Capítulo 14

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Tessa

4 años atrás.

Enfrascada en las entrañas de Hogwarts, imaginando como sería utilizar una varita mágica o montar en una escoba. Caminando hacia la entrada del instituto sin despegar los ojos del libro, me invadió una sensación extraña, frío y a la vez calor. Hizo que mi cuerpo se estremeciera, pero no levanté la vista. Me quedaba menos de una página para terminar el libro. Cuando por fin alcé la mirada, algo se quedaba atrás en la puerta. No tuve tiempo a inspeccionar lo que era, pero había hecho que algo dentro de mí cambiara por segundos.

Esa primera clase, en el aula de literatura, un chico nuevo entraba por la puerta. Cabeza hundida entre los hombros y mirada fija en el suelo. No oí su nombre pues no paraba de invadirme aquella sensación. Cuando tomó asiento detrás de mí, noté como me recorría un escalofrío.

¿Quién era?

Me gire, confiando que estuviera más avivado que antes. Cabello oscuro, ojos verdes, labios carnosos y mejillas sonrojadas. Pregunté dos veces como se llamaba y con la excusa del lápiz, le pedí uno. No contestó y ya la profesora me había regañado antes de volver a repetírselo. Alcé la voz y pronuncié mi nombre, puede que lo oyera pero no respondió.


Presente.

Años después comprendí que aquella sensación todavía invadía mi cuerpo al cruzarme con él. Y aún hoy, cuando se acerca a pocos centímetros de mí, un escalofrío recorre mi cuerpo.

El piensa que me he enamorado en muy poco tiempo, pero yo ya me estaba enamorando de él cuando ese primer día pasó de mí. Solo necesité dos semanas para confirmar que lo que sentía era amor y no expectación por él.

Dentro de mí se estaba formando la tercera guerra mundial. Corazón contra cerebro. ¿Quién iba ganando? No lo sé. Por una parte, esperaba una mejor explicación de todo aquello puesto que aquella noche, entre sollozos, solo podía oír mi corazón resquebrajándose. Sus palabras que no conseguían cobrar sentido en mi interior y acaban disipándose en el aire. Y por otra, quería que acabara, quería que todo se fuera a negro y esta película acabara ya.

Estaba dolida, y no porque me mintiera (Una parte sí), sino porque esperaba mucho más de él. Solo con oír a aquella muchacha explicándome como le habían partido el corazón, hizo que el mío se preocupara.

Las lágrimas bajaban a raudales por mis mejillas, no estaba segura si alguien me observaba. Quería que lo hicieran para tener testigos de esto y luego no arrepentirme de lo que iba a hacer. Salí corriendo del problema, como una cobarde. Al llegar a los pies de mis hermanos, contuve la respiración y de una bocanada pedí que nos marcháramos.

El camino de vuelta se me hizo eterno, solo pasaban por mi cabeza todos aquellos momentos que había vivido con él hacía varios meses.

Cuando entré en aquella casa, su casa, todo era él. Su olor, el mismo que una semana antes me abrazaba junto al lago, ahora parecía un mísero recuerdo. Tal vez todo lo que había pasado, eran recuerdos que algún día relataría a mis hijos contándoles como descubrí el amor y como lo perdí.

Subí las escaleras de dos en dos, intentando llegar lo antes posible a la habitación. Me lancé sobre la cama, bocabajo, mientras las lágrimas volvían a brotar de mis ojos. Y fue entonces cuando di media vuelta y observé el techo. El cual ahora, solo me parecía una vulgar representación del verdadero universo.

Tal desprecio había sentido, que de un salto llegué hasta el tocador, buscando entre papeles y bolígrafos algo para tachar mi nombre. Por desgracia, no lo encontré. El simple hecho de mentirme, hacía que mis mejillas se calentaran.

Después de AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora