La Segunda Ley

Supremacía

Nos despertamos para ver como las libertades verdaderas eran solo una fantasía, los policías se habían levantado y vencían a los valientes. La grandeza moría sin ser reconocida, perdiendo su visibilidad en la historia y los espías incrustados se encargaban de lavarles el cerebro a los niños para que fueran malvados. Yo me encontraba dentro de ese grupo de espías, no teníamos mucho porque la supremacía había llegado para destruirnos. Huimos de la base cuando escuchamos los disparos y los helicópteros, yéndonos lo más lejos posible del caos.

Mi nombre es Rocket Hardwell y soy una doble agente: Trabajaba para los malos y para los buenos. ¿Por qué lo hacía? Me encantaba la adrenalina de matar y de salvar a las personas, era entretenido y estoy sonando como una sádica pero eso es lo que soy, eso fue en lo que mis padres me convirtieron. A veces ayudaba más a un lado que otro pero es por la misma razón: Diversión. En estos momentos huía de los buenos, del grupo con el que estaba trabajando y no me podían reconocer por la peluca que cargaba más los lentes de contactos que usaba junto con unas gafas.

-¡Cuidado!-Gritó Christian, mi amante, apartándome de los escombros que empezaban a caer.

Salimos del edificio y nos montamos en la camioneta rápidamente, los niños que habíamos transformado estaban a salvos y fueron pocas las perdidas. Las múltiples camionetas partieron del lugar, activando el camuflaje. Yo estaba sola con Christian.

Oh sí, ¿qué queríamos hacer con las criaturas inocentes? Instalarles un chip y activárselos en 15 años para iniciar otra guerra.

-¿Estás bien?-Me preguntó Christian. Sonreí.

-Perfectamente, solo pensaba en el lugar al que ahora iríamos.-Él me devolvió el gesto.

-Podría dejarte cerca de la otra base en la que trabajas y así averiguas los planes de los buenos. –Me hice la pensativa: Claro que quería ir pero necesitaba hacer algo con Christian antes. Se lo dije.- Por supuesto, Rocket. Lo que tú quieras.-Me besó y sonreí.