Capítulo 5: Reencuentro

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La nave despegó y se perdió de vista en el cielo. Flora intentaba contener las lágrimas. Nunca le habían gustado las despedidas. Sobre todo, cuando podría ser la última vez que vea a su hermana.

Odiaba la idea de dejarla con una chica misteriosa que parecía conocerla, incluso mejor que ella misma. Por no hablar, que tiene pinta de que en cualquier momento, saqué su arma secreta y la utilice contra mí.

Al parecer ese momento llegará si sobrevive. La amenaza de hacerle la vida imposible no la había afectado mucho. Daba miedo, es verdad, pero no tenía ganas de preocuparse de su futuro. Si llegaba a tener uno.

Y ahora, estaba sola. Sola de verdad. Tenía que enfrentarse ella misma a lo que pasara. Dejó a un lado la máscara de niña buena que se había puesto durante sus años en Alfea y sacar la chica que había sido en el pasado.

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Las Winx y los especialistas habían quedado muy temprano para empezar a buscar el mapa. Faragonda y Saladino les ofrecieron tener el día libre para buscarlo hoy, aunque mañana tendrán que seguir con su rutina diaria.

Los especialistas acababan de llegar y las Winx le estaban contando las pocas nuevas noticias que conocían.

—Han encontrado algunas fotos que la gente ha mandado —les explicó Tecna—. No muestran nada bueno. Faragonda tenía razón, los están matando, como si fueran cucarachas-

A todos los presentes se les hizo un nudo en el estómago. La imagen que les venía a la cabeza era muy desagradable. Y ya sabían que les torturaba a cada uno se ellos, de la peor forma que cada uno puede llegar a imaginar.

—¿Y no se puede contactar con ellos de alguna manera? —preguntó Helia muy serio.

—Las fotos las enviaron antes de que los móviles dejaran de funcionar —les explicó Bloom—. La única forma posible de contactar con ellos es mediante internet, pero dudo que en estos momentos alguien tenga tiempo de conectarse y enviar un correo o algo por el estilo.

—¿Entonces, empezamos a buscar el mapa? —preguntó Brandon.

—Sí, he encontrado un dispositivo que...

Las palabras de Tecna fueron interrumpidas por un gran ruido procedente del cielo. Al momento, todos alzaron la cabeza y se encontraron con una nave. Nadie se dio cuenta de lo importante que era, hasta que Layla gritó:

—¡Es una nave de Linphea!

Se fueron corriendo hasta un punto adecuado para que la nave pudiera aterrizar y no les aplastara. Las Winx y los especialistas estaban ansiosos por saber lo que significaba, sobre todo Helia. No parecía haber dormido en toda la noche o haber comido algo. Un rayo de esperanza se les iluminó en sus corazones, esperaban que fueran buenas noticias.

La nave aterrizó y segundos después, la puerta principal delantera se empezó a abrir lentamente. Se podían divisar algunas formas humanas esperando a salir de la nave. Cuando la nave se abrió por completo, una pequeña figura salió corriendo.

Layla fue la primera en reconocerla. Miele. Tenía los ojos rojos y parecía muy triste. Eso no le produjo muchas buenas sensaciones. Miele llegó y abrazó a Layla.

Luego, a Helia, quien la cogió en brazo, apoyando su pequeña cabeza en sus hombros.

Helia, rompió el silencio, e hizo la pregunta a la que todos querían conocer su respuesta.

—Miele, ¿dónde está Flora?

Miele quería contestar a la pregunta, sabía que todos deseaban escuchar la respuesta, pero se encontraba mal. Como si un huracán se hubiera llevado su voz.

En su lugar, Krystal, que se había incorporado al grupo hacía unos escasos segundos, respondió en su lugar.

—Está bien. Por lo menos estaba viva cuando la vi.

Todos suspiraron de alivio al escuchar de noticia. Bueno, menos Helia que no estaba contento solo con eso.

—¿Por qué no está ella aquí? —preguntó indignado.

—No quiso venir —le respondió Krystal

—¡¿Qué?! —le gritó Helia.

—Dijo que tenía que ir a ayudar.

—¡No deberías de haberle dejado!

Krystal estaba muy sorprendida por su reacción, de todos los años que habían estado juntos, nunca le había visto tan enfadado como lo estaba ahora.

—¿Y... y que podría haber hecho yo?

—¡No sé, amarrarla o atraparla!

Los especialistas se fueron corriendo a detener lo que podría ocurrir.

—¡Helia, cálmate! —le gritó Sky

—Sí, tío, esto no solucionará nada —insistió Brandon.

Helia hizo caso a las advertencias de sus amigos. Tenían razón, no podía perder el tiempo con tonterías. Se aferró más al cuerpo que tenía cogido entre sus brazos, seguía despierta aunque parecía estar sumida en sus pensamientos.

—Krystal, lo siento. Me dejé llevar por la situación.

—No pasa nada —dijo Krystal y le dedicó una sonrisa, un poco falsa.

—¿Y dejaron a todas esa personas solas, bueno, con Flora? —preguntó Musa un poco extrañada.

Ella nunca se había fiado mucho de Krystal, le daba muy mala espina.

—No tuvimos otra opción, nos estaban atacando —mintió la princesa de Linphea—. Llevábamos a mucha gente y no queríamos que murieran. Así que probamos a hacer un portal, gastando mucho fuerza y resultó.

Miele la miró horrorizada, estaba mintiendo, a lo grande. Quería poder gritarles que no era verdad y que no era tan buena como aparentaba, pero su dulce voz no conseguía producirse.

Se limitó a aferrarse más a los brazos cálidos de ellas y seguir escuchando la conversación.

—¿Cómo? —preguntó Stella, la primera vez que hablaba en todo el día. Lo de Flora, la había afectado más de lo que esperaba.

—El hechizo no estaba completo.

—¿Entonces, ahora no se puede hacer nada? —continuó preguntando Stella.

—No, sería muy complicado.

—Haremos lo que sea para salvarla —dijo Helia, con voz solemne.

—No sé si eso será posible, Helia. No te quiero dar falsas esperanzas. La situación es peor de lo que cualquiera puede imaginar. Linphea se ha convertido en el planeta de la muerte y el caos. Hay muy pocas posibilidades de que lleguéis a tiempo.

Krystal, en su interior, se sentía estupendamente. Estaba intentando hundir los ánimos para que, de alguna forma u otra, se librara de Flora. Tenía que hacerlo, si no...

Una pequeña voz habló antes de que nadie pudiera decir nada.

—No, Flora me prometió que la volvería a ver. Me lo prometió —dijo Miele, con apenas voz

Layla se puso a su lado y le dijo:

—No te preocupes. Seguro que ahora mismo está manejando la situación perfectamente.

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En ese mismo instante, Flora estaba en Linphea manejando la situación lo mejor que podía Estaba rodeada de unos monstruos con forma de lobo. Sabía que lobos comunes no eran; los había conocido y nunca serían capaces de atacarla.

Estaba sentada con la mano sobre el tobillo derecho. Este sangrando sin control y sintió un fuerte pinchazo al moverla solo un milímetro. No tenía buena pinta.

Los malvados lobos se acercaban hacia ella con sigilo, esperando el momento perfecto para atacarla y devorar toda su sabrosa carne cruda.

Flora tragó saliva y se esperó para el amargo y doloroso futuro que le esperaba. No sin antes, decir sus últimas palabras.

—Miele, lo siento. Lo siento mucho.

Supervivientes de la GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora