3. Marta está viva

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De repente mi casa estaba llena de policías. Empezaron haciéndoles preguntas a mis padres, mi madre apenas podía articular palabra porque no dejaba de llorar ni un segundo. Era mi padre quien hablaba todo el rato, quien repetía una y otra vez lo buena hija que era mi hermana. 

Subí a la planta de arriba de mi casa y pasé por delante de la habitación de Marta. La puerta estaba entreabierta, me paré delante y con el dedo índice la empujé para que se abriera por completo. Me la imaginé ahí sentada en su escritorio haciendo sus deberes o en la cama hablando por teléfono con alguna amiga. Pero no estaba. Mi hermana no estaba y no sabía si iba a volver a verla. Entré y me acerqué a la pared donde tenía todas sus fotos, casi todas eran de ella con sus amigas y de ella en algunos viajes. Abajo del todo había una foto nuestra. Yo tendría ahí unos 8 años, salíamos agarradas de la mano sonriendo. Cogi la foto, detrás estaba escrito mi nombre al lado de un corazón. Apreté la foto contra mi pecho y empecé a llorar.

- ¿Dónde coño estas Marta? - susurré entre lágrimas.

- ¿Se puede? - dijo alguien llamando a la puerta.

Me giré y vi a una guapa policía mirándome con cara de pena desde la puerta de la habitación. Asentí para que pasara. Se sentó en la cama y yo me senté a su lado

- Hola Sara, soy la inspectora Díaz y voy a hacerte unas preguntas, ¿vale?- me dijo mientras me pasaba su mano por los hombros.

- Vale

- ¿Habíais discutido con tu hermana últimamente tu o tus padres?

- No

- ¿Alguna vez se ha escapado de casa o ha dormido fuera en casa de alguna amiga sin avisaros?

- No, Marta no es así

- ¿Sabes si tu hermana tenía novio o se veía con alguien?

- No tenía novio, estaba conociendo a un chico pero no era su novio. Al menos eso creo

- Vale Sara, ¿como se llamaba este chico al que estaba conociendo tu hermana? - me miró fijamente, esperando mi respuesta.

- No...no me acuerdo

- Intenta recordarlo Sara

- He dicho que no me acuerdo, ¡dejame en paz! - me levanté de la cama y salí de la habitación de Marta. Después me encerré en el baño, me metí en la bañera con la ropa y los zapatos. No quería verme llorar a mi misma, así que encendí el grifo y me puse debajo para que el agua se llevara mis lágrimas.

- Sara necesito hablar contigo, si quieres que encontremos a tu hermana tienes que ayudarme. ¿Dónde crees que ha podido ir? - dijo la policía desde el otro lado de la puerta

- ¡Mi hermana no se ha ido a ningún sitio! ¡Lárgate de aquí! ¡Largaos todos!

No podía creer lo que esa tía había insinuado, no conocía a mi hermana. No sabía que Marta avisa incluso si va a retrasarse solo cinco minutos y que jamás ha discutido con nadie. A excepción de mi. Esta mañana le había dicho que la odiaba solo porque no había querido dejarme sus vaqueros nuevos, y después me he cabreado porque no estaba ayudándonos a mamá y a mi con la cena. Quizá mientras preparábamos el pollo ella ya estaba... No quería pensarlo, no, no podía imaginarme a mi hermana muerta. Quizá la inspectora tenía razón y está durmiendo en casa de alguna amiga o se ha ido con Carlos por ahí. Puede que le pase algo y no nos lo haya querido contar para no preocuparnos. Dios, ojalá estuviera aquí y pudiera decirle cuánto lo siento por todo, y lo muchísimo que la quiero. 

- Donde quiera que estés Marta, por favor, se fuerte...

Me desperté unas horas después en la bañera, el grifo aun seguía abierto y yo tenía toda la ropa empapada. Me desnudé y me di una ducha caliente mientras intentaba encajar todo lo que había pasado en las últimas horas. 

Terminé de ducharme y me enrollé una toalla. Me quedé mirándome fijamente en el espejo, mi casa estaba en completo silencio. De repente mi madre empezó a gritar:

- ¡ Marta ! ¿Dónde estás? ¿Quien te ha hecho esto?

- Ana relájate, vamos a dejar a la policía hacer su trabajo. Van a encontrarla, ya verás - oía como mi padre le decía a mi madre

- ¿Y si cuando la encuentren ya es tarde Miguel? ¿Y si está...y si está muerta? Dios mio, ¡Marta!

Me tapé los oídos, no podía seguir escuchando esas cosas. Mi hermana estaba viva, algo dentro de mi me lo decía. Vi la foto que había cogido de su habitación, tirada en el suelo del baño, y me agaché a cogerla. Cuando miré la cara de mi hermana el corazón empezó a acelerarse y supe que era una señal. Que había que tener fe.

Me puse un chándal y bajé al salón. Vi a mis padres sentados en el sofá. Mi madre estaba horrible, tenía los ojos hinchados y muy rojos, la cara sucia del maquillaje y no paraba de temblar.

- Sara, prepárale otra infusión a mamá.

Entré a la cocina y respiré hondo. "No está muerta Sara, tu hermana está viva" me decía a mi misma una y otra vez. Le preparé la infusión a mi madre y se la llevé. Me arrodillé delante de ella, dejando el vaso en el suelo. Le agarré de las manos y le dije: "Mamá, Marta está viva, los tres lo sabemos, esté donde esté vamos a encontrarla y no será tarde, ¿me oyes? Estará bien mamá". Empecé a llorar y mi padre me abrazó, después mi madre se echó encima de nosotros y ahí estuvimos los tres, abrazados, llorando, varios minutos hasta que alguien tocó la puerta.

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