Capitulo 8: Cloudy

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— Ryu, es hora de dejarte a tu suerte — Levi habló con una gran sonrisa clavada en el rostro, dispuesto a dejarme a mi suerte y entregándome una maleta

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— Ryu, es hora de dejarte a tu suerte — Levi habló con una gran sonrisa clavada en el rostro, dispuesto a dejarme a mi suerte y entregándome una maleta. Lo miré con el ceño fruncido.

— ¿Qué carajo tiene está maleta si yo he venido sin nada? —. Levi río y me dejó la maleta en los pies.

— No es tuya — Kami se puso a un lado mío. Lo miré confundida.

— ¿Irás a vivir conmigo? —. Asintió metiendo sus manos a los bolsillos de su chaqueta.

— No te dejaría vivir sola, si te pasará algo sería culpa de nosotros y no quiero irme a la cárcel tan joven — tomó la maleta y señaló la puerta. — Anda, que se hace tarde — me empujo fuera del cuarto y cerró la puerta detrás de él. Delante de mí había un gran pasillo color vómito y tan largo que no podía ver su fin.

Al salir de ahí pude ver con claridad en donde estábamos, el cielo era mucho más apagado de lo que era en mi mundo y me atrevería que la gente era mucho más desanimada con los rostros cargados de tristeza y desgaste ¿Este sería mi hogar?

Kami me llevó a uno de esos lugares llamados apartamentos según dijo él, era bastante acogedor si no fuera por el olor rancio y las paredes sucias, sin ningún solo mueble más que un sillón con los resortes de fuera y lleno de manchas extrañas. Me senté en el suelo desanimada, triste de no estar en mi hogar pero a sabiendas de que era lo mejor para mi salud mental. Kami se arrodilló frente a mí.

— Nada de magia desde ahora, no te dejes humillar por nadie ya que eres buena con esos puños, mantente alerta pues hay mucho gandaya allá afuera — dejó un arma sobre mis manos.

— No necesito esto — traté de devolverla, pero él no lo permitió.

— En un ataque de lejos no podrás defenderte con suficiente rapidez, te enseñaré a usarla por estos días. Tenla a la mano, confía en mí — dijo y se levantó para cerrar las cortinas del lugar dándome la espalda.

— No dejaran de buscarme ¿Cierto? —. Kami soltó un suspiro de cansancio.

— No van a dejar ir a lo que más adoran.

— ¿Aún me amas? — solté sin más, sin rodeos pues la pregunta rondaba mi mente cada que Kami estaba cerca de mí, con su indiferencia y desprecio hacia a mí. Volteó a mirarme, con aquella mirada que había soportado hasta ese momento, me tomó por la muñeca con fuerza parándome de un solo jalón y atrayéndome a sus labios en un violento pero dulce beso sin separarnos en ningún momento.

El cielo nublado me recordó tanto a ese día, tanto que había dejado de fijarme en donde miraba con una pequeña sonrisa en la comisura de los labios y comencé a concentrarme en lo que hacía de nuevo. Al girar la cabeza miré a Khalit en uno de sus continuos asaltos, una mujer embarazada aterrorizada por su agresor.

Miré mi vestimenta de arriba a abajo, mis tacones altos y falda corta estrecha que no me dejaba moverme con facilidad, sobre todo el delantal de mesera que estaba obligada a utilizar para el trabajo. Sin más que hacer me quité el delantal tirándolo al suelo y quitándome los tacones.

— Suéltala — ordené; Pero Khalit solo me miró indiferente. — ¡Que la sueltes! ¿Qué no escuchas pedazo de escoria? — me acerqué a el amenazante y este soltó a la chica del brazo, que inmediatamente corrió hacia la dirección contraria tomando su bolso del suelo.

— Teníamos un trato, no me meto en tus asuntos si no te metes en los míos —. Khalit era mucho más alto que yo, me miraba desde arriba creyendo que de algún modo me iba a acobardar.

— Eso se terminó cuando tú y tus animales se metieron con Bloddy ¿Creían que no me iba a enterar? — lo empujé por el pecho haciéndolo retroceder unos pasos, con furia quiso soltarme un puñetazo, pero lo esquivé agachándome y estirando mi pie para hacerlo caer de su propia adrenalina. Ya con él en el suelo saqué el arma que tenía fajada por detrás de mi camisa y apuntando directamente a su cabeza.

— No sabes con quien te estás metiendo y créeme que soy capaz de mucho más si me hacen enojar. Si vuelven a tocar a Bloddy iré por cada uno de ustedes ¿Entendido? — pregunté colocando el arma en su cabeza y esté solo asintió con el rostro, resignado.

Guardé el arma de nuevo tomando mi delantal del suelo colocándolo en su lugar.

— Tienes especial cariño con esas personas ¿No, Beth? Por eso la defendiste — gritó burlón. Volteé a verlo estupefacta y con el corazón a mil por hora.

— ¿Quién te lo dijo? — dije volviendo a sacar el arma, pero sin apuntarle. Khalit solo me miró aguantando una risa y encogido de hombros.

— Intuición —. Me acerqué a él golpeándolo con el costado del arma dejándolo en el suelo.

— Si se lo dices a alguien, te juro que te reviento el cráneo — amenacé y sin mirarlo de nuevo salí del callejón colocándome los tacones de nuevo.

Y una vez más confirmaba que las personas no te respetaban si no tenías un arma en mano, por más que demostraras ser fuerte ellos se seguirían sintiendo con poder si tenían un arma en mano. Aquella arma había sido uno de los mejores regalos que pudieron darme, aunque seguía extrañando mi arco que me había dado Galván.

Estaba segura de poder defenderme aún mejor con un arco que con una pistola.

Hasta ese momento no había notado como el cielo estaba más nublado que de costumbre, llovería, quizás. 

Entre Llamas | Segundo LibroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora