Nine

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Un beso frío recorrió su cuello, haciéndole gemir por lo bajo. A su mente vino la imagen de Ciel con sus enormes ojos azules y ese cuerpo que tanto le gustaba. Sin embargo, por primera vez, agradeció el hecho de ser tan simplón cuando se trataba de caricias pues, cuando abrió los ojos, se encontró con la realidad. Ya no estaba en Le Rouge y quien le besaba no era Ciel, sino Geneviere.

-Hace muchos días que no lo hacemos. - Susurró ella, sentándose sobre el regazo del moreno.

Sebastián sonrio ocultando su completa desnudez con la sábana, guardando la carcajada que se desataba en su interior al imaginar el escándalo que se le habría armado de haber dicho esa sencilla palabra. Ciel.

-Lo sé. Es que quería guardarlo para el día de la boda. - Respondió, sonriendo lascivamente mientras levantaba su camisón ligeramente y con sus dedos movía hacia un lado la parte de su ropa interior que cubría su sexo. -Pero... podríamos adelantar ese momento para hoy.

La verdad es que el cuerpo de Geneviere siempre había sido motivo para despertar la pasión de Sebastián. No obstante, la duda había surgido. Después de tantas veces de tener sexo con el ojiazul, ¿aún querría algo con ella?

Su cuerpo parecia responder mejor a eso que sus propios pensamientos pues, antes que pudiera darse cuenta, se hayaba frotando su miembro desnudo contra la humedad de su futura esposa. La chica comenzo a gemir suavemente. Tomó su cabello con sus manos y lo lanzó sobre su hombro derecho para luego inclinarse y besar a Sebastián.

-Seb... Mmm... - El miembro del moreno estaba completamente erecto y ella no quería desaprovecharlo.

Sebastian le sacó el camisón y comenzó a acariciar sus pechos. - ¿Quieres cabalgar? - Ella le guiñó un ojo y él sonrió. - Entonces tienes que montarte.

Geneviere entendió lo que su prometido quería. Levantó su trasero ligeramente, solo para volver a sentarse pero, asegurandose que el miembro de Sebastian le penetrara. - Ahh... - Jadeó, al sentir su masculinidad dentro de ella.

El moreno la sujetó de las caderas y cerró los ojos, ayudándola a moverse. Arriba y abajo. - Ahh... Ahh... - Jadeaba, mientras profanaba aquel cálido interior. Ella arqueó la espalda y comenzó a mover las caderas con más rapidez, provocando un sonido errático causado por los testículos del moreno que chocaban contra su trasero mientras ella se movía.

-¡Eso! ¡Sigue! - Exclamó el moreno, propinándole una nalgada para que la chica se moviera con mas rapidez. Sus pechos moviéndose en sincronía con su cuerpo.

Unos cuantos movimientos más y Sebastián no pudo soportarlo, tampoco ella cuando sintió la esencia del moreno en su interior.

-Sigues siendo tan bueno como lo recordaba. - Dijo, recostándose a su lado y besándole la mejilla.

-Solo porque tu sigues siendo igual de habilidosa al seducirme. - Respondió.

Geneviere se enfocoó por un instante en aquellos ojos borgoña que le encantaban pero, de repente, su vista rodó hacia abajo. Su sonrisa se esfumó por completo y tal como el moreno lo había previsto desde hace unos días, la reacción fue exactamente la que él había imaginado. - ¿Otra vez?

Sebastián sostuvo su mano. - Por favor... Déjame explicarte... He estado muy estresado y no pude resistirme...

Ella quitó su mano y arrugó el rostro, pensando por un momento lo que tenía que decir para hacer entender a Sebastián. - No entiendo por qué no comprendes que tener ese hábito te hace ser un perdedor. ¿Qué sucede contigo, Sebastián? ¿El resto de tu vida vas a lamentarte porque "mami" no estuvo para ti cuando tenías doce años?

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