Capítulo 7 - EL EJÉRCITO DEL NORTE

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La bruja Serafina Pekkala se encontraba en la inmensidad del desierto helado de Sbalvard. Volaba sola cuando una terrible tormenta amenazaba con comenzar. Decidió darse prisa y buscar un lugar para refugiarse, pero en aquellas tierras congeladas no había ninguna saliente de roca, ni siquiera una pequeña cueva que sirviera para resguardarse. Estaba totalmente a la intemperie, en medio de aquella inmensidad desértica, completamente vulnerable.

Miró hacia arriba; el cielo que en algún momento fue azul, ahora se teñía de una combinación de tonos negros y grises por las oscuras nubes que se arremolinaban ferozmente, formando indicios de una tormenta eléctrica. Luminosos y estrepitosos relámpagos se formaban entre las nubes, amenazando con comenzar con el terrible diluvio. El cielo se volvía cada vez más y más inquieto conforme iba oscureciendo y a Serafina Pekkala comenzó a preocuparle tener que enfrentarse a una tempestad nocturna que sin dudas podría desviarla de su rumbo. Cada vez se hacía más tarde y se dio cuenta de que no alcanzaría al clan de la bruja Ruta Skady a la hora pensada. Hacía ya un par de días que volaba hacia su búsqueda. Se había detenido un par de veces a descansar antes de volver a montar su nube pino y continuar su travesía. Volaba durante la mayor parte del día, hasta altas horas de la noche; dormía unas cuantas y después volvía a reanudar su viaje temprano por la mañana, antes del amanecer. Había hecho malos cálculos, pensó que el viaje le llevaría cuanto mucho, un par de días. Ambos clanes nunca solían encontrarse tan lejos el uno del otro. Pero clima del norte había cambiado; los vientos soplaban del lado contrario a ella y cada vez eran más fuertes. Aun así, nunca había tenido que lidiar con una amenaza de tempestad como aquella. La tormenta se volvería un contratiempo mayor que sin dudas la retrasaría como mínimo un día más de viaje.

Miraba hacia todas partes del suelo helado, en busca de algo que pudiera servirle de refugio, donde pudiera resguardarse de la tormenta y pasar la noche. Sin embargo, unos primeros vientos procedentes de la tormenta, cargados de ráfagas de nieve y agua, no le permitían ver nítidamente. La tormenta estaba comenzando. Serafina Pekkala tenía la esperanza de que el clan de la bruja Ruta Skady siguiera intacto. Esperaba que Metatrón y su ejército de espectros de acantilado no hubieran dado con aquél clan y lo hubiera conducido al mismo final trágico que el suyo.

Aquella bruja había sido amiga de Serafina Pekkala desde cientos de años atrás. Sus clanes estaban unidos, se apoyaban mutuamente y estaban pendientes el uno del otro. Cuando habían necesitado ayuda, el clan de Serafina le había brindado apoyo y formaban una excelente tregua durante las guerras. Siempre formaban parte del mismo ejército. Eso era lo que Serafina Pekkala esperaba esta vez; que el clan decidiera apoyarla a formar una resistencia que pudiera derrocar finalmente a Metatrón. Una parte estaba solucionada; con toda seguridad su ejército contaba con el apoyo de un grupo numeroso de Panserbjornes, los súbditos del rey Iorek Byrnison. Confiaba en que Kaisa lograría convencer a los giptianos de pertenecer a él también, pues ellos siempre habían sido amigos de su clan y habían participado con ella en batallas anteriores. Seguramente, Kara había cumplido ya con su parte, y el asunto de la Daga estaba por solucionarse. Sólo quedaba ahora cumplir con su propia misión, alcanzar al clan de la bruja Ruta Skady y hacerles la petición. No sabía a qué clase de enemigos se enfrentarían, a qué seres poderosos Metatrón había convocado para su ejército. Aún así, Serafina Pekkala confiaba en su gente, y tenía la esperanza de que pudieran vencerlo, al precio que fuera. Todo para salvar su mundo, y al universo entero. Tenían de su lado al portador de la Daga, que ya era una ventaja. Tenían al arma más poderosa que jamás había existido de su lado, y a alguien lo suficientemente valiente que supiera manejarla. Todo dependería de aquél chico, y Serafina Pekkala confiaba en él.

Una fuerte y repentina ráfaga de viento tomó a Serafina Pekkala por sorpresa, tambaleándola. Logró tomar el control de su nube pino, salvándose a sí misma de caer por muy poco. Decidió dejar a un lado sus pensamientos y prefirió concentrarse en la tormenta. Los vientos eran cada vez más fuertes, debía evitar caer a toda costa. No alcanzaba a ver el suelo, podía estar volando a una altura lo suficientemente alta para que una caída resultara mortal, o podría estar sobrevolando una serie de acantilados, donde caer significaría su perdición. Su visión era muy pobre, no podía ver más allá de unos cuantos metros, donde sólo era posible vislumbrar ráfagas de viento y un remolino de aguanieve que la envolvía completamente. Aún sin poder ver nada, decidió descender un poco, los relámpagos de la tormenta rompían muy cerca de ella y los fuertes estruendos comenzaban a provocarle dolores en los oídos.

El Escudo Celeste - Fanfic La Brújula DoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora