Prologo

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No estaba muerta, pero poco que le quedaba para ello, sus pies heridos se esforzaban para correr más rápido, pero el dolor cada vez era más insufrible, y la adrenalina hacía tiempo que había dejado de ser anestésica. Aun así seguía corriendo, a pesar que su cabeza no dejaba de pensar si no hubiera sido mejor dejarse matar como había sucedido con el resto, en lugar de herir a la muerte con aquel trozo de rama, ahora la perseguía mucho más deseosa de desgarrar su carne que antes.

Aun así Alma sacaba fuerzas de la flaqueza, y corría y corría bajo esa luna llena desoladora, las lagrimas de los horrores que había presenciado hacia rato que se habían congelado en su rostro, y su piel herida lucia entumecida, en su cuerpo había cortes profundos y sangrantes, las heridas en su alma eran ireparables, pero no tenía tiempo de preocuparse por esas cosas.

Como una exhalación, el aliento cálido de el monstruo se agarraba en su nuca, revelándole su proximidad. Alma, cometió un pequeño error, que fue el último, mirar atrás y contemplar el rostro de la muerte, esa muerte que había acabado repentinamente con todo, esa muerte que la miraba con un solo ojo verde y otro supurante, todavía con la pequeña rama clavada. Alma, sintió que las energías le abandonaban junto la sangre perdida, y una roca en medio del sendero que pisaba contribuyo a ello. Tropezó, y con el tropiezo se dio un fuerte golpe en la cabeza, lo último que vio un segundo antes de desmayarse fue la hermosa luna, con una sombra cerniéndose sobre ella.

Tiempo después, otro lugar, otra chica, otro momento, también huia, pero esta vez de otra cosa, esta vez de otro miedo. La chica no corría por el bosque, y era mucho más joven que la primera, la chica no estaba herida de gravedad, aunque su agresor lo hubiera intentado con todas sus fuerzas, aunque estaba claro que no había querido matarla, solo reducirla. La chica sabia que y quien le perseguía, pero no entendía porque, aun así su instinto le decía que debía correr rápido, antes que le atrapara, de lo contrario lo lamentaría mucho más de lo que se podía imaginar. Eso lo sabía y por eso corría, corría para no afrontarse a la incertidumbre de lo que le deparaba el destino, una muerte o algo peor. La chica por eso sonrió, al ver su salvación, unos metros más y estaría en un lugar demasiado abierto para la que hicieran nada, unos metros más estaría protegida. Pero justo cuando una sonrisa triunfal apareció en su rostro, unas manos lograron agarrarla del pelo y tirarla de nuevo a la oscuridad, la chica sintió un fuerte golpe en la sien. Ahora sí que estaba herida. O peor.

Sweet AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora