Capítulo 5

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Se hizo el silencio en aquel hermoso momento. Noté como su mano rozaba la mía  y nuestras miradas se unieron en una sola. Se acercó hasta colocar sus brazos junto a los míos y apoyar su cabeza sobre mi pecho. Estaría oyendo mi corazón como yo sentía su respiración.

El cielo estaba precioso, se podía ver la luna y las estrellas, quienes la acompañaban en la noche más oscura del día. Empezó a darse la vuelta hasta que se quedó encima de mí. Me acerqué lentamente hasta sus labios y los apreté contra los míos. Sabía lo que hacía. Dejé paso a que mi lengua continuara. Volvió a apartarse y tumbarse a mi lado.

- Oye, yo te he contado mucho sobre mí y, sin embargo, no sé nada sobre ti. --- Dijo Tessa mientras levantaba su cabeza y la dirigía hacia la mía. ---

- Mi vida no ha sido tan buena como la tuya. No creo que te interese.

- Me interesa todo lo tuyo y eso es una parte muy importante. Por favor, cuéntame.

- Está bien, pero te avisé. --- Ella sonrió. --- Como habrás visto no tengo padres, ni familiares ahora mismo. Pero los tuve. Hace mucho tiempo de eso, yo tenía nueve años. Mi madre era la mejor de todas, nunca la olvidaré, tenía unos preciosos ojos verdes y un pelo claro. Se llamaba Eleanor. Siempre me acompañaba al parque y a la playa. Mi padre casi nunca estaba en casa, siempre de viaje de negocios o algo así, era muy pequeño para acordarme de todo. Él era Gabriel. Vivíamos en una gran casa donde mi madre y yo jugábamos al escondite. Mi padre siempre volvía a casa los martes y me traía algún regalo de donde había estado, pero un día dejo de traerlos y cada vez llegaba más tarde. Hasta que un día ya no volvió, era pequeño pero no tonto y un día vi como mi madre lloraba en la cocina, yo estaba detrás de la puerta oyéndolo todo. Oí como hablaba con alguien y decía que cómo le podía hacer eso, y con quién, en ese momento me di cuenta que la engañaba. Ese no era mi padre pero eso decía. Desde aquel día mi madre no era la misma, ya no jugábamos, no íbamos a la playa ni al parque. Un día empezó a enfermar y yo no podía cuidarla, entonces mi padre volvió. Pero él tampoco era el mismo, la cuidaba pero sin ese amor con el que antes se miraban. Y llegó el día en que se acabó, mi madre era la mejor de todas y nadie era quien de verdad era después de aquello. Mi padre empezó a beber y a volver a las tantas de la noche, yo tenía once años. Y el 24 de abril hubo un accidente de coche en Beacon Hills y mi padre fue el que lo provocó. No se recuperó y las deudas empezaron a llegar. Yo pasé de casa en casa de acogida. Cuando cumplí los quince volví pero no me dieron la bienvenida.

- Vaya, lo siento. --- Dijo mientras sujetaba mi mano y me mira apenada. ---

- No, no quiere darte pena. --- Hice una breve pausa y continué. --- Tengo que decirte algo.

- Claro, dime.

- La casa en la que dormiste no es mía, es la de Matthew. Yo vivo en frente, en la casa destrozada. Siento haberte mentido, quería parecerme a ti.

- Eh, no pasa nada. Todos mentimos alguna vez. --- Me miró y acercó sus labios a los míos pero no llegó a besarme. La abracé. ---

Después de los segundos más lentos de mi vida, nos levantamos y regresamos al Motel, la puerta estaba abierta gracias al truco del papel. Subimos las escaleras con mucho cuidado, no queríamos encontrarnos con aquel hombre. Cuando llegamos a las habitaciones nos detuvimos, Tessa estaba en frente de su puerta a punto de abrirla, pero se giró y me besó. Apoyó sus manos en mi pecho y yo en su espalda. Volvió a girarse y entrar a su habitación.

Me quedé un rato de pie mirando la puerta, la única que había visto aquello. Si pudiera sentir, tendría celos de nosotros. Al principio no quería acabar nuestra amistad por miedo a perderla pero la verdad, repetiría mil veces ese beso.

Después de AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora