedad de contenerse empezaba a pasarle factura

Hagrid la ayudó a levantarse y  la llevó hasta su cabaña

-Te voy a preparar un caldo que te hará sentir mejor y así me cuentas qué ha pasado...

La chica asintió y se dejó llevar por la calidez del abrigo de piel de topo del gigante

Harry Potter (Fanfic) - Los descendientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora