Capítulo 5 - CONSECUENCIAS

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— Will, Will. ¡Despierta, rápido! —Will se despertó abruptamente de su sueño tras las exigencias de Mary Malone.

Había tenido de nuevo aquella pesadilla. Esta vez estuvo a punto de descubrir lo que sucedía después, pero Mary había llegado justo a tiempo para interrumpir su sueño. Pensó en contarle su pesadilla, pero se le veía muy apurada. Tal vez en otro momento.

Se incorporó lentamente y se restregó los ojos mientras ella recorría su cuarto a toda velocidad, tomando cosas y metiéndolas a una mochila.

—Mary, ¿Qué pasa?—preguntó el chico.

Kirjava también estaba alarmada, se situó junto a Will y lo miró. Mary le señaló un conjunto de ropa que había puesto al pie de su cama. Will entendió que quería que se vistiera. Una camisa a cuadros, una chaqueta, pantalones gruesos y botas fue lo que utilizó para vestirse. Mientras lo hacía, la doctora seguía metiendo cosas de la habitación de Will a la mochila y cuando ella consideró que no le hacía falta nada, se dirigió a la cocina a seguir empacando. Metió pan, queso y algunas provisiones importantes para varios días de viaje.

Will estaba muy confundido. ¿Qué sucedía? Mary estaba actuando de manera muy extraña y no quería decirle lo que estaba pasando.

—Espera un poco Will. Ya sabrás lo que sucede más tarde.

Will atendió a todas las indicaciones que Mary le dio y la ayudó a cargar la mochila. Cuando finalmente estuvo todo listo, el chico acompañó a la doctora cuando salieron del apartamento y caminaron por las calles de Oxford. Iban a un paso un poco rápido, pues llevaban prisa. Mary cargaba la mochila en el hombro, sosteniéndola con una mano. Kirjava avanzaba rápidamente, tratando de no quedarse atrás, moviendo sus pequeñas patas de gato montés con gran rapidez y agilidad.

—Mary, ¿Puedes decirme qué pasa?—el suspenso lo estaba matando y la doctora no quería hablar. Estaba comenzando a perder la calma.

—No te desesperes Will. Te enterarás en el debido momento.

Will respiró hondo, y siguió caminando junto a Mary.

— ¿Puedes al menos decirme hacia dónde vamos?

—Al Jardín Botánico. Alguien nos espera ahí.

La actitud de la Doctora lo alarmaba; se le veía bastante nerviosa. Las manos y la cabeza empezaron a sudarle y no era porque hacía calor, pues era tan temprano por la mañana que el clima era muy agradable. Estaba preocupada, y no quería decirle por qué. Además, en su expresión se le notaba algo de tristeza; si bien el chico no podía ver a su daimonion, lo imaginó moviéndose agitadamente, y con la misma actitud con la que lo estaba haciendo Mary. No se le ocurrió preguntar por qué estaba así, sabía que no le contestaría; pero fuera lo que fuera, estaba por saberlo.

Will caminaba con impaciencia, esperando el momento de la verdad. ¿Qué podía haber en el Jardín Botánico que tuviera tal importancia? ¿Qué estaba sucediendo, y quién estaba esperando ahí? En vez de preguntarse qué pasaría, prefirió concentrarse en lo que estaba sucediendo en ese momento, y siguió a Mary a paso veloz por las calles de Oxford, en camino hacia el Jardín.

En cuanto lo vislumbró a la distancia, corrió hacia ahí y giró apenas cruzó la puerta. Mary lo alcanzó unos momentos después, respirando entrecortadamente tras haber corrido para alcanzar al muchacho. En el jardín no había nadie. Estaba completamente silencioso y solo, excepto por una joven que se encontraba al fondo, a unos metros de un gran árbol.

— ¡Doctora Malone, aquí está!—dijo la joven, mientras miraba un punto invisible en el espacio.

La doctora corrió hasta ella, se quitó la mochila de la espalda y la colocó en el piso mientras se ponía en cuclillas y examinaba el mismo punto que la muchacha. Junto a ella, se encontraba una lechuza blanca como la nieve, que miraba hacia su alrededor y observaba a Will con sus redondos y enormes ojos. Pudo suponer casi sin dudas que ése era su daimonion. Pero, ¿Cómo podía ella estar ahí? Si ése era su daimonion, entonces ella no pertenecía a su mundo. ¿Cómo había cruzado, si ya no quedaban más ventanas abiertas? La daga estaba rota y así era imposible abrir cualquier ventana. Además, él era el portador, la única persona capaz de utilizar la daga a voluntad propia; nadie más que él.

El Escudo Celeste - Fanfic La Brújula DoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora