-No, no y no. Y vuelvo a repetirlo: ¡No!
Anya subió las escaleras de caracol con la gracia de un colibrí, haciendo que los zapatos claquearan contra el frío mármol blanco. Alina Adler nunca había sabido convencer a su hija, y quizás era por ello que intentaba hablar lo menos posible con ella. Suspiró entrecerrando los ojos para finalmente soltar un gruñido, apretando los puños bajándose a la misma altura que su hija
-¡He dicho que irás y no hay más que hablar! - frunció los labios y continuó hablando para sí misma -. A ver a qué niño de 14 años no le hace ilusión saber que le han admitido en Hogwarts...
Para cuando escuchó los gritos de su madre ya estaba metida en la cama, dentro en su fuerte de almohadas y peluches. Nunca le había gustado como la trataba su madre, siempre había pensado que era una mandona insaciable y apenas habían compartido palabras en los últimos años que no acabaran en gritos y malas miradas.
Sacó su teléfono móvil y comenzó a teclear. Sabía perfectamente que no lo necesitaba, pero desde que conoció la existencia de la tecnología muggle apenas pudo separarse de ella, incluso cuando su madre le prohibió siquiera pensarlo, había conseguido poner a su padre de su lado.
-Es sólo un aparato. ¿Qué daño podría hacerle? - soltó en tono bonachón y tras algunos gritos parece que acabó en acuerdo
Claro, que su padre, Edward Adler, perteneciente al ministerio de Kiev, siempre se había mostrado muy abierto, incluso había tratado que hicieran amistad con los vecinos muggles de en frente, aunque nada había terminado por fructificar.
Anya por otro lado se había hecho fan nº 1 de las redes sociales. Solía hablar con desconocidos de todo el mundo bajo las dos únicas reglas de "no encontrarse con nadie en persona" y "nunca mencionar el tema de la magia". Aunque ni siquiera ella misma era fan de la magia. Llevaba como media hora criticando las impertinencias de su madre con Cloe012 cuando la silueta de su padre asomó por el marco.
-¿Puedo pasar? - dijo prácticamente en un susurro
Edward nunca elevaba la voz y siempre sonreía. Tenía un aspecto joven, con su pelo oscuro manchado con pocas canas sobre la tez blanca y los ojos enormemente azules. Se parecía mucho a Anya, aunque ella tenía los ojos de su madre, verdes esmeralda con "ese brillo misterioso" como a ella le gustaba llamarlo.
-Supongo... - dijo sin dejar de mirar a la pantalla
-Tu madre dice que no quieres ir a Hogwarts - soltó abrúptamente, dejándose caer en la cama
-¿Y qué con eso?
-¿No lo piensas reconsiderar?
-No
-¿Qué tiene de malo? - insistió
-Todo - respondió la morena con tono monocoque, como si aquello lo explicara a la perfección
-Oh, ¿en serio? - soltó con un poco de asombro finjido mientras que se reía por lo bajo. ¿Sabes? Yo fui a Hogwarts
Anya levantó la vista y le miró con algo más de atención. Suponía que si había ido su madre debía de ser algo así como una cárcel para niños, pero mencionar que el mismo había estado le dio un brillo de esperanza al asunto
-¿Y te gustó? - murmuró, sorprendiéndose a sí misma por el tono de alivio
-¿Bromeas? Fueron los mejores años de mi vida. Estoy seguro de que te encantaría: vives en un castillo, hay muchísima comida y amigos... Además, podrás aprender muchas cosas
-Ah, que ilusión, aprender muchas cosas
-Sabes casi tan bien como yo lo que te gustaría. Y también se que te gustaría aprender magia si le dieras una oportunidad
-El único hechizo que necesito es el que uso para cargar el teléfono móvil
-Muy bien... Entonces tendremos que buscar otro colegio, pequeño, sucio, y en el que no te dejen con tus cosas muggles...
Anya le miró y gimoteó soltando el teléfono sobre la colcha.
-¿Qué había de malo con mi antiguo colegio?
Su padre se acercó y le besó la mejilla.
-Dale una oportunidad
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Harry Potter (Fanfic) - Los descendientes
Fantasi-No, no y no. Y vuelvo a repetirlo: ¡No! Anya subió las escaleras de caracol con la gracia de un colibrí, haciendo que los zapatos claquearan contra el frío mármol blanco. Alina Adler nunca había sabido convencer a su hija, y quizás era por ello qu...