Capítulo Uno

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Hailee

- ¡Pero Marissa! - me puse de pie en un rápido movimiento y me cruce de brazos

- ¡Sin peros jovencita! - gritó devuelta mientras se daba vuelta mirándome - Engañaste a las de servicio, saliste sin permiso, robaste la camioneta y también robaste dos botellas de alcohol. Además, le hiciste unos rayones a la camioneta ¡e hiciste que aparecieras en las noticias!

Bueno, si que eran muchos problemas. Aunque me merezco un premio por causar tanto daño en un día.

- Deberías de estar acostumbrada a los problemas.. - susurré sin mirarla

- Y lo estoy - dijo en un suspiro - Créeme que teniéndote a ti y a Heder como hijas, los problemas son lo que más hay en mi vida  - se cruzó de brazos - Hija lo lamento... pero te me estas saliendo de las manos, y no tengo otra opción

- No soy tu hija - susurré mirando al suelo - Y Heder tampoco - dije con firmeza

Marissa era nuestra madrastra. Llevaba casi tres años casada con mi padre, y en varias oportunidades a intentado que Heder y yo le digamos "mamá". Max, mi hermano menor, es el único que le dice "mamá". Griffin, casi ni la trata, sigue con la idea de que es una zorra que destruyó el matrimonio de mis padres, y lo poco que le habla lo hace llamándola Marissa. Pero la verdad a ella no le importa, lo que más le importa es la aprobación de las chicas; las niñas de papi. Hasta ahora no lo ha logrado... al menos no del todo, y si sigue así conmigo, jamás lo logrará.

- Como sea - suspiró algo triste

Luego de eso, salió de mi habitación. Suspiré. Miré por la gran ventana que se ubicada al lado izquierdo junto a mi cama, se podía ver la puesta de sol. La tenue luz del sol casi escondido entraba débilmente por entre las finas cortinas de seda que cubrían la mitad de la ventana, mientras que por la otra mitad, que estaba abierta, entraba toda la luz acompañada de la suave brisa y fresco olor del mar. 

Con otro suspiro, me puse de pie y entré en el baño. Abrí la llave de la bañera, mientras esta se llenaba de agua caliente, me deshice de mi ropa, agregué tres bombas de sales marinas, lo que causó que el agua se tornara de suaves colores rosa y azul (los colores de las bombas). Una vez todo listo, entré en la bañera, no sin antes poner una suave melodía relajante en mi iPod. 

Estuve un largo rato en el baño, tanto que para cuando salí el sol ya se había escondido por completo. Entré en el vestier y me puse la ropa interior, luego me vestí con una pijama que consistía en unos shorts azules y una camisa de tirantes blanca, con un corazón de felpa del mismo color de los shorts. Para cuando terminé de peinarme, alguien tocó la puerta

- Adelante - grité aún desde el vestier

- Señorita Hailee, la cena está servida - dijo una suave y dulce voz, era María, el ama de llaves

- María, te he dicho mil veces que me llames Haiz - dije saliendo del vestier

- Claro, lo lamento - dijo riendo levemente - Haiz, la cena está servida - sonrío

- ¿Marissa está abajo? - asintió - No gracias, comeré algo más tarde antes de dormir

- Me temo que eso no será posible señorita Hail... - la miré - Haiz - se corrigió - Su madre la está esperando para cenar junto con su padre y sus hermanos, dice que tiene algo importante que decirle - suspiré

- Ella no es mi madre - susurré mirando una foto de mi mamá que estaba sobre mi mesita de noche

- Como sea... De todos modos esta su padre, y sus hermanos

- Esta bien, voy en un momento

- Si señorita - luego de eso se retiró antes de que pudiera reclamarle por llamarme "señorita"

¿Rock Bottom?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora