› 063| Narrado.

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Narra Mía.

A tres días de haber hablado con Cameron, hablé con Justin para pedirle que salgamos.

El tema de Cameron lo había dado por zanjado. A pesar de que debía hablar con él cuando nos fuéramos a ver, creía que podía decirle a Justin lo que sentía por él.

No perdía nada con intentarlo.

Cuando vi a Justin acercándose a mi, yo me di prisa y lo abracé.

—Hablé con Cameron —dije tan sólo tenerlo en mis brazos.

Él se alejó unos centímetros de mi y me observó con una ceja arqueada.

—¿Qué pasó?

—Nada. Dijo que debíamos hablarlo mejor cuando regrese a Los Ángeles —me encogí de hombros—, que es lo que haré. Pero, Justin, ¿realmente crees que pierda alguna cosa si te digo que también siento algo por ti?

Él sacude la cabeza, sonriendo.

—No —sonrió—. Puede que esté apurándome demasiado, pero no pierdo nada intentando algo contigo.

— Definitivamente, no —contesté. Él cogió mis mejillas y se acercó peligrosamente, aunque después se alejó y volvió a sonreír.

«¿Les había dicho que su sonrisa es lo más precioso?»

—Te daría un beso aquí, pero hay bastantes chicas y no quiero dramas.

—Me gusta eso.

—Y a mi me gustas tú.

Sacudí la cabeza, riendo. Me alejé de él y me aferré a su brazo para que comencemos a caminar.





—Muero por darte un beso —confesó con el control de la Play Station en su mano izquierda.

—Justin —me quejé, sonrojándome.

—Es la verdad —tomó un sorbo de su lata de cerveza—. Somos algo parecido a novios, ¿porqué no puedo darte un beso?

—Porque estás jugando y puedes perder —reí—, también porque los chicos pueden entrar y vernos.

—¿Deberíamos decirle a los chicos antes de irnos para Panamá?

—Creo que sí, son nuestros amigos.

—Bueno, vienen en unos minutos —miré la pantalla de mi móvil.

Permanecimos minutos así, hasta que golpearon la puerta interrumpiendo nuestro beso.

—¡ABRAN LA PUERTA, JODIDOS HIJOS DE SU MAMÁ! —gritó Maejor.

—Asesinaré a ese imbécil —espetó Justin haciéndome reír.

—Yo iré —dije tratando de levantarme, pero él me detuvo de la cintura.

— Ese imbécil tiene llave, déjalo.

Apoyó su mentón en mi hombro y acarició mi cintura.

«Un sueño, lo juro.»

— ¡Já! —apareció Maejor en la sala, viéndonos y señalándonos—. ¿Qué pasó? ¿ya cogieron? ¿son novios? ¿cuándo se casarán?, desde ya les digo que quiero ser el padrino de su bo-

Justin le lanzó un cojín haciéndolo callar.

—Maj, cállate —lo empujó Belén.

—Oh, ¿qué pasó aquí? —habló Madison mirándonos pícaramente.

—¡Qué asco!, son tan pervertidos —grité.

— Siéntense —dijo Justin, riendo por lo que acababa de decir— Tenemos que darles una noticia. No sé como se-

— ¡Ay! ¿la dejaste embarazada? -interrumpió Camila— Dios, Mía. ¡Nuestro futu-

—¡ESTAMOS INTENTANDO ALGO! —grité, soltando la noticia.

—¡Ya sabía yo! —gritó Camila viniendo a abrazarnos—. Al fin, miren que ya pensé que ustedes eran idiotas. O sea, se notaba que se gustaban, duh.

Nos abrazó como un oso y luego se fue dando saltitos.

«Ya no sé si tiene 20 o 10.»

—Son la pareja más goals que conozco —habló Alfredo, abrazándome.

—Esperaré que te cuide ése idiota, Leah.

—Jack —espeté, acercándome a él. Lo abracé y el correspondió mi abrazo.

—¿Hablaste con Cam? —susurró en mi oído.

—Si, aunque volveríamos a hablarlo cuando vuelva a Los Ángeles —él asintió.

—Espero que las cosas terminen bien.

Asentí junto a una mueca.

Se separó de mi y se fue con Madison.

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