Seohyun se encontraba conduciendo hacia el departamento de su mejor amiga esa tarde, mientras que no dejaba de pensar en la reciente discusión que había tenido con su prometido solo por no querer tener hijos aun.
No le veía la necesidad, al menos, no aun.
Le iba muy bien en su trabajo de abogada como para ocuparse de la familia ahora, además de que tenía otro motivo carcomiéndole la mente.
Su mejor amiga.
Sabía que estaba teniendo sentimientos por la pequeña rubia a pesar de que solo llevaban unos pocos años de amistad, no entendía como ocurrió aquello, pero estaba sucediendo.
Aparco el auto fuera, saludo al conserje del lugar, espero el ascensor que la llevaría al quinto piso y una vez allí, casi corrió hacia la puerta, sino fuese porque vio a Hyoyeon despidiendo a un chico en ella, con una sonrisa tímida que no le había visto antes.
Este se retiró del lugar y paso al lado de Seohyun, sonriéndole por cortesía.
Hyoyeon seguía parada en su lugar hasta que noto la presencia de su amiga, se acercó despacio notando como Seohyun no despegaba su vista de la espalda del chico.
- No me digas que te ha flechado, estas comprometida, creía que eras una monja Seo, pero veo que las apariencias engañan.
- No es eso.
- ¿Entonces?
- ¿Es tu novio? – Casi había sonado como una acusación.
- Sabes que odio que me respondas con otra pregunta.
- Solo respóndeme.
- Oye, tranquila, no es mi novio, ¿Acaso estas celosa?
- Claro que no, tonta.
- Bien, bien. ¿Qué te trae por aquí?
- Bueno venia porque...
- Vamos a mi departamento.
Antes de que Seohyun pudiera siquiera terminar de hablar o asentir a la idea, Hyoyeon ya la había tomado de la mano arrastrándola hacia su departamento.
Aquella acción por parte de la rubia aumento los nervios que había tenido Seohyun desde temprano, pero le gustaba ese tipo de nervios que solo la bajita podía provocarle.
Esos en los que sentía que las piernas le fallarían en cualquier momento, en los que se preguntaba si sus manos estarían sudadas o si solo sería su idea, en que pensaba que toda su capacidad de hablar se le esfumaba y solo podía sonreír como una tonta.
- ¿Quieres un café, un té, algo? – Cuestiono la rubia.
- No, gracias.
- Bien... ¿Sucedió algo con él pequeño idiota, no?
Seohyun siempre tuvo la duda de si Hyoyeon solo odiaba a su prometido por los errores que había cometido o si era por algún otro motivo, pero nunca terminaba de formular la idea sin antes tacharla como una total estupidez.
- ¿Qué pensaste de mí la primera vez que me viste? – Soltó la más alta de repente, sin pensarlo.
- Bueno... no sé a qué viene esa pregunta pero sabes que nuestro encuentro no fue el más casual, ni mucho menos.
La menor no pudo evitar soltar una pequeña risa al recordar su primer encuentro.
Había sucedido cuando ella trabajaba en un pequeño café para poder pagar la universidad de derecho en la que asistía.
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