Capítulo 8 - LOS FORJADORES

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Will se incorporó del piso y tomó aire. Se volvió hacia el suelo, mientras unas violentas arcadas lo hacían toser con fuerza. Se tocó el pecho; aun sentía ese dolor que le arrancaba las entrañas. Buscó a tientas a Kirjava, quien estaba justo a su lado, y lo estrechó con fuerza entre sus brazos. Sintió el tibio cuerpo de su daimonion y comenzó a recobrarse. Después, reparó en donde estaba. Estaba sentado sobre el frío suelo de mármol de la Torre Degli Angeli. Era tan grande e iluminada como la recordaba. Había cerca un par de estatuas humanas altas y voluminosas y a unos cuantos metros, unas amplias y relucientes escaleras. Al verlas le recordó el momento en el que él y Lyra estaban siendo acorralados por la multitud de violentos niños que querían apoderarse de la daga.

En ese momento, recordó a Lyra. Miró hacia todos lados hasta que la vio, recostada en el piso con Pantalaimon hecho un ovillo a un lado. Will se le acercó lo más rápido que pudo y se hincó a su lado. Su rostro estaba pálido y sus ojos cerrados, inconsciente. Puso suavemente sus manos sobre su hombro y la sacudió ligeramente, mientras murmuraba su nombre. Lentamente, la chica abrió sus ojos y despertó. Se incorporó un poco, sentándose. Después, se volvió hacia él.

—¡¡Will!!—al mirar su rostro se arrojó a sus brazos y lo estrechó fuertemente—. Will, Will...

Sollozaba. Wil también la abrazó fuertemente y hundió su cara en el rizado cabello de la chica. Sintió su aroma, un aroma que extrañaba tanto, que le pareció irreal. Un aroma que lo hizo perderse durante unos minutos en sus pensamientos. Ahora, volvía a sentir cuánto la necesitaba, cuánto la había extrañado, cuánto la amaba.se quedaron así durante unos minutos, abrazados, hasta que finalmente se separaron.

—Will, te extrañé tanto, ¡Tanto!

Will sostuvo su rostro entre sus manos. Ella no paraba de mirarlo con unos ojos redondos y profundos, con algunas lágrimas que se asomaban entre sus párpados. El chico la acercó a él y besó su frente, con un beso tibio y delicado.

—Mi vida no ha sido la misma, no he podido ser feliz, nunca lejos de ti. Han pasado años, y ni una sola mirada, ni tu voz, sin señales tuyas. Pero ahora estamos juntos.

—Para siempre Will, ¡Para siempre! No permitiré que nada más vuelva a separarnos, ¡Jamás!

Durante un instante, ambos olvidaron dónde ese encontraban, sólo estaban juntos, disfrutando de su compañía y de la sensación tibia de sus cuerpos abrazados sobre el frío mármol del piso.

Entonces, miraron a su alrededor.

—La torre Degli Angeli—dijo Will mientras se incorporaba y giraba su cabeza observando todo el interior del edificio—Llegamos.

—Pero, ¿Cómo? —preguntó Lyra, situándose justo a un lado de Will. —Nos atacaron los espantos...lo recuerdo. —sintió una punzada de vacío en su al recordarlo y en un gesto instintivo buscó a Pantalaimon y lo estrechó con cariño contra su pecho.

Will recordó el momento en que una lechuza blanca tomó a ambos daimonions entre sus garras y los resguardó en la torre; y cómo una mano tiraba de él y de Lyra y los arrancaba de las manos de los espantos. Después, no recordaba nada.

—Alguien nos salvó, nos arrastró hasta aquí antes de desmayarnos.

Miró hacia todos lados de la torre y en una esquina oscura, vio la figura de una joven y junto a ella una hermosa lechuza blanca, recostada sobre el suelo. Will corrió hacia ella al reconocerla: era Kara. Se inclinó hacia ella y la sacudió un poco hasta que despertó. Will la ayudó a incorporarse.

—¡¡Will!!, ¡¡Lyra!!, ¡¿Están bien?!—preguntó luego de dar un corto abrazo al muchacho.

Lyra la miraba detrás de Will, no sabía quién era y le desconcertó que ella si la conociera, y también a Will.

El Escudo Celeste - Fanfic La Brújula DoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora