Secreto.
Caminó unas cuantas calles, no sabía con exactitud qué casa sería, se imaginó una rosada con el nombre de la fraternidad en grande y varios perritos cuidando el jardín. No sabía que le diría a Lauren esa noche, como comentarle lo que había visto sin traumarla o que ella pensase que está loca, era algo nuevo para Mackenzie contarle a alguien esto, pero tenía que hacerlo.
Era viernes por la noche, el primer día Lauren le había comentado que harían una fiesta en su fraternidad, por lo cual Mackenzie dedujo que ahí pasaría la tragedia.
Llegó a la calle, miraba cada una de las casas buscando la de Lauren, pero todas eran normales así que empezó a revisar los buzones. Encontró uno que tenía una inscripción relacionada con la universidad, celebró internamente y caminó hasta el porche. Analizó la casa y quedó confundida, se supone que era una fiesta, no se escuchaba música alguna y no habían jóvenes alborotados en busca de sexo y drogas. Pensó por un momento que se había equivocado de casa hasta que escuchó la risa de Lauren desde afuera. Se armó de valor y tocó el timbre.
-¡Un momento!.-anuncia Lauren mientras habla con otras personas. A los cinco minutos esta abre con una sonrisa y al ver de quién se trata, se borra ese gesto.
-Hola, Lauren.-saludó tímidamente Mackenzie, limpiando el sudor de sus manos con sus jeans azules, llevaba una chaqueta de cuero café y una camisa de Nirvana manga corta. Analizó el atuendo de Lauren y no se sorprendió verla con una camisa celeste holgada, un suéter de lana vino tinto, un pantalón deportivo negro y Converse blancos.
-¿Qué quieres?.-se cruzó de brazos, recargando su hombro en el marco de la puerta, su miraba reflejaba lo desagradable que es para ella la visita de la castaña y cuantas ganas tiene de cerrarle la puerta en la cara, Mackenzie nunca la había visto molesta y verla así le produjo escalofríos.
-Quiero pedirte disculpas por lo de ayer,-empezó, muy apenada y dejando todo su orgullo en el piso.-fue muy inmaduro lo que dije e hice y no te lo merecías, no sabes lo mal que me siento en estos momentos, ¿Me perdonas?.-intentó poner su mejor cara tierna con la finalidad de hacer reír a Lauren, cosa que no pasó.
-Acepto tus disculpas.-afirmó irritada. Mackenzie se dio cuenta de lo que estaba haciendo: la estaba tratando igual de mierda como ella misma la había tratado.-Ahora, puedes irte.-intentó cerrar la puerta pero el píe de Mackenzie detuvo la acción, sacando un suspiro resignado a Lauren.
-Necesito hablar contigo, es algo importante.-confesó preocupada, intentado ocultar el dolor en el píe causado por la puerta.
-No quiero hablar contigo.
-Por favor, Lauren. Es sobre ti.-le rogó a la rubia, se sentía desesperada por no lograr que Lauren la escuchase, pero haría lo que fuera para contarle lo que sabe. La otra chica solo suspiro y se hizo a un lado para dejarla pasar.
Lo que ninguna de las dos sabía, era que en la casa de enfrente, se encontraba un hombre vigilándolas.
-¡Pero miren quien tocó la puerta! Lauren, ¿Quien es la nueva? Está bonita.-Mack se giró para ver la persona que había hablado, en la sala se encontraban dos chicas y un chico, una de las chicas era de piel oscura y la otra era morena, el chico tenía el cabello claro y unos ojos azules espectaculares.
-Skyler, no puedo creer que ya andes buscando otras chicas en frente de Valerie, ¿No tienes algún respeto por ella?.-habló el chico, regañando de forma burlona a la de piel oscura que la había llamado bonita. Mackenzie no entendía la situación, se giró para encontrarse con la mirada de Lauren, pidiendo ayuda.
-Por Dios, Dominic. Solo estoy diciendo que es bonita, no voy a tener nada con ella. En cambio tú te revolcaste con la primera que te tocó la cara cuando estabas de novio con Valerie.-resaltó la tal Skyler, defendiéndose de una pelea que, al parecer, es muy seguida. Dominic se iba a defender hasta que la morena que según es Valerie, levantó la mano.
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Visiones.
AcakPesadillas, muertes, miedo. Eso es lo que pasaba cada día en la vida de Mackenzie Evans. Desde que tenía uso de razón, la joven veía imágenes por la noche de las muertes de sus seres mas queridos que, para desgracia de ella, se volvían realidad. Si...