Alec, es un joven que está terminando sus estudios universitarios, con una historia poco común, una historia de realidades no vividas y de sueños vividos. Está historia llevó a Alec a vivir los límites de la esperanza, los límites de lo sensorial, s...
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Ha pasado dos meses desde la última vez que estuve saliendo con mis amigos, su ausencia era el comodín de mis actos, siendo sincero no importaba. Me informaron que Isaac, se recuperó de la golpiza de los malandro, que Sebastian estaba bien y estaba saliendo con otra chica, Katherine estaba completamente enojada conmigo, Julieta se alejó desde el día que empuje a su novio por la carretera y casi le pasa un carro encima.
En casa era igual, las discusiones eran constantes, eso me gustaba, John decidió volver a su habitación, decía que mi presencia lo asustaba. Papá y mamá no hablaban conmigo, decían que estaba cargado de mucho odio y rencor, así que tomaron la decisión de darme mi espacio. Yo lo agradecía, mamá tiende a ser intensa.
Salía de casa para dar un conferencia sobre las problemáticas ambientales en mi ciudad, en mi camino me encontré con Steven, intente esquivarlo pero me encerró con su carro.
- ¿Qué es lo quieres?- hable en un tono áspero.
- Hey! Brot, hace mucho no se de ti.- hablo mientras bajaba de su carro.
- Y tú no sabes lo agradecido que estoy de no encontrarme con tú presencia.
- Jaja – sonrió – Tú mamá me dijo que estabas bien e incluso estabas saliendo con tus amigos. – Steven toco mi hombro.
- Siempre he estado bien. Suéltame – enarque una ceja y la mirada de Steven paso de ser eufórica a ser seria – ahora, quítate de mi camino. Gracias.
- ¿Para dónde vas?, te llevo – tomo su compostura y yo lo pensé. – No sea tan rogado. Vamos. – abrió la puerta de su carro e hizo lo mismo con la del copiloto.
- ¿Para dónde vamos? – pregunto, Steven.
- Para mi U. – Tome aire y subí el auto – Steven, el recorrido hasta la U, será completamente divertido – sonreí.
El encendió su auto y salimos hacia la carretera principal, el escuchaba su estúpida, sucia, asquerosa y molesta música de mi país. Y la tatareaba de manera que incluso hasta un sordo le daría ganas de suicidarse.
- Puedes callarte, Steven. – Ordene. De inmediato pague el sonido.
- ¿Cómo te has sentido en este tiempo? – me miro Steven.
- Nada. –
- ¿Nada?, ¿Cómo sigues con lo de Valerie? – Se detuve en señal del semáforo. Quede en silencio.
- No pienso en ella, ese es el truco. – respondí con una sonrisa.
- Si, supongo.- Steven, acelero.
- ¿y tú?, ¿está todo bien? – su mirada era molesta. Steven estaban haciendo las preguntas correctas para encender el interruptor de sentimientos, porque sé que cuando vuelva a sentir todas esas estupideces, no podre soportarlo. Y Void me estaba dando la fuerza necesaria para continuar.
