Maldito sea el once de abril.
Tú, que eras tan perfecto para ser real, que tus labios tocaban mejor que tus manos, que tus manos miraban mejor que tus ojos, que tus ojos besaban mejor que tu boca y que hablar tus oídos era gloria; resultaste ser una gran mentira.
Tan grande, que cuando hablabas conmigo cruzabas los dedos; tan grande, que cada día tenías una manera distinta de fingir amor.
No sé que más hacer.
He tratado de alejarme de ti, pero siempre hay un recuerdo, un puto recuerdo tuyo que no me deja seguir.
¿Sabes qué es lo peor?, que quieres ser invicto, inolvidable, irreemplazable.
Pero, ¿sabes qué es peor que eso?, que no quiero olvidarte, no quiero reemplazarte.
Tal vez el problema sea yo, pero tú eres el causante de todo. Y me encanta.
Me encanta extrañarte, odiarte, alejarte y quererte cerca. Pero tú no haces nada, no te preocupas, no buscas respuesta, no te importa nada.
Debo dejar de ser tan crédula.
Me he hecho fuerte a la fuerza, a golpes, a engaños, a heridas.
Eres un maldito desastre natural.
Eres una verdadera mentira.
Eres un rock and rollero con delirios de literato y estudiante de jurisprudencia.
...
Debería dejar de definirte, eso sería limitar tu "perfección" a costa de palabras que sólo alimentan tu ego.
-al principio maldije, ahora es en serio.-
