En el techo de mi casa

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He estado pensando un poco en lo pequeño e insignificantes que realmente somos. Y resulta que...

Vivimos en un planeta habitado por millones de personas, tristemente idénticas; dentro de un sistema solar compuesto, en su mayoría, por planetas aun más grandes que el nuestro; en una galaxia que contiene números exagerados de sistemas solares, con estrellas miles de veces más grandes que nuestro sol; en un universo sin fin, donde distantes de millones de galaxias se alejan unas de otras, a una velocidad inimaginable, volviendo así al universo cada segundo más grande que el segundo anterior.

¿Qué somos, comparados con las majestuosidad y belleza de una supernova? ¿Qué tan fuertes somos, comparados con la atracción gravitatoria desmesurada de un agujero negro? ¿Qué tan largas son nuestras vidas, comparadas con la de una estrella?

No es que tenga algo en contra de la humanidad, ni que menosprecie a mi raza, pero con tamañas magnitudes rodeándonos, somos como un número... un número elevado a un exponente negativo monstruosamente largo.

Sin embargo, el amor, esa pequeña y mal utilizada palabra, paradójicamente, nos vuelve infinitamente grandes.

¿Qué cómo lo sé?

Pues sólo lo sé.

Palabras Sin ContextoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora