Distintos olores y sonidos fueron lo primero que prensencie cuando volví en mí. Mis ojos los abrí de a poco, encontrándome con oscuridad y después un silencio. Parpadeé un par de veces para confirmar que ya no tenía ni la venda ni la mordaza. Me traté de levantar y para mi sorpresa lo logré al ya no tener las cadenas sobre mi estómago. Parpadeé desconcertada unos segundos antes de correr por donde recordaba estaban las escaleras y a unos pasos cerca del barandal se detuvieron mis pies de golpe, provocándome una caída de rostro al suelo. Solté un quejido y me arrodillé, acariciando mi adolorida cara, porque vaya que no era para nada suave el concreto -obviamente-.
Estiré mi brazo a mis pies y sentí las cadenas sujetándome con fuerza ambos tobillos. Me volví a levantar e intenté de nuevo avanzar pero me detuve, pues que yo no me quería romper la nariz o algo por andarme clavando el suelo de nuevo, pero es que de verdad tenía que encontrar manera de salir. Me sentía un cerdo encadenado, sabiendo que debía huir del matadero antes que llegara el carnicero. Jalé con fuerza una cadena con mi pierna y después la otra. Eran resistentes éstas cosas, la puta madre.
No sé cuántas veces estuve jalando y levantando las cadenas para intentar escapar pero es que era tan jodida la situación. Debía volver a casa, debía salir del puto infierno en el que estaba metida. Qué horrible es que te invada tanto la desesperación que llegues a ese punto donde no te importa gritar, quejarte y llorar. Nada me quedaba en mente más que tocar las paredes, el suelo, tocar todo a mi alrededor con cuidado por si encontraba algo que me fuera de ayuda de sacarme las putas cadenas.
—No puedes hacer nada —escuché de pronto y un sobresalto me impactó horriblemente. Con rapidez volví mi mirada a mis espaldas e intenté visualizar quien estaba allí. La oscuridad no me permitía nada hasta que mi vista se fijó en una pequeña flama en el suelo saliendo de un encendedor que lo sostenía una mano delgada.
La flama fue levantada y posicionada frente al rostro delgado y blanco de una chica. Sonreía, su cabello le llegaba arriba de su cintura y estaba acomodado mostrando su frente. En sus ojos se reflejaba la luz anaranjada de la flama pero también su tono oscuro, profundo. Se encontraba en el suelo, sentada y balanceándose infantilmente, con una blusa de manga larga negra y unos pantalones del mismo tono.
—¿Quién eres tú? —me atreví a cuestionar. Ridículamente sonó a un balbuceo.
No parecía peligrosa, le calculaba de mi misma edad o un año menor.
—¿Qué eres de Jeff? —soltó, evadiendo mi pregunta por completo. Se levantó del suelo y caminó lo más cerca mío. Supe que también estaba en mi misma situación, con ambas cadenas en sus tobillos, sólo que no tenía ni una necesidad de huir al parecer.
—¿Importa? Tenemos que salir de aquí antes de que venga ese psicópata y nos mate —iba a tratar de quitarme la cadena forcejeando con el candado cuando ella me sujetó del brazo y me detuvo.
—Él no quiere que salgamos ni intentemos escapar, así que nos quedaremos el tiempo que quiera —dijo con un tono seco, demandante, antes de cambiar drásticamente su tono de voz por una de niña pequeña, tan asquerosamente infantil—. Lo que sí es importante, es que yo sepa qué tienen tú y él.
Me solté con brusquedad de su agarré para admirarla con molestia y confusión, me dí cuenta que era un poco más baja de altura pero... ¿Qué acaso está bromeando? ¿De verdad quería estar ahí hasta que llegara Jeff?
—¿Estás hablando en serio? ¡Podemos buscar una salida ahora mismo!
—Contesta a lo que te dije —me ordenó, acercándose con seriedad a mi rostro.
—Niña, tú evadiste mi primera pregunta y además no tengo porqué responderte. Aquí quédate si quieres, pero yo me largo. Prefiero morir de todo menos por las manos de un imbécil que ni parpadea —me acerqué a la tubería donde se encontraba enredada la cadena e intenté sacarla, insistente antes de que ella volviera a abrir la boca. Ya me estaba estresando mucho más.
—Respeta a Jeff, pendeja. Tú no eres más que una sucia perra como para insultarlo —exclamó y trató de tocarme, pero las cadenas no se lo permitieron y soltó un quejido. Quise ignorarla y ya, pero al parecer estaba tan dispuesta a seguir poniéndole atención. Me había volteado y de nuevo le observé, molesta.
—¿Por qué? ¿Me vas a golpear acaso? ¿O le vas a decir que me mate? —estaba ya lo suficientemente cerca como para pudiera estirar un brazo Y golpearme o algo, pero justo cuando me iba a contestar se escuchó un golpe en la puerta frente a las escaleras. Mi corazón se aceleró y le arrebaté rápidamente el encendedor para poder buscar algún objeto y usarlo como defensa. El maldito lugar estaba limpio de objetos peligrosos.
—¡Somos novios! —respondió y yo quedé muda, congelada.
¿Eh?
Unos segundos pasaron en los que sólo nos observábamos frente a frente y rompí el silencio con mis carcajadas.
—¿Novio? ¿TU novio? —volví a carcajear—. Espera, espera... —tomé aire mientras sujetaba mi estómago y volví a reír.
—No le encuentro la risa. ¡Él y yo--
—¿Yo y tú? —y apareció su puta voz, tan burlona como profunda. Sus pasos silenciosos recorrieron las escaleras, solamente dejando sus hilos de crujidos por lo viejos que parecían los escalones. No pude evitar tragar saliva, con mi miedo creciendo de a poco de nuevo. Sinceramente, aunque tratara de ser fuerte, con esta cosa me parecía siempre difícil...
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Corto y sin tanto, pero era el borrador de hace casi dos años. ¿?
Adivinen quién vuelve.
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Welcome to the nigthmare in my dead [ Jeff x Lectora ] EDITANDO.
Casuale«-"¿Qué porqué a ti? ¿qué quieres escuchar? ¿Qué eres una elegida? ¿qué te necesito para ser una nueva asesina? ¿qué no eres como las demás chicas que me han invocado? Todo eso son estupideces. Tú haz querido esto, así que eres solo un juguete, entr...