Jace

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—¿Qué era todo eso? Necesito que alguien me explique, y rápido— decía la coordinadora.

Estábamos en la dirección, nos las arreglamos para entrar todos, ya que era un espacio pequeño.

Todos al unísono empezamos a dar nuestras versiones y argumentos.
Nuevamente el caos se desató.

—¡Es suficiente!— gritó desesperada la coordinadora — ¡Se callan todos o los suspendo por una semana!

Y se hizo el silencio...

—Bien —dijo más calmada — ya que nadie me sabe responder, están todos castigados.
La semana que viene el grupo de teatro presentará una obra, ustedes ayudarán a montar la escenografía y se encargarán de limpiar el teatro después de cada función. Además de que se quedarán dos horas más tarde después del timbre la semana restante.

«¿Y a ésta qué le picó? ¡Tengo una gran lista de libros pendientes!»
«Lo mismo digo, porque bueno, eres yo pero a la vez no...»
«Oye, creo que están tocando un tema que te interesa»

—¡Pero maestra, ésta me mordió!— dijo Sandra señalando a Melissa.

Antes de que Mel hiciera algo, la tomé del brazo y la jalé hacia mí.

—No me subas el tono Sandra, además, yo no veo ninguna marca.

«¡Boom! Por Marcie»
«Exacto»

Se quedó callada y se cruzó de brazos. La coordinadora comenzó a mirarnos a todos y detuvo su mirada en Alex.

—¿Y a ti qué te ocurrió? Tu mandíbula ésta roja y algo hinchada.

Alex me miró, nervioso y dijo

—... Cuando entré al salón me golpee con la puerta...

La coordinadora pareció convencida.

—Debes de ir a la enfermería — y volteó a verme— Karen, acompaña a Alejandro, por favor.

—... Sí.

Caminé a la puerta con Alex detrás de mí y por fin respiré aire fresco.
Comenzamos a caminar por los pasillos.

—En serio, perdóname Alex, no quería hacerlo, pero te metiste en medio y...

—No te preocupes, ya pasó. Pero, ¿No has pensado en unirte a una pandilla? Tienes buena puntería, y la mano pesada, a decir verdad.

No pude evitar reírme.

—Ya me lo han dicho —comenté entre risas. — Por cierto, gracias por cubrirme con la coordinadora. Fue un lindo gesto de tu parte.

—No agradezcas, no fue nada.

Me quedé viendo a Alex unos momentos, mientras caminábamos.
A decir verdad, no está nada mal...

—Karen... ¿A dónde vamos?

La voz de Alex me sacó de mis pensamientos. Vi a los lados y no tenía ni idea de dónde estábamos.

—Emm... es por aquí... —mentí.

—¿Segura?

—Tú camina, mundano.

—¿Qué?

—Nada.

Al cabo de unos minutos acepté mi derrota. No tenía ni idea de hacia donde ir. Lo único que veía eran salones.

—Alex...—comencé a decir.

—Te perdiste, ¿verdad?

—¿Cómo supiste?

Tenías que ser mundanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora