Capítulo 3 - SE AVECINA UNA TORMENTA

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Serafina Pekkala y el clan de las brujas del Lago Enara atravesaban el oscuro cielo de Sbalvard. Viajaban en busca del clan de la bruja Ruta Skadi que se encontraba del otro lado de aquél vasto desierto helado. Ése no sería un encuentro común; juntos los dos clanes celebrarían un ritual. Algunas jóvenes habían cumplido la edad adecuada y estaban listas para convertirse en brujas.

Se trataba de un ritual celebrado entre las brujas desde el principio de los tiempos; las jóvenes hijas de brujas tendrían que hacer el mayor de los sacrificios: se separarían de sus daimonions. Aún seguirían formando parte de un mismo ser, pero adquirirían una de las habilidades más características de las brujas: podrían separarse kilómetros e incluso mundos de distancia.

Entre ellas estaba la joven Kara Mytchoova que junto con su daimonion (una lechuza blanca llamada Psique) volaban junto al otro par de jóvenes que se preparaban para hacer el ritual. Parecía ser una niña de 14 años, pero como todas las brujas, aparentaba menos que su verdadera edad. Tenía el pelo largo y oscuro, y unos ojos azules muy intensos.

Como era de esperarse estaba nerviosa; muchas de las brujas les habían contado que sería difícil y doloroso, pero que debían ser valientes y afrontar su destino, pues todas las brujas pasarían por lo mismo.

—Al final te sentirás orgullosa de ti misma—le dijo una de sus amigas, una bruja joven que ya había pasado por el ritual—estarás contenta cuando haya terminado. Y verás lo emocionante que es poder separarse de tu daimonion. Hace seis meses que no veo al mío, Taina debe estar explorando el mundo y aprendiendo sin mí.

Las palabras de aliento que le habían dado sus amigas y las increíbles historias de las brujas más viejas habían logrado calmar un poco el nerviosismo de Kara e, incluso, estaba emocionada e impaciente por afrontar la prueba.

— ¡No puedo esperar a que podamos separarnos Kara!—Dijo Psique mientras volaban junto al clan— ¡Podré hacer tantas cosas! Visitar muchos lugares lejanos y misteriosos, conoceré a otros daimonions y...

— ¿Y qué no podemos hacer eso juntos?—Preguntó Kara— ¿No te gusta estar conmigo?

Kara sintió tristeza al escuchar los deseos de su daimonion; ella no quería separarse de Psique en ningún momento. Habían pasado muchas cosas juntas; la quería mucho. El único motivo que la inspiraba a pasar por el ritual era porque sentía que era su deber. Además, ansiaba convertirse en una bruja.

—No es eso Kara, sabes que me gusta estar contigo—dijo Psique, tratando de poner fin a su tristeza—pero esto es cosa de daimonions. Todos los daimonions de bruja lo hacen y yo quiero ir con ellos. Te prometo que guardaré tiempo para que estemos juntas.

Kara sonrió a la lechuza blanca y continuó volando con la vista hacia el frente. No podía dejar de pensar en lo que estaría por ocurrir; en la prueba que inminentemente debía enfrentar. En poco tiempo sería una bruja y esa idea la emocionaba, pero no podía evitar cohibirse ante la idea de tener que hacer el ritual. ¿En verdad sería tan difícil, o sería lo suficientemente valiente para pasar por él sin problema alguno? ¿Qué tan doloroso sería? A pesar de que las demás brujas le alentaban y le decían que no estuviera nerviosa, no podía negar que estaba asustada. Y sospechaba que Psique se sentía exactamente igual.

Cada vez se encontraban más cerca, el clan avanzaba tranquilamente pero surcando con gran seguridad el oscuro cielo del norte.

Kara notó cómo dejaban atrás un desierto helado y comentaba un terreno inestable y lleno de acantilados. Sabía que tratar de cruzar por ellos a pie sería sumamente peligroso; esos accidentes de terreno estaban habitados por espectros de acantilado, que atraparían cualquier cosa que pasara y que les sirviera de alimento. Aunque también representaban un peligro para las brujas, volar sobre ellos era una gran ventaja que las dejaba fuera de peligro.

El Escudo Celeste - Fanfic La Brújula DoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora