Capítulo 37:
Cleo caminaba de arriba abajo por el pasillo, no lograba quedarse quieta, ojala yo tuviera toda esa energía, pero lo único que podía hacer era quedarme sentada con Will a mi lado, sentía que si me ponía de pie mis rodillas no aguantaría y terminaría en el suelo. Pasó una hora antes de que el medico encargado de mi mejor amigo saliera con una cara no muy alentadora. Todos nos levantamos de inmediato
— ¿Cómo está mi sobrino doctor?
El suspiró y se secó el sudor de la frente con un pañuelo
—lo lamento mucho, el chico no resistió...—continuó hablando, pero para entonces yo ya había quedado en shock, mis ojos no veían nada y mis oídos solo escuchaban la voz de Will preguntándome si me encontraba bien, sentía mi boca seca, incapaz de responder , casi sentada al suelo con lágrimas por mis mejillas, faltaba poco para que me pusiera a gritar, sacando todo el dolor y tensión acumulada, este era el tiro de gracia en mi vida, la bala que atravesaba mi cabeza y la cuerda que apretaba mi cuello quitándome el aire, sentía mil cuchillas cortando sin piedad cada parte de mi cuerpo y yo solo me quedaba ahí, estática, incapaz de mover siquiera un musculo.
— ¡no! —Grité— ¡por favor no! —Todos a mí alrededor lloraban
—Emilia, tienes que calmarte—me dijo Will
— ¿¡calmarme!?¿Esto es una maldita broma? ¡Sebastian no puede estar muerto, ¡no! —Luego de gritar sentía que perdía la razón—no, él no está muerto, esto es uno de esos horribles sueños, ¡esto es solo un sueño! —Empecé a pellizcar mis brazos sintiendo un intenso dolor— ¡tengo que despertar! ¡No! —las lágrimas caían sin control por mis mejillas, estaba tan confundida, el dolor cortaba mis sentidos, estaba perdida, nada superaría aquella noticia, ¿Qué había hecho yo para merecer tal cosa? Me repetía una y otra vez en mi mente y que irónico y patético era saber que el único capaz de responder esa pregunta ya no estaría conmigo para responderla, nunca más...
Will me sostuvo contra su pecho mientras yo gimoteaba con fuerza, pensé que el llanto nunca terminaría, que el dolor nunca se iría, recordaría esto toda mi vida si es que llegaba a tener una, lo dudaba en exceso.
Entré a la habitación evitando a cualquier persona que se interpusiera en mi camino, ahí estaba el, tan quieto. Me lancé sobre él y lloré, lloré hasta que llegue a pensar que un diluvio se derramaría por mis ojos marrones, que llenaría toda la habitación con agua salada y tal vez así me ahogaría para estar con él en cualquier parte a la que se había ido. Lo abracé con todas las fuerzas que me quedaban, por primera vez todos mis sentidos estaban unidos, mi mente y mi corazón se habían puesto de acuerdo para llorar por él. Me sentía impotente, lo miré desesperada y luego lo sacudí con fuerza
— ¡tienes que levantarte! ¡Tienes que abrir los ojos! —Grité con tanta fuerza que me dolía la garganta— ¡Tienes que decirme que soy una estúpida por cometer tantos errores! ¡Decirme que vas a estar conmigo siempre! Por favor...— bajé la voz sintiendo como se me agotaban las fuerzas, mis amigos entraron y se colocaron detrás de mí llorando. — Se suponía que tú y yo éramos un equipo, el dúo perfecto— Sollocé. En ese preciso momento recordé la frase que me dijo una vez, la vida tiene que ser como los puntos suspensivos. Siempre tiene que continuar, el punto final ya vendrá cuando estemos muertos.
Me negaba a pensar que el punto final había llegado para una de las personas más importantes en mi vida y tampoco quería imaginar un futuro de puntos suspensivos para mí, una vida sin el regañándome y dándome su amistad incondicional en mi vida era algo que no concebía.
Lloramos juntos por varias horas, los médicos no nos decían nada, imagino que comprendían nuestro dolor y que necesitábamos un tiempo a solas.
Will me abrazó y se mantuvo ahí, parecía que no podía despegarse de mí y yo no lo aparté, necesitaba todo eso, al menos por el tiempo que fuera posible. Él se iría muy pronto para su universidad soñada y yo me quedaría aquí con mi pena ¿Qué haría sin él? Era mi pregunta, y cada vez que me la hacía en mi mente mis ojos se nublaban de nuevo, era una cascada interminable y estaba segura que sería así hasta siempre.
***
Muchas personas, todas de negro. Otro día triste en mi vida, debería ya haberme acostumbrado. Paseaba mi mirada por toda la gente intentando en vano encontrar su rostro acercándose a mí con su típica sonrisa para decirme que todo era una broma, que era una ingenua por creérmelo y que seguiría a mi lado. Apreté la falta de mi vestido intentando que las lágrimas no acudieran a mí. El padre de Sebastian había ido a la ceremonia y estaba junto a su "esposa", su tía se encontraba sentada en una esquina con una mirada de dolor, todo parecía tan irreal.
El ataúd de mi amigo era de un color marrón claro y tenia una gran arreglo de flores blancas y purpura encima. Entre todo aquel suplicio me plantee a mi misma lanzarme encima para abrirla y sacarlo de allí. Las ganas de abrazarlo de nuevo eran insoportables y dudaba de mi mismo enormemente para poder mantener la compostura.
Me habían escogido a mí para decir un discurso y me sentí la persona más patética del mundo por haberlo escrito, no necesitaba esa hoja para decirle sebastian cuanto lo quería y cuanto me hacía de falta, si esa agonía era llevando dos días no quería imaginarme el resto de mi vida.
—hace más de tres años conocí a un chico maravilloso que llegó a mí de una manera extraña. Fue mi soporte, mi mejor amigo desde el primer día, quiero pensar que sentía lo mismo acerca de mí, sin embargo, nunca fui tan sorprendentemente fuerte. La gente solía pensar que éramos la viva imagen de la tenacidad y la amabilidad fusionándose creando una extraña combinación que nos mantenía unidos, sin embargo al lado del el yo era como un huracán que él siempre lograba controlar, tenía un poder mágico. —Tomé aire antes de continuar espantando el llanto— Me duele en el alma saber que todos sus sueños carecen de sentido ahora, que nuestros planes futuros no son más que una ilusión. Cuando imaginaba mi futuro, siempre lo vi ahí también, nos vi rentando un apartamento en alguna ciudad apartada para entrar a la universidad, o trabajando en una pizzería para mantener nuestros caprichos, graduándonos con honores y viajar por todo el mundo, que me ajustara el mis vestido de novia el día de mi matrimonio, que nuestros hijos fueran los mejores amigos al igual que nosotros, y que después de viejos siguiéramos siendo adictos a las montañas rusas. Siempre pensé que estaríamos juntos... y aun lo sigo pensando. La vida se ha encargado de separarnos en cuerpo, pero mi alma siempre estará con el—gimotee — No me arrepiento de no haberte dicho lo mucho que te quiero, porque lo hice, en cada momento que tenía oportunidad, no me arrepiento de nada, ni de lo bueno ni de lo malo. No me hubiera importado que te quedaras solo para cometer más errores, solo para que te rieras de mis pendejadas, pero ahora no sirve de nada pensar en todo eso ¿verdad? De nada sirve pensar lo que hubiera sido.
Bajé mi cabeza y me alejé del micrófono, vi a Will a lo lejos, estaba tan guapo con su traje negro de corbata, el cabello despeinado y sus hermosos ojos grises, me di la vuelta y salí casi corriendo, no quería que me viera llorar. Me encontré de frente con la tía de Sebastian.
—estuvo muy bonito tu discurso querida
—Gracias...—Me quede sin saber que más decir—Voy a extrañarlo muchísimo—sollocé y ella me abrió los brazos. Nos abrazamos y lloramos juntas una en el hombro de la otra.
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NUEVO CAPITULO
Todos los que quieran llorar conmigo son bienvenidos :(
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Hasta la próxima...
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puntos suspensivos #Wattys2016
Fiksi Remaja#Wattys2016 "Emilia nunca podrá poner punto final a su historia. esta siempre se vera marcada por unos puntos suspensivos." Emilia tiene 16 años y acaba de mudarse a parís con su familia. luego de una decepción amorosa, ella decide empezar una n...