Capítulo 2.

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El resto de las clases fue totalmente aburrido. Trataba de encontrar a Sophie con mi mirada pero cuando lo lograba ella la desviaba totalmente, ¿será que de verdad no quiere que le hable? A veces las mujeres son complicadas, cuando dicen que "si" puede ser un "no" pero cuando dicen que "no" tal vez es un "si" disfrazado de un "tal vez". Ay, ya me confundí.

En fin, las mujeres son complicadas y la mayoría de las veces no sé que quieren decir, esa fue una de las razones por las que mi tercera novia rompió conmigo, un día simplemente llegó, me dijo y cito: "Ya no quiero tener nada contigo, nunca me entiendes, eres un insensible". No es que yo fuera un insensible, ¿o lo quiso decir en serio? Dios, no puedo ser tan malo, ¿o si? No lo creo, me preocupaba por ella, le hacía compañía, salíamos regularmente, teníamos sexo todos los días. Creo que no sé. Tal vez no conectábamos, si, eso debió ser.

¿En qué estaba? Ah, si. Sophie Adams.

Es que no entiendo qué es lo que tiene que no la puedo sacar de mi cabeza, ya me llamaron la atención varias veces por no estar atento en las clases pero es que no lo puedo evitar, cierro los ojos y veo esa mirada y me imagino una sonrisa en ese hermoso rostro. La verdad nunca me había pasado esto, es decir, nunca tuve la necesidad de sacarle una sonrisa a ninguna chica y no había sentido esa corriente eléctrica que sentí cuando ella me tocó el hombro antes de llegar al jardín donde me dijo que me alejara de ella.

Llegó la hora del almuerzo y la verdad es que estoy demasiado hambriento. Me dirijo hacia la cafetería sin prestar atención a ninguna persona que me saluda en los pasillos. No es que yo fuese popular pero la mayoría de las personas en el instituto me conocen y dicen que soy simpático y agradable. Sus palabras, no las mías.

Llego a la fila y tomo una bandeja, generalmente en las escuelas los almuerzos son asquerosos pero gracias a Gertrude -la cocinera- éstos se vuelven un manjar y son realmente apetecibles. Como los labios de Sophie. Si, no lo puedo negar. Agarro una hamburguesa doble de queso y un refresco y pago a la señorita que está atendiendo, Gertrude está detrás de ella y la saludo a lo que ella me responde con un meneo efusivo de su mano.

Gertrude es realmente una señora agradable, un día me pusieron un castigo -no fue mi culpa; accidentalmente tropecé con un sujeto en el pasillo y al parecer no había tenido un buen día porque trató de darme un puñetazo que logré esquivar y yo se lo devolví, lo llevaron a la enfermería y a mi me castigaron- me tocó ayudar a asear la cocina y mantuvimos una charla bastante entretenida. Me contó que tenía un hijo que estaba en España estudiando y que extraña a su esposo que falleció hace unos cuantos años. Bastante agradable.

Me doy la vuelta y me dirijo a una de las mesas donde divisé a Thiago. No pude evitar voltear hasta la mesa que se encuentra en el fondo donde siempre se sienta Sophie pero me llevo una agria sorpresa al ver que está hablando con un chico. ¿Por qué con el si puede hablar y conmigo no? Termino de llegar a mi mesa y me siento en la silla donde puedo mantenerla en mi campo de visión.

Aunque fijándome bien, ella no está hablando, sólo está con esa cara seria y esa mirada helada. Abre la boca y al parecer lo que dice molesta al chico con el que está porque se levanta furioso y se dirige a la salida. Sophie hace como si nada pasó y sigue comiendo su almuerzo.

-¡DERECK! -Doy un respingo en mi lugar al escuchar el grito de Thiago Borque que ha sido mi mejor amigo desde la infancia. Thiago tiene la misma edad que yo, dieciocho años, es el típico rubio de ojos azules claros -pero no tan hermosos como los de Sophie- aunque no es un mujeriego, lleva de novio con Marlene desde hace dos años y son una pareja estable.

Completely in LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora