La última carta que te escribo

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Querido corazón roto:
Deberías aprender a no cortarte con los bordes de los folios.
Te dije mil veces que usaras protección cada vez que te colgaras de sus costillas.
No deberías entregar todo de ti, pero cómo no vas a amar, si ni siquiera sabes querer a secas. Tal vez por eso vas de cama en cama, regalando tus pedazos a todo aquel que te promete el cielo sin tocar primero la tierra.
Y se que últimamente tu insomnio no es por la constelación de pecas de su espalda que resultaban galaxias al unir todos y cada uno de sus lunares, ni siquiera porque le gustaba el café con dos cucharadas de azúcar, y mucho menos por su oyuelo izquierdo -en el que te encantaba posarte para balancearte en su sonrisa flácida y grosera-.
Yo ya no sé que hacer.
Llevo avisándote de tus prioridades mucho rato y supongo que esto es más convincente que sus besos.

PD: Esta es la última carta que te escribo. Estoy cansada de hablarle a las paredes de mi pecho y obtener mi voz de vuelta.
Desgastar la tinta de mi boli no sirve de nada.

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