No es mi tipo.

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Enero 25.

Papá ya lleva en Londres diez días. Todo es emocionante para todos, en especial para mamá, ya que mis tíos y abuela ya se habían reconciliado con ella. Se sentía más segura y feliz. Deseé por mucho tiempo que volviera a ser tan feliz como se ve ahora.

Por lo que me ha contado papá, ellos aún no han hablado nada sobre el matrimonio. No me preocupa, porque sé que el amor que se tienen hará que ellos reaccionen y en un abrir y cerrar de ojos ya están casados.

—Ya llegamos —dice papá desasegurando el auto.

Miro por la ventanilla y frunzo el ceño.

—La preparatoria está a una calle más, papá —le digo mirándolo.

—Bájate de una vez, Lizzie, estoy apurado —dice a regañadientes, bufo y abro la puerta—. Hey —me llama.

—¿Qué? —le respondo.

—Pero qué humor —susurra—. ¿No le darás a tu papá un beso y un abrazo?

—Papá, ¿es enserio?

Él señala su mejilla y luego extiende sus brazos. Río un poco y con una sonrisa le doy lo que pide.

—Que tengas un buen primer día.

—Gracias papá —le digo bajando del auto con mi computadora en el brazo y mi bolso en mi hombro.

Camino hacia la preparatoria, rogando en mi interior por encontrarme con gente de la secundaria, sólo estaba segura de que estarían Zoey, mi prima, Maddison, mi mejor amiga, Lorraine y Jason. Pero no sé quiénes más de la secundaria se habían inscrito a ésta preparatoria.

Cuando doblo una esquina, me topo con un chico quién estaba agachado y lo hago caer.

—Cuánto lo siento —me disculpo situándome frente a él y ayudando a recoger sus papeles.

Él se incorpora pero se queda agachado. Extiendo sus papeles y lo miro. Él me mira acomodando sus enormes lentes. Suelta una risa nerviosa y me recibe lo que recogí recién.

—¿Elizabeth Tanner? —pregunta algo desconcertado.

—Eh... Así aparece en mi acta de nacimiento, pero nadie me dice de ese modo. Soy Lizzie.

Me pongo a mi altura normal y él también lo hace.

—El 94,1% de las personas prefieren que las llamen por un apodo porque odian su nombre.

—Ah... No lo sabía —respondo tratando de mostrar interés, pero no es así—. ¿Cómo sabes quién soy? —le pregunto, cambiando de tema.

Él baja su cabeza y aprovecho para detallarlo. Su tez es blanca, pero no demasiado. Su cabello es café oscuro. Su vestimenta es esa típica de los cerebritos de las películas: Pantalón beige, camisa color verde y un suéter sin mangas de rombos como patrón.

—Estuvimos en el mismo curso por cuatro años.

—Oh... ¿Cómo te llamas?

—Soy Michael Edison.

—¡Claro! El de las notas perfectas cada año, cómo pude olvidar...

—No disimules, sé que sigues sin saber quién soy.

Y da justo en el blanco.

—Lo siento, Michael, ¿quieres decirme por qué estabas agachado hace un momento?

—Ya sabes, los populares me empujaron "sin querer" pero en realidad lo hicieron con toda la intención.

—Lo sé —digo—. De verdad te ofrezco una disculpa, por todo, tengo que irme, voy tarde y es mi primer día.

Mi padrastro, mis papás, y yo #R3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora