Capítulo 2

64 4 0
                                    

La despedida había sido interminable e incluso algo impactante. ¿Cómo podía estar diciendo que seamos algo juntos? Puede que todo aquello terminara después de cruzar aquella puerta y no podía desaprovechar aquel momento.

- Oye, ---Dije en tono bajo--- ¿Nos vemos mañana?

- Claro, seguimos en las mismas clases.

Aquellas palabras fueron suficientes para devolverme una sonrisa que poco después ella se había reservado. Estaba satisfecho y lo pasé por alto. Quizás todo era un sueño, el mejor sueño de todo mi existencia.

El camino de vuelta parecía no tener final. Casas de todos los colores, con jardines que cubrían su resplandor, árboles que tapaban lo que parecía pintura escapando de sus paredes y algún que otro animal esperando a su próxima presa, que no iba a ser yo. Pasé lo más rápido y sigilosamente que podía y llegué al poco rato a mi casa. Bueno, ya no era mía.

Ahora era mi obligación marcharme con orgullo y dormir a la luz de la luna, acompañado de las miles de estrellas que brillan en el firmamento.

No muy lejos de allí, había varios bancos formando un inmenso parque que desembocaba en una gran fuente de colores. Al fondo se veía un lago que recorría parte del barrio. No se oía chillido ni ladrido alguno. Solo estaba yo, en aquel banco, él más grande y harapiento, con infinitas estrellas. Cada una de ellas es diferente. Cada una cuenta una historia diferente, cada una se apagará después de haber podido disfrutar de su esplendor. Pero ninguna se quedará para siempre, su deber está ahí, en el cielo. Son las encargadas de proteger a la luna para que no se sienta sola, son como yo. Son miles de pedacitos esparcidos por el universo para proteger a una hermosa criatura. Ellas son guardianes de la luna y yo soy guardián de una estrella.

Poco a poco sentí como mis ojos se sumergían en la oscuridad.

La noche acabó convirtiéndose en día y la Luna en Sol. Pero debía apresurarme pues era tarde, ya que el Sol estaba a mitad de su camino para posarse en lo alto, y debía marcharme al instituto donde había quedado con Tessa.

Corrí lo más rápido que podía pero por mucho que pasaba una manzana había otra a la vuelta de la esquina. Después de seis o siete me encontré con la entrada al Instituto.

Ni siquiera había mirado la hora, solo había corrido y entrado con dirección 'taquilla 182'. No tenía muchas cosas, pero las suficientes como para tres clases.

Ya había empezado a caminar hacia una clase cualquiera en busca de un reloj o algo que me indicará la hora. Pero no hizo falta cuando de la nada un sonido despertó el alma del lobo y dejó salir a todo la jauría. Se notaba que era hora de comer pero yo no estaba dispuesto a probar bocado sin haber hablado con Tessa.

Empecé a recordar la clase que tenía antes del descanso pero no hizo falta, del final del pasillo apareció un rostro familiar que, acompañado de los jugadores de fútbol y las anorexicas de las animadoras,se dirigía a la cafetería.

Sabía que no debía, pero tenía que hacerlo. Tenía que saludarla y hablar con ella, aunque todos criticaran de mí y echarán malas miradas. Pero me lo había prometido.

Sin más demora, me acerqué a aquel grupo de personas. Hablaban entre ellas cuando me detuve a sus lados, pero subieron sus espadas y se dispusieron a enfrentarse cuando Tessa me miró. Todos se callaron.

- Hola... solo quería saludarte y saber si querías comer conmigo.

- ¿Disculpa? Creo que te has equivocado, sería muy descortés que una dama como yo saliera con un vagabundo como tú. Mi reputación acabaría por los suelos.

- Yo... he sido un gilipollas al pensar que tú querrías hablar conmigo...

Cómo pude ser tan tonto, claro que era una broma. Tessa no habría querido salir conmigo nunca y menos comer. Seguro que fue una imaginación.

Después de AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora