Capítulo 12: Todo es muy confuso

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Las Winx y los especialistas fueron a primera hora de la mañana al despacho de la directora Faragonda. Ayer había estado fuera, y no pudieron hablar sobre el mapa de Linphea que acababan de encontrar.

Helia era el portador del mapa, así se sentía un poco más cerca de Flora. Incluso juraría que podía sentir su aroma...

Faragonda les recibió con una sonrisa, como siempre, pero ésta aumentó cuando se dio cuenta de lo que Helia llevaba en su brazo izquierdo.

—¿Lo habéis encontrado? —preguntó Faragonda dirigiéndose hacia ellos con mucho entusiasmo.

—¡Sí directora, lo encontré yo! —exclamó Stella, aún alegre por su hallazgo.

—Por fin —suspiró la directora de Alphea—. Bien, Helia déjalo en mi mesa para poder activarlo.

Helia obedeció y realizó la orden lo más rápido que pudo. Todos se colocaron alrededor de la gran mesa, mirando con atención los movimientos de Faragonda. El hechizo para activarlo se inició y una brillante luz blanca empezó a iluminarse en el mapa. Pero segundos después, desapareció.

Faragando miró extrañada, eso no era lo que tenía que pasar. Algo fallaba.

—¿Qué pasa Faragonda? —preguntó Bloom preocupada.

—Bueno, seguramente estará estropeado y tendré que arreglarlo. Pero no estará en unos cuantos días.

—¿En unos cuantos días? —preguntó Tecna asombrada y extrañada al mismo tiempo.

—Sí —volvió a confirmar Faragonda.

—Tal vez con nuestra ayuda se pueda hacer en menos tiempo, directora —sugirió Layla.

—Puede, con vuestra ayuda podría tenerla para dos o tres días como mucho.

Dos o tres días. En ese período podría pasar cualquier cosa en Linphea. Helia estaba de harto de esperar y de hacer cosas que no llevaran a ninguna parte.

—¡Esto es una tontería, tenemos que hacer algo efectivo para sacar a Flora de ahí, buscar cualquier forma de entrar en Linphea! —explotó Helia muy enfadado intentando contener sus lágrimas de dolor.

—Helia ayer hablé con El Consejo y ha prohibido la actuación en el caso.

—¡¿No van a hacer nada?! —exclamó Brandon un poco asombrado.

—Por ahora no, lo siento. Tendréis que esperar.

Nadie supo decir nada más, todo era tan frustrante...

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Flora estaba sentada en la sombre de una palera en la playa. Ya se había calmado y disfrutaba con tranquilidad del mar. ¡Qué estúpida había sido, llorar por una tontería como esa!

Se empezó a reír para sí misma y volvió a sonreír. Y de repente, una voz cálida y femenina llegó a los recuerdos de Flora.

"Flora no te preocupes, siempre estaré a tu lado."

Era la voz de su madre, de su verdadera madre. ¡Había conseguido recordar algo de ella! Aunque solo fuera una simple frase, ella guardaría este recuerdo como uno de sus tesoros más importantes que posee.

Eso significaba que a lo mejor, su pasado estaba volviendo. Algo le estaba ayudando a destruir ese muro que tenía en su cabeza. Por ahora había derribado un ladrillo de los millones que habrá. Igualmente, era un gran paso para ella.

Sintió un gran alivio en su corazón, pero esta paz no duró mucho. Su corazón dio un vuelco al descubrir que Nate estaba delante de ella, un poco cansado.

¿La habría buscado? Bueno, parecía un poco diferente de como Flora lo recordaba. Como si estuviera más apagado. Ahora era un poco más... lindo.

Nate empezó a acercase hacia ella, pero la joven se apartó. No sabía por qué, pero se sentía muy incómoda a su lado. Ni siquiera sabía si le gustaba o no esa sensación. Todo era muy extraño.

—¿Qué estás haciendo? ¡¿Qué haces aquí?! —le gritó Flora con frialdad e intentó no mirarle a la cara.

Notó como él se sentaba a su lado. Ella cada vez se sentía más incómoda, como si no estuviera muy acostumbrada a estar con su presencia. Le estaba empezando a doler un poco la cabeza. ¿Qué le estaba pasando?

—Tienes razón —dijo Nate con voz tranquila, intentando encontrar sus ojos verdes esmeralda.

—¿Qué?

Esta vez, los ojos de Flora chocaron con los de Nate.

—Lo que me dijiste antes, es verdad.

¿Estaba soñando? El mismísimo Nathan le estaba diciendo que tenía razón. Ni siquiera le había insultado y eso que ya habían pasado como unos quince segundos, era un nuevo record. Esto debía de ser alguna broma, era imposible que actuara así ¿verdad?

—¿En serio? —preguntó Flora extrañada.

—Sí, me han pasado muchas cosas en mi vida últimamente ¿sabes? Necesito olvidarme de todo eso.

Flora se dio cuenta de los similares que eran. Los dos ocultaban sus angustias e intentaban disimular que nada les había ocurrido. A pesar de llegar a esta conclusión, no consiguió encontrar las palabras adecuadas para continuar con la conversación.

—Lo siento —le susurró Nate.

Ella le miró con los ojos abiertos como platos. Y no mucho después, cuando su estado de asombro desapareció empezó a reírse en voz baja, risa que fue captada por los oídos de Nate.

—¿De qué te ríes? — preguntó Nate un poco frustrado, su antiguo comportamiento estaba volviendo.

—Es que... no me creo lo que está ocurriendo. ¿Me estás pidiendo perdón? ¿Es esto es un sueño?

—Puede que todos tengamos un lado opuesto a nuestra personalidad —contestó Nate sonriendo.

Pero no era la sonrisa odiosa y maliciosa como la de costumbre, era una amable, dulce y cálida.

—Puede.

—Sí, incluso tal vez tú tengas un lado amable, después de todo —dijo volviendo a ser como ella lo recordaba.

Y los dos se rieron al mismo tiempo con gran sincronía. Les costó parar de reírse, resultó ser una muy agradable sensación.

—¿Oye, quieres que te siga entrenando? —le ofreció rompiendo el silencio.

—¿Para qué te vuelvas a reír de mí delante de todos? No, gracias —protestó Flora, aunque en el fondo tenía ganas de entrenar de verdad.

—Esta vez sin nadie mirando. Solos tú y yo.

—Suena bien, espero que tus lecciones sean más educativas —aceptó Flora con voz juguetona.

—Claro que lo serán, pero no te emociones tanto, nunca conseguirás ganarme.

Nate se levantó y le ofreció su mano para ayudarla a levantarse, pero antes de aceptar la oferta, le dijo:

—Nada es imposible.

—Pero eso sí.

—Ya lo veremos.

Flora sonrió y éste le devolvió la sonrisa. Luego, aceptó su mano y se fueron caminando juntos hacia El Refugio. Esto podría ser el comienzo de una gran amistad o de algo más.


Supervivientes de la GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora