Capítulo 11.

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—¿Por qué así? —cuestioné como niño pequeño haciendo pucheros.
 
—Porque yo lo digo. Punto. —zanjó el tema.

¡Estaba loca! Bueno, aunque eso yo ya lo sabía. El punto era que ella quería conducir hacia no-sé-dónde y, no contenta con ello, quería llevarme con los ojos vendados. ¿Es que acaso me quería devolver lo que hice con ella ayer? Por Dios, que mujer tan vengativa.

Estaba por demás nervioso, aunque según ella no tenía porqué.

Si, claro, como todos los días conoces a tus suegros... Todo casual. Ya la veré yo a ella cuando conozca a mamá. Muajaja...

—¿Por qué tienes esa sonrisa de estúpido en la cara? —Sophie me sacó de mis pensamientos.

—¡Oye! Se nota que me quieres. Ésta —señalé mi sonrisa con mi dedo índice— es mi sonrisa colgate perfecta y estás envidiosa por que es mejor que la tuya.
 
Se rió. ¡La hija de su madre se rió de mi! ¡EN MI CARA!

Me abalancé sobre ella y caímos sobre su cama, dirigí mis manos a sus costillas y traté de hacerle cosquillas. Sophie me quedó viendo. Sin reírse. No puede ser...

—¡No! ¡No puedes arruinar un momento tan romántico! ¡Se supone que tienes que tener cosquillas! —renegué.

—¿Qué? —preguntó ella claramente confundida.

—¿Es que acaso no lees novelas románticas? ¡Helooooou! Se supone que yo te hago cosquillas hasta que admites que tengo mejor sonrisa que tú. Duh. —rodeé mis ojos.

—Dereck, ¿estás seguro de que no eres gay?

—¡Sophía! ¡Claro que no soy gay!

—No me llames así —frunció el ceño—. No tienes que avergonzarte, puedes decirme la verdad. Sabes que te apoyaría con lo que...

La besé. Malditamente no podía creer que ella pensara que yo era gay. ¡Estaba loco por ella!

—Si me lo permitieras, te demostraría que no soy gay ahorita mismo. Sobre esta cama —dije con la respiración agitada en un susurro sobre sus labios.

—Era... una broma —su respiración estaba más agitada que la mía y sus mejillas estaban rojas. No lo pude evitar y lamí su mejilla izquierda. Gimió casi imperceptible.

Maldita sea, autocontrol ven a mi.

Me aparté de ella, de lo contrario hubiera arremetido contra ella y no quería eso. Mierda, ahora necesitaba una ducha fría o tomar aire, mi amiguito se emocionó mucho y ahora estaba duro como piedra.

Me aclaré la garganta. —Lo siento, pero todo es tu culpa y, para la próxima, no hagas ese tipo de sonidos cuando esté sobre ti —advertí.

—N-no hay problema —murmuró nerviosa—, ya no los haré si no te gustan.

La tomé del mentón para que mirara mis ojos.

—Jamás, óyeme bien, jamás digas eso —pedí—. No es que no me gusten, es sólo que debo controlarme y ese sonido no me ayuda mucho a pensar claramente.

Asintió.
 
 
(***)
 
 
—¡Mierda, Sophie! —chillé.

Me había golpeado con no-sé-qué-cosa en el tobillo, ahora me dolía como el infierno. Tomé como pude la zona afectada con mis manos y me sobé un poco mientras Sophie acariciaba mi espalda murmurando "Lo siento" sin parar.

Completely in LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora