La luz del sol entro por mi ventana pegándome directo en los ojos, había sido mala idea dejarla abierta la noche antes, me moví un poco entre las sabanas para poder encontrar mi celular, cuando al fin lo encontré me pude percatar de que me había despertado quince minutos antes, ¡demonios! pude haber seguido durmiendo de no ser por el sol.
Me aliste para otro día de clases, después baje a la cocina en donde papá alistaba el desayuno. Me mantuve en el marco de la puerta, viendo como mezclaba harina para panqueques. Era tan raro verlo ahí frente a la estufa.
Mi padre había sido un aclamado escritor, había publicado cinco libros que tuvieron muchos exito incluso gano premios que se podían encontrar en el estante de la sala. Ahora su vida había cambiado por completo y debía hacerce cargo de mi y mi pequeño hermano. No pude evitar mirar la puerta abierta del otro lado del comedor, ahí se encontraba su estudio aquel en que siempre se encerraba a escribir y ahora siempre se mantiene abierto, en la máquina de describir sobre el escritorio aun se encuentra un papel en donde se plasmó el inicio de una nueva historia pero nunca se siguió.
—¿Qué haces ahí parada?— me volví a él.
—Solo te observo papá–él sonrió.
—Ve por tu hermano vamos a desayunar.
Hice lo que me pidió y subí a buscar a mi pequeño hermano quien ya estaba listo para la escuela. Nos encontramos desayunando en silencio como cada mañana hasta que mi padre artículo palabra.
—Tu tía me sigue insistiendo para que vayas a sus clases de pinturas—mi padre no apartaba la mirada de su plato.
—Realmente no quiero hacerlo papá, no me gusta pintar.
—Eso le dije pero ella insiste cada vez más.
—Solo no le hagas caso papá.
Terminamos de desayunar, mi padre iría a dejar a mi hermano a su escuela mientras que yo iría caminando ya que estaba a tan solo un par de cuadras la mía.
—No se te olvide que tienes que pagar la luz hoy—puse el recibo en la pequeña mesa aun lado de la puerta principal—y el internet.
El tomo en recibo y lo examinó.
–Pasaré después de que busque a tu hermano.
Después de haber pasado un par de días buscando un nuevo club las opciones se hacian cada vez más pequeñas, los clubs ya estaban llenos y los que no, no permitían chicas. Estaba un poco desesperada en tratar de encontrar uno. Estaba haciendo mi quinto intento cuando el director me abordo.
—Te ves preocupada—asegura.
—No encuentro algún club que me acepte— él se quedo pensativo hasta que sus ojos brillaron un poco.
—¿Por qué no te unes al club de lectura?— fruncí el seño.
—Traté pero esta lleno.
—No a ese, al otro. Escuche que esta vez no están completos y andan en busca de nuevas chicas—continúe con el seño fruncido.
El otro club de lectura era realmente el club de corazones rotos de Oliver, ni de chiste entraría a ese.
—Seguiré buscando antes de tomar esa opción tan arriesgada— se encogió de hombros y se fue.
El viento sopla dejando caer unas cuantas hojas de aquel gran roble que da sombra a las gradas del campo de futbol. No se por que he ido ahí, quizás por instinto ya que siempre al salir de clases venía aquí con otras personas, los chicos del equipo estaban practicando, sus uniforme rojo con negro se encontraban ya llenos de sudor.
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Rompiendo El Corazón de un ROMPECORAZONES
Jugendliteratur¿Qué harías si te pagaran para romperle el corazón al rompecorazones? Bien, hoy estoy aquí para contarles sobre Óliver, ese chico que toda chica quiere pero es un rompecorazones incurable, a quien le dedicaron un club en la preparatoria "El club...