Fiestas y algo más

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Habían pasado 2 meses desde el primer día de clases y la verdad es que puedo decir que las cosas no podían ir mejor, Ariadna y yo nos estábamos esforzando al máximo porque estos meses fueron demasiados pesados, tareas por aquí, exposiciones por allá, etc., etc.
Y con Derek puedo decir que las cosas estaban mejor que nunca, ahora que lo conocía mejor ya no tenía esos sentimientos hacia él, creo que todo eso fue, por el hecho de que él era el único que me hablaba-lo sé, soy patética- y yo me había creado situaciones que nunca iban a ser posibles, a medida pasaban los días y lo conocía me iba dando cuenta de que lo nuestro iba a ser imposible porque éramos polos opuestos.
Era sábado de noche y yo lo único que quería hacer era terminar el libro que tenía por la mitad por culpa de los exámenes.
Fui a la cocina para traer unas cuantas galletitas de chocolate y un vaso de leche cuando vi a mi mamá sentada leyendo algo en su tablet.
Alzó la cabeza cuando se percató de mi presencia.

-Pero, qué clase de adolescente eres?- mi madre era hermosa, tenía unos ojos verdes como los míos, tenía el cabello negro y era de tez blanca.

-Ay madre, eso fue directo al corazón-toque mi pecho simulando dolor- tienes que agradecer que no soy una chica que sale a todas las fiestas que hay.

-Lo sé, lo sé, pero te haría bien salir un poco de este ambiente e ir por ahí con Ari o Derek, no lo sé- se paró y me abrazó- te amo, pero me preocupas.

-Tranquila, pero te soy sincera, es la primera vez que una madre le tiene que rogar a su hija para que salga un sábado de noche, todas quieren tener una mamá como tú.

-Ya sé, pero no te preocupes has lo que quieras- camino hacia la puerta de la cocina para irse- ah, y tú papá salió a comprar una cosas, creo que vendrá pronto.

-Está bien- le sonreí.

Mi madre no era igual de estricta a las demás, ella le gustaba darme mi espacio y solamente si hacía falta se metía en mi vida, pero en general no era necesario.
Volví a mi habitación dispuesta a terminar ese libro cuando mi móvil vibró.

De: Ari
Emma te necesito lista en 30 minutos, iré por ti, saldremos.
Besos
Ariadna Ferrer

De: Emma
Ari, no, quiero terminar un libro, y de seguro, conociéndote iremos a una de esas fiestas que te gustan tanto, así que, yo, paso, pero igual gracias por la invitación.
No te enojes
Emma Hudson

De: Ari
Emma no me puedes negar esto, tendrás mucho tiempo para terminar ese libro y si no vamos, me enojaré contigo y tú sabes que lo haré.
Me enojaré
Ariadna Ferrer

De: Emma
Está bien, iremos, pero como no me guste me traerás aquí apenas te lo pida.
Atentamente
Emma Hudson

De: Ari
Sabía que aceptarías, te quiero.
Besos
Ariadna Ferrer

Sinceramente no tenía ganas, pero prefería ir y ver, que tener una Ariadna enojada hasta el fin de los tiempos -si era bastante exagerada al igual que yo, por algo éramos amigas- pero en fin, entré a darme una ducha antes de que se me haga más tarde.
Diez minutos después tenía a Ari revisando mi armario, ella estaba con un vestidos negro, escote corazón, y suelto antes de la rodilla, Ari es hermosa, tiene todo lo que un hombre quisiera tener, es rubia, de ojos celestes, y de tez blanca.
Ella decía que el negro resaltaba su color de piel y se empeñaba a usar vestidos de ese color, sin embargo decía que para mi piel era perfecto un color rojo por eso busco hasta lo último de mi armario y encontró un vestido que nunca usé porque no me gustaba.

-Este, este es el indicado, es perfecto, rojo, escotado y suelto como a ti te gusta.- el vestido era hermoso pero no me quedaba bien, por el tipo de cuerpo que tenía, sin embargo Ari me obligó a ponérmelo, así que no me quedo más remedio.
Entré al baño para cambiarme por el vestido y el zapato que eligió, cuando salí se quedó mirándome sorprendida.

-Sin palabras... estás hermosa...- me agarró de los hombros y me acercó al espejo- tal vez este cuerpo no sea el que tú quisieras, pero tienes que darte cuenta de lo hermosa que eres, mírate, ese vestido es perfecto para ti, tus curvas, tus piernas, tu pelo, todo en ti es genial Emma y es hora de que comiences a aceptarlo.
Me guío hasta mi escritorio, luego de eso, comenzó a maquillarme y peinarme.
Cinco minutos después estábamos en la puerta de mi casa despidiéndome de mi mamá,me miraba con una sonrisa en la cara sin parar de repetirme lo hermosa que estaba.
Subimos al auto de Ari, dispuestas a enfrentarnos a lo que sea, porque sinceramente comenzaba a tener más confianza en mí misma.

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