Capítulo 4.

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La intensa luz blanca me hizo fruncir el ceño y comenzar a molestarme. Odio cuando me despiertan con la luz del sol, por lo que me comencé a quejar.

Cuando quise moverme para levantarme, mis piernas y pies se encontraban entumecidos, al igual que mis brazos, extrañándome. Abrí mis ojos poco a poco, esperando unos minutos, ya que me ardían por la luz y miraba borroso, notando sólo blancura.

Me comencé a incorporar pero me detuve de inmediato. En mi estómago sentí un dolor horrible con pequeñas punzaciones. Emití un pequeño grito y me volví a recostar.

Mi mano al rebotar contra la cama, hizo darme cuenta que llevaba una aguja enterrada en una vena, pasando suero por ella. Observé la habitación con detenimiento, no estaba en mi cuarto.

—¿Un hospital? —seguí observando mi entorno con curiosidad—. ¿Por qué estoy aquí...?

Me sobresalté al ver la puerta abrirse de repente. Pero quien había entrado no era para nada desconocida.

—¡_____, despertaste! —exclamó mi madre al llegar junto a la cama. Al ver como comenzaba a llorar, pude notar la gran preocupación que sentía—. ¡Me asustaste! —rodeó mis brazos con delicadeza en un abrazo.

—M-Mamá...

—¡Nunca vuelvas hacerte daño! ¡Me tenías muy preocupada! —se separó un poco y me besó en la frente.

—¿Hacerme da--?

—¡Hija! —mi vista se dirigió rápidamente hacia la puerta, viendo a mi padre pasarla corriendo con mi hermana tras de él, ambos llegaron hasta junto a mamá—. Qué bien que hayas despertado ya —mamá se hizo a un lado y dio paso a que papá me abrazara con delicadeza—. No hemos dormido por la preocupación —se alejó, acariciando mi cabello suavemente.

—¡Estas loca! —gritó Ema con lágrimas sobre sus mejillas. Se inclinó al frente de mi cama y cubrió su rostro con la sabana, sujetando con fuerza mis piernas.

No pude resistir al verlos a todos así. Por lo que mi fuerza se esfumó, demostrando ese lado sensible en cada lágrima que dejaba correr por mi rostro.

Sólo fueron unos segundos en lo que mis brazos se pusieron alrededor de mi madre, acercándola más a mí para ocultar mi rostro en su estómago.

Sólo que momentos así, deben terminar.

—Disculpen —unos cuántos golpes en la puerta nos llamó la atención, encontrándonos con una enfermera enternecida por la escena ante sus ojos—. Lamento la interrupción, pero su hija necesita descansar aún. Sus heridas podrían abrirse de nuevo en cada movimiento que haga.

Mis padres no parecían querer irse aún. Ni yo tampoco quería que se fueran. Pero quisieron no causar molestias por lo que antes de salir depositaron un beso sobre mi frente y algunas palabras cariñosas.

Cuando salieron, dejando esa sensación de soledad de nuevo, la enfermera se acercó a mí. Escribió algo sobre su tablero y después sacó un frasco y una jeringa de sus bolsillos.

Al ver como preparaba la aguja no pude retener el nerviosismo y miedo. Las odio profundamente.

Al tenerla lista, la enfermera mi miró sonriendo, pero al notar mis nervios redujo el tamaño de sus labios.

—Se nota que tu familia te ama mucho —dijo, tratando de hacer una conversación para eliminar mis nervios—. ¿No lo crees?

—Sí... —murmuré después de unos segundos.

—Yo quisiera tener toda mi familia al igual que tú —la miré con atención. Su mirada había bajado al suelo y muy apenas podía sonreír—. Aprovecharía todos los momentos. Pero es imposible.

Welcome to the nigthmare in my dead [ Jeff x Lectora ] EDITANDO. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora