Capítulo 6.

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Unos murmullos y unas manos apretándose en mi pecho estaban sacándome de la inconsciencia, lo último que recordaba era la plática con Sophie y luego tener mucho sueño pero... ¡Demonios! Me había quedado dormido. Mi mamá me iba a matar, ¿qué hora era? Al abrir los ojos todo era oscuridad, sólo la luz de la luna que se filtraba por la ventana daba poca iluminación, todo era sombras.

De nuevo esos murmullos y quejidos, volteé mi cabeza y pude distinguir el rostro de Sophie en la penumbra, se estaba moviendo de una manera inquietante, su ceño estaba fruncido, lágrimas bajaban por sus ojos aún cerrados y decía cosas inentendibles para mis oídos. Una sensación de angustia se instaló en mi pecho al notar la situación en la que se encontraba, era obvio que estaba teniendo un mal sueño pero al intentar moverla no despertaba. Me zafé de su agarre que estaba aumentando y me paré para encender la lámpara que estaba en la mesita de noche a la par mía.

Ahora Sophie estaba en el medio de la cama y seguía con esos movimientos como si alguien estuviera encima de ella y sólo tratara de zafarse, una idea llegó a mi cabeza pero la deseché instantáneamente, mi Sophie no pudo haber pasado por eso. Me negaba rotundamente. A mi mente también llegó esas noches donde yo despertaba con pesadillas sobre Lucy y mamá al no saber como despertarme me abrazaba cantándome una canción hasta que me relajaba. No tenía idea de si eso lograría despertar a la pelinegra, el sentimiento de angustia aumentó cuando de su boca empezaron a salir gritos ahogados de desesperación. ¡Maldita sea!

Rodeé la cama y me senté en la orilla, atraje el cuerpo de Sophie a mi pecho y, meciéndonos de atrás hacia adelante, comencé a arrullar la primera canción que se me vino a la mente.

—"You can count on me like one, two, three and I'll be there..." —Count on me de Bruno Mars, en una versión más lenta, me pareció una buena opción, yo estaba ahí para ella y podía contar conmigo. Seguí cantando la canción en un tono bajo hasta que sentí los músculos de Sophie relajarse un poco, mis brazos funcionaban como una cárcel y no la quería dejar escapar, me partía el alma saber que ella tenía pesadillas, al parecer demasiado fuertes, que hacían que no pudiese descansar. Yo ya había pasado por ello, y en los días más tristes me seguía sucediendo, así que no quería eso para mi Sophie.

Casi al final de la canción sentí a la pelinegra removerse, tomó con su manos mis brazos y me apartó de ella. Se movió al otro extremo de la cama y se sentó abrazando sus rodillas con el rostro escondido, sus hombros se movían de arriba para abajo indicándome que estaba llorando y sentía mi pecho desgarrarse un poco más, no la quería dejar sola, quería velar por sus sueños siendo el ahuyentador de sus pesadillas.

—¿Sophie? —susurré. Mala idea, eso sólo sirvió para que ahora sus sollozos contenidos sonaran en toda la habitación, Dios, me sentía tan mal. Traté de moverme despacio para alcanzarla, pasé mi brazo por sus hombros y sentí todo su cuerpo tensarse. Quiso apartarme pero fui lo suficientemente rápido para atraerla a mi en un abrazo protector, luchó para alejarse pero sé que ahora lo que necesita es ésto así que reforzé un poco mi agarre para que no tuviera espacio para moverse.

—Tranquila, pequeña, todo está bien, ya pasó, estás bien...—traté de calmarla como a un niño de cinco años que despierta de una pesadilla, pero es que no la podía ver de otro modo ya que estaba tan frágil. No sé cómo me tratará mañana ya que se que para ella no es fácil que una persona la vea así de sensible, a nadie le gusta que lo vean romperse. Lo digo por experiencia propia. Pasados los minutos los sollozos formaron parte del pasado, ahora Sophie sólo estaba con la respiración un poco irregular pero yo no dejaba de acariciar su espalda, empezaba a no sentir mi trasero gracias a la incómoda posición en la que estábamos así que me hice un poco para atrás pegando mi espalda en el respaldar de la cama dándole de nuevo la sensación de libertad a mi hermoso trasero.

Completely in LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora