–Te permitiré que mires el amanecer sin molestarte, se cuándo adoras ponerte en esa venta a observarlo. –le dijo la muerte mientras salía de una de las pocas sombras que había en la habitación.
Bean caminó hacia la ventana.
–Sabias que deseaba tanto pertenecer al mundo y me permitiste crecer al mismo tiempo que Frances cuando las almas como yo no pueden, ¿cierto?
La muerte asentía mientras con pasos lentos se acercaba.
–¿Cómo puedes tener sentimientos tan humanos? –le preguntó Bean con una pisca de resentimiento.
–Algo de las personas siempre queda en mí.
Bean sintió como alguien la abrazaba por detrás, quedo paralizada...
–Mientras iba conduciendo comenzó una canción de Queen y las ganas de verte y darte un beso se apoderaron de mi Bean.
Ella miró a la muerte enojada.
–¿Es uno de tus estúpidos disfraces?
La muerte negó.
–Feliz cumpleaños Bean. –dicho eso desapareció dejando la habitación helada.
Bean volteó rápidamente y se topó con sus ojos azules y su cabello despeinado. Ella estaba cara a cara con Nicolás, tal y como lo había imaginado cuando lo creó.
–Bean tu respiración esta acelerada ¿te encuentras bien?
Entonces ella en ese momento se dio cuenta que el aire entraba y salía de su cuerpo y su corazón latía.
Estaba viva.
–¡Nicolás estoy viva! –gritó emocionada.
Entonces él la besó y ella pudo experimentar como era cuando estabas vivo y alguien te besaba.
–Existes –dijo Bean tocándole su rostro y a punto de dejar salir las lágrimas–salgamos de aquí antes de que la muerte llegue.
–Lo siento Bean, soy un regalo de dos minutos –y dicho eso Nicolás se evaporó, dejándola sin aliento.
Donde él había estado parado, quedó solo un papel el cual decía:
"Feliz cumpleaños Bean, las almas lo único humano que tienen son las lágrimas, pero yo te he permitido que sientas que es tener vida."
Lo tiro con coraje y cayó al otro extremo de la habitación, miró sus pies los cuales ya no estaban descalzos.
Tenía zapatos, pero eran pequeños.
¿Qué estaba ocurriendo?
Se miró sus manos, estaban pequeñas y pálidas.
Era una niña.
–Ve con Frances, está arriba jugando con Giselle. –Apareció su mamá poniendo su mano en su pequeña espalda empujándola a subir.
Ya no estaba en su habitación, estaba en la casa con escaleras de la cual escribió.
Subió lentamente.
Llevaba la misma ropa que imaginó.
Y se detuvo en lo alto.
–Escribiste que querías tirarte porque querías saber que pasaría –le dijo la muerte apareciendo de nuevo –es tu oportunidad.
Bean la miró, pero no pudo sentir odio, le dio una mirada diferente.
–Pero tengo mucho miedo.
Su corazón estaba acelerado.
Estaba viva. Estaba viva. Estaba viva.
Y cada vez recordaba menos las cosas.
Los recuerdos de Nicolás o de querer matar a Frances eran lejanos.
Ya no se acordaba del libro que estaba escribiendo fingiendo estar viva y ser su hermana.
Cada vez recordaba menos y ese era un punto a favor de la muerte.
–No tengas miedo –le susurró –cuando estés a punto de tocar el suelo yo te atraparé.
La muerte sabía lo que hacía, sabía que los niños eran tan inocentes y creían lo que les prometían.
La pequeña Bean miró hacia abajo.
–¿No moriré?
–Yo te atraparé. –Le sonrió la muerte mientras bajaba las escaleras.
Y Bean saltó.
Pero la muerte no la atrapó.
Su cabeza se reventó con el impacto en el suelo.
Pero nadie se dio cuenta de la situación.
Murió en 1992 y murió de nuevo en el 2014.
Darle de nuevo la vida había sido la única manera de que la muerte se llevara su alma después de 22 años.
La muerte la tomó en sus brazos y aparecieron de nuevo en la habitación de Frances y el llanto de bebé lleno sus oídos mientras la mecía.
Bean era una bebé y se fue con quien pertenecía.
9:19 am
–Feliz cumpleaños mi vida –oyó a su mamá decirle cuando entró a la cocina. –¿has dormido bien?
Fue directo a ella para recibir su abrazo.
–Si, por primera vez en tanto tiempo ya no siento que alguien está observándome y siguiéndome.
Frances tomó el tenedor y comenzó a comer.
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Alma perdida.
Spiritual❝Volví temprano porque mi alma sangraba y necesitaba coserla.❞