› 111 |Narrado.

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Narra Mía.

Hacía unos minutos ya que esperaba la llamada de Cameron, diciéndome que vendría para hacerme compañía por la tarde; las chicas estaban molestas conmigo, por lo que decidieron pasar de largo el quedarse conmigo. No podía hacer nada, así que sólo les dije que no importaba.

Entre tanto esperar la llamada de Cam, decidí coger mi móvil y bajar a la sala de estar para ver una película en Netflix.

Lo primero que encontré que me gustaba, era “10 cosas que odio de ti”, entonces le puse play.

—Es tan lindo —hice un puchero.

Me levanté por un paquete de galletas y volví a sentarme, ahí mi móvil comenzó a sonar y contesté sin ver quién era, pensando que Cameron  llamaba.

Mía, sé que no debería estar llamando por esto, pero es... —tomó una profunda bocanada de aire para seguir, no entiendo.

» ¿Es que sigues enganchada por Cameron?, ¿aún él habiéndote engañado?

—Justin, ¿es en serio? —cerré los ojos por microsegundos.

Te sigo queriendo, estúpidamente lo sigo haciendo. Y quiero una explicación, ¿si? —soltó un quejido, dime porqué volviste con él.

—No sé porqué siento que debo explicarte esto —frunzo el ceño, tomando en cuenta de que él no me ve—, por eso lo haré.

» Justin, estamos intentando algo. No somos novios, no. Pero, él ha sido mi amigo por años, sentí algo demasiado fuerte hacia él y eso no puedo deshacerlo así de fácil. Me pidió una oportunidad y se la di, porque sé que él me quiere. Y también lo quiero, aunque no esté enamorada de él.

—¿Y yo?

—¿Tú?

—Si, yo. ¿Dónde se supone que quedo?

—Sabes que te quiero, ¿no?

—Lo pongo en duda, ¿sabes? —mi corazón comienza a latir desbocado, siento que nunca te dejó de gustar Cameron y... que... estuviste conmigo sólo por olvidarlo.

—Eso no fue ni es así, Justin. Estuve contigo porque quise, porque quería estar contigo. Sabía que tú eras una gran persona, que tú sentías algo por mí. Aunque no hubiese funcionado lo nuestro, te quiero. Y te seguiré queriendo, porque me hiciste sentir cosas tan lindas, que nadie lo hubiese hecho.

—Bien.

Colgó, sin decir nada más. Y yo, me quedé en silencio, con el corazón pesado. Me costaba respirar, sentí que, la mitad de lo que había dicho, no era cierto. Que le estaba mintiendo a él y también a mí misma.

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