Capítulo I

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-Hermano, ¿estás seguro que quieres salir hoy?

Rocinante Donquixote se encontraba sentado en un elegante sofá color rojo, su postura revelaba una gran tensión. Sus cabellos rubios cubrían con gracia sus ojos. El muchacho se encontraba algo tenso y nervioso ante su hermano Doflamingo.

-Claro que si... He estado muy aburrido últimamente, creo que iré a darme una vuelta a Sabaody, tengo ganas de hacerme con algo especial ¿No crees que deberías conseguirte un esclavo por primera vez en tu vida?

Doflamingo se encontraba observándose ante un largo espejo cuyo marco estaba hecho de oro y tenía en él joyería incrustada; el espejo apenas lograba reflejar sus 3 metros de altura. El rubio miraba su vestimenta típica de noble, se aseguraba de que su cabello estuviera perfectamente peinado y su rostro estuviera impecable. El muchacho acomodo sus gafas y volteo hacia su hermano.

-Pues veras Doffy...

-Vamos, podrías conseguir a algún humano entretenido o alguna mujer hermosa allá abajo-le dijo Doflamingo con un tono especial para convencerle.

-Pero...

-Vamos, date prisa. Quiero volver antes de la cena...

Y Rocinante se puso de pie y fue detrás de su hermano.

-¿No crees que papa estará molesto de que traigas más esclavos a casa?-comento Rocinante con mucha cautela mientras iban camino a tomar el carruaje que los llevaría hasta el puerto donde tomarían el barco hacia Sabaody.

-Oh Roci... Aun eres un niño asustado, deja de pensar en lo que dirán en casa un rato y vamos a divertirnos, ¿quieres?-y Doflamingo esbozo una enorme sonrisa maliciosa a su hermano menor.

-Está bien Doffy... Puede ser divertido...

-¡Lo será, ya lo veras! Esos humanos son tan pequeños e indefensos es una completa diversión bajar a su tierra e inspirarles el miedo absoluto...-y lanzo una profunda risa mientras alzaba el rostro en gesto de superioridad.

Rocinante sonrió débilmente. La verdad es que solo le seguía la corriente a Doflamingo cada vez que este manifestaba tales actitudes. La realidad es que Rocinante, junto con sus padres, era el desadaptado en Mariejois. Solo tenía un esclavo a su servicio y este solo le ayudaba en tareas básicas, Rocinante prefería atenderse por sí solo. ¿Qué clase de placer enfermo tenían sus compatriotas y hermano al usar a humanos para todas sus tareas y caprichos? Parece que nunca lo descubriría. Conocidos y amigos de Doflamingo siempre juzgaban el comportamiento tan extraño de la familia Donquixote y consideraban que solo Doflamingo era digno de convertirse en un buen amigo.
Mientras Rocinante discutía en su mente el cómo lidiaría con la experiencia de este día, el carruaje ya había llegado al puerto. Prosiguieron a colocarse sus trajes especiales para salir al "mundo de los humanos", estos consistían en un traje de cuerpo completo que incluía un casco y un equipo de purificador de aire.
Esta era otra de las cosas que intrigaban a Rocinante, ¿En serio el aire de allá abajo sería tan sucio como todos creían?

Pasaron varias horas para que finalmente los hermanos Donquixote (junto con su escolta privada que cuidaba sus espaldas) arribaran al archipiélago Sabaody. Su llegada fue inesperada pero no tardo mucho para que todos los habitantes y tiendas les recibieran con todos los honores posibles. Las personas les abrían paso para inmediatamente después arrodillarse ante ellos.

-¡Mira eso Roci!-exclamó Doflamingo con una amplia sonrisa-¿Puedes ver el terror en sus caras, mira como tiemblan al vernos? Su pánico me da tanta felicidad...-y saco su elegante y brillante pistola con la que empezó a disparar al azar entre pequeños montones de gente.

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