Capítulo II

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*Inicio de llamada*

-Hola, Caro ¿Cómo estás?- Me saluda Kathe.

-Hola, Kathe. Bien y ¿Tú?- Le digo mientras traigo mi taza de café y me siento en la sala y abro el libro en la página que deje hace unos instantes.

-Caro, ¿Al fin vendrás esta noche? - ¿Esta noche, a dónde? me quedo pensando. -Caro, ¿Estás? Hola!-

-Kathe, sí, yo eeeh, está noche... - Mierda, la fiesta - Sí Kathe, está noche- Al fin le respondo.

-Caro, ¿Estás bien?- Pregunta Kathe.

-Sí, sí... Ahí estaré. Bye- Y cuelgo.

*Fin de la llamada*

Continuo con mi café y mi apreciada lectura con "17 cartas de amor" Qué feo es que se muera a quienes amas, no sé, es algo que te marca de por vida, te sentencia para siempre y te arranca la sonrisa... El resto de días simplemente cumples con el deber de abrir un espacio en el armario para guardar una sonrisa grande, bonita y fingida para usar a diario.

Al cabo de un rato de mirar por la ventana miro la hora en mi móvil, ya es casi noche, así que decido por tomarme la ducha, subo a mi habitación, me quito la ropa, me desato el brasier y siento que alguien me observa, veo de reojo, a poca luz y en la puerta de mi habitación hay alguien, me volteo a mirar y la sombra sigue ahí, sostengo mi brasier y tomo un paraguas que estaba sobre la puerta del armario; por suerte y camino despacio, aun sigue la sombra, estando al lado de la puerta, el frío cubre mi cuerpo semidesnudo y me hace cerrar los ojos para estremecerme, al abrirlo la sombra no esta, pero escucho unos pasos firmes que se dirigen hacia la cocina, bajo corriendo y llego a la cocina, a primera vista la examino, me devuelvo y el grifo lo abren, me acerco e inclino la sombrilla, estoy junto a la mesa bar, preparada para golpear hasta que...

-Caro, no! Soy yo!- Dice Kathe poniendo sus manos en frente y queriendo reír.

-Kathe! Estúpida ¿Qué haces aquí?- Le digo sin embargo dando un golpe suave en sus manos.

-Si hubiese sido hombre, pagaría porque ese brasier se te cayera- Dice Kathe, mirando mis pequeños senos.

-Son pequeños, no tienen valor, ni significado, ni nada- Le digo mientras subo de nuevo a mi habitación-

Kathe me sigue sin antes tocarme las nalgas.

-Kathe, basta! ja, ja, ja- Le digo golpeándola con la sombrilla.

-Bueno, te bañas y yo preparo tu ropa- Me indica Kathe, mientras me dirijo a la ducha.

Al salir de la ducha, hay unos short negro con brillantina a los lados y una blusa color rosa transparente, y la ropa interior rosa hace juego con todo el vestuario.

Busco unas zapatillas, con tacón de 2 cm y y punta alargada.

Me arreglo el cabello con la enchurcadora hacía las puntas de mi cabello y me coloco algunas pinzas en forma de flor.

Al bajar, Kathe se encontraba leyendo mi libro y al mirarme se ríe señalándolo y luego lo tira al mueble de la sala.



***

-¿Qué tal la fiesta, Caro?- Grita Kathe mientras me señala una bebida.

-Bien, bien- Le digo mientras utilizo la sonrisa del armario.

***

-Caro, me iré con Kathe, esta algo pasada de copas y no quiero que siga sorprendiendo al "Público"- Me entiendes, me dice haciendo comillas con sus dedos- Me dice Mauricio-

-Entiendo, yo también me iré, yo no conozco a nadie y ...- Mauricio me interrumpe.

-Caro, haz amigos, nosotros somos tus hermanos pero esta gente puede ser tu amistad, no sé baila con chicos pero eso sí, hazte la difícil- Me advierte en buen consejo Mauricio.

Mauricio me conoció primero a mi, estudiamos dos años juntos,gustaba de mi y yo de él, pero Kathe al poco tiempo lo conoció, lo que ella se diferencia de mi es que de tímida no tiene nada, así que, ella se atrevió a hablarle, salieron un par de veces y ese amor entre nosotros desapareció, ahora él está con ella, desde la escuela secundaria y cumplían 9 años de novios, esperan llegar a los 10, y a los 11, tal vez a los 12, 13, ¿Bodas? Ellos no piensan en eso, pero los padres de Kathe son muy tradicionales a la iglesia y esperan con ansias que suenen las campanas.

-No, yo también me iré- Me despido de Mauricio y luego de Kathe, al salir, ya habían varios taxis, me subo a uno de ellos y le indico el camino a llegar a casa.

-Gracias- Le indico al conductor con una amble sonrisa...

Al caminar a mi casa, o la casa de mis padres... Busco la llave en mi bolso y la introduzco en la cerrajería, al abrir, escucho una lata caer, me apresuro a encender la luz y Dios, ¿Qué diablos ha pasado aquí? Mi sala se ha convertido en un basurero, me acerco a la cocina y Oh por Dios, tuve visita y no me di por enterada!

Descargo mi bolso en la mesa bar y  superviso que no haya nadie y luego a garro mi teléfono. ¿Llamo a la policía? ¿A Kathe? o ¿A Mauricio?

-Mejor no llames a nadie- Decía una voz proveniente de las escaleras.

-¿Quién eres?- Pregunto sosteniendo fuerte mi teléfono.

-Eso no importa, vengo en busca de algo y si no lo consigo tendrás tú que pagarme por ello- Dice y asoma su dedo índice y saca su gran uña.

-Tú!- Él, dice mi subconsciente y recuerda aquellos sueños -No! Debo estar soñando como el resto de noches- Digo y cierro mis ojos y luego los abro.

-No soy un sueño, últimamente te he perseguido porque  tienes algo que me pertenece- Dice y se acerca un poco a la sala.

-No sé quién eres, no te conozco, no te debo nada, puedo estar segura de ello- Le fijo mi mirada.

-Pequeña, tonta, pequeña tonta... Te ves mejor en pijama... ¿Cómo era aquella pijama? Sí, una de gatitos, te veías bien... Por no decir más- Dice algo serio y luego ahí viene su tentadora y malvada sonrisa.

En menos de un segundo, esta en frente mio, ninguna distancia nos limita y con su uña toma mi mentón y lo presiona a subir para que yo le mire.

-Dame esos papeles- Me indica moderando la voz.

-¿Qué papeles? No sé de qué hablas, en serio- Le digo con la mirada aun fija.

-No me hagas perder el tiempo, Caroline, me haces perder la paciencia, pequeña niña- Quita su uña de mi cara y me quita el teléfono, lo deja en la mesa bar de la cocina y amablemente me indica el paso para que yo le siga, yo le obedezco y entramos al estudio de mis padres, hace años que no entraba a esta habitación, estas palabras las afirma el polvo que decora la gran habitación.

Él se sienta en el escritorio de mi padre y yo le sigo, enciende la computadora de mi padre y me indica que debo poner la contraseña.

-Maldita sea! Mis padres murieron cuando yo tenía 13 años... Solo recuerdo el rostro de ellos, sus ojos estaban cerrados, sus cuerpos estaban sangrando, un tipo se acerco a ellos y yo tuve que hacerme la dormida... Ese sujeto se llevo a mis padres... Muertos se los llevo- Me tumbo al piso y cubro mis lágrimas con mis manos.





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